Las guerras entre reinos vecinos y conquistas por territorios nuevos aún siguen al igual que muchos misterios de Bhanga a la espera de ser resueltos por el joven humano foráneo llamado Midoriya Izuku, un joven de espíritu determinado con un gran val...
Si se mantenía callado y prestaba atención a cada sonido que se escuchaba entre el silencio, podía escuchar casi de forma imperceptible el bullicio de la fiesta en algún reino de Harmony, era el viento quien se encargaba de llevar hasta sus tierras ese molesto sonido. Sonrió con frustración en cuanto escuchó la puerta de su habitación abrirse, no se molestó en voltear a ver quién era. No le importaba.
— Mi señor, nos ha llegado al fin noticias de los comerciantes... han fallado, no tienen al joven Midoriy... — una copa de cristal chocó cerca de ella contra la pared interrumpiéndola, cerró sus ojos evitando lastimarse, pero eso no le quitaba el miedo profundo que sentía. Su cuerpo comenzó a temblar y cayó de rodillas al suelo suplicante al ver su rey frente a ella con una mirada que le transmitía un terror absoluto — mi señor...
— ¿Crees que estarían haciendo fiesta si el Príncipe de Ninrah estuviese aún secuestrado? — se agachó a su altura tomando el mentón de la joven para que lo viese de frente — Aquí las noticias llegan más lentas que la misma muerte, es molesto — la joven comenzó a llorar y a suplicar entre susurros, pero no le bastó, aquello sólo le irritaba más — comunica a las demás lo siguiente: el próximo inútil que falle en lo que ordeno, morirá
— Sí, mi señor — dijo casi sin voz por el miedo, transmitió inmediatamente el mensaje con el viento quien llevó la noticia a aquellos de su misma especie que estuviesen cerca del lugar. El mensaje fue compartido poco a poco, no habían demasiados con la capacidad de comunicarse con la naturaleza como sí lo habían en Harmony. En Thoxa todo escaseaba, incluso la amabilidad.
— Bien... aún así tú tampoco me sirves — la mujer intentó alejarse tan pronto escuchó eso, pero él fue más rápido y la sujetó con su otra mano del cuello — escuché que dejaste escapar a un preso, su vida por él ¿Eso querías? — realmente no le importaba menos, era más por querer divertirse que por un mísero castigo. La chica gritó durante menos de un segundo pues la destrucción molecular había iniciado justamente de su cuello, en poco tiempo lo único que quedaba de ella eran partículas de polvo.
Salió del cuarto poco después de eso pidiendo a otra joven que limpiara de nuevo ese sitio, ese día tenía pensado poner en marcha un plan B. No pensaba rendirse, aún estaba palpable la oportunidad de conquistar tierras estériles. Entró a una oficina sencilla demasiado desordenada con papeles y varias otras cosas regadas por todas partes, en una de las paredes se encontraba la fotografía del Príncipe Todoroki marcada en rojo como una nota que no debía olvidar, sabía que el primer plan tenía demasiados huecos. El siguiente tenía más probabilidades de tener éxito.
Sí, con el Príncipe de su lado las cosas irían marchando a su beneficio, ya después una traición sería lo de menos. Su momento de tocar la cima estaba llegando.
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La gente gritaba y lanzaba lo que tenía a la mano hacia el aire mientras aplaudían a la recién unida nueva pareja de gobernantes. Varios dragones que esperaban la noticia desde fuera encima de las cuevas comenzaron a rugir, alzar sus alas, escupir fuego y otros a levantar vuelo igualmente festejando. Kumoshi observaba aquello echado cerca de la entrada a la cueva con un sentimiento cálido mientras no podía evitar reírse de sus hermanos, todos muy serios durante todo el día, pero ni bien se había sabido del beso fueron ellos los primeros en hacer ruido y relajo.
