EL OMEGA DE LAS MELODÍAS // ⚡YooภmᎥภ⚡

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Jimin despertó poco a poco con el sonido de los pájaros fuera de la ventana de su dormitorio. Estaba perfectamente acomodado entre aquellos grandes brazos cálidos. Abrió los ojos y de forma lenta fue enfocando donde se encontraba y todo lo ocurrido la noche anterior.

Oh.

Estaba acurrucado sobre un costado de Yoongi, su brazo y pierna colgaban sobre el cuerpo del otro hombre y su cara presionaba en el cuello del mismo. Aspiró con cuidado, el dulce olor que desprendía, una droga demasiado potente para su lobo que logro marearlo un poco, en un buen sentido claro. Inhaló de nuevo, saboreando lo bien que se sentía su cuerpo. Era su paraíso.

Park observó al azabache, quien todavía estaba muerto para el mundo. El sol que entraba por la ventana resaltaba el cabello negro de Min, provocando en el menor una gran fascinación. Pero su cerebro fundido por el sueño registró algo mucho más importante: había sido marcado.

—Me encantas mucho Minie, pero eres un abrazador de primera—la voz ronca del alfa irrumpió en los flotantes pensamientos del chico, que aún no procesaba todo lo ocurrido. Una ola de vergüenza barrio en él mientras se encontraba con los ojos del alfa.

Se volvió consciente de todo lo ocurrido y de la unión que aquella marca significaba, no quería cambiar de posición o alejarse del alfa, estaba bien así, cómodo y protegido.

—Lo siento—susurró con tristeza mientras escondía aún más su rostro en el de tez pálida—Creo que tenía frío.

Yoongi lo admiro por un momento, sonriendo por el tierno sonrojo en sus pucheros y comenzó a repartir besos por todo su rostro—¿Cómo está nuestro bebé?

Suspirando por las sensaciones que empezaban a crecer por los toques, Jimin asintió y rodó los ojos. Si pudiera pedir un deseo en ese mismo instante, anhelaría congelar el momento en que sus ojos se cruzaron con aquellos brillosos iris negros del alfa. Era simplemente asombroso como los brazos de Min lo rodeaban con tanta delicadeza mientras dejaba en forma dulce, pequeños besos sobre su piel, causando en su cuerpo una electricidad de sensaciones. Se sentía amado, completo y perdido en un sueño del que no quería despertar jamás.

Para Yoongi, la situación tampoco había sido fácil en un principio, luchar contigo mismo puede ser más cansado de lo que se cree, más aun cuando te sientes confundido y aturdido por todos esos pensamientos que solo logran derribarte aún más, pero bien dicen que durante nuestros momentos más oscuros debemos centrarnos en ver la luz, pues para conocer la luz hay que apreciar la oscuridad, y aquella luz sin duda tenía nombre y apellido, Park Jimin. Aquel precioso chico de ojos almendrados, mejillas regordetas y labios tan delicados como los pétalos de una rosa, desde la primera vez que lo vio, su corazón de aceleró, sus manos temblaron y su lobo aulló impresionado. Todo el tiempo había sido él, todo el tiempo su corazón le perteneció solo a él.

—¿Debería parar, cariño?—aún después de larga noche y mañana que habían tenido, el omega se negaba a soltar de su agarre al alfa. Quería recobrar cada momento perdido y que mejor manera que disfrutando de cada beso que cosquilleaba su piel.