CAPÍTULO 13 - IVY ⛅

57 42 6
                                    

En cuanto terminé el entrenamiento y me duché, encendí la televisión.

Margot dormía. Caleb le hizo sentir mal el día anterior y me parecía fatal. Sí, había cometido errores... Errores muy gordos. Pero se arrepentía. Algo había pasado en esa granja aquel día. ¿Y si fue en defensa propia?

Les enseñé el tejado y compartimos un momento tranquilo los cuatro. A pesar de conocerlos de escasos días, me sentía a gusto con ellos. Desde que me mudé, hacer amigos que no estuvieran relacionados con el trabajo se me complicó. Elyas, por ejemplo, era el único al que consideraba un amigo y... sí, lo conocí en el trabajo.

En las noticias el caso de Margot seguía su curso. La policía actualizaba cada avance y lo contaba para que los ciudadanos estuvieran alerta. También buscaban la tranquilidad de la ciudad, así que les hacían creer que controlaban la situación. ¿Objetivamente? No habían avanzado nada. Solo sabían que Margot era la responsable de los crímenes, pero no tenían información más allá.

Desayuné una pieza de fruta y fui al cuarto de Margot para ver si estaba bien. Me dirigía a la segunda planta cuando, por la ventana, vi un coche de policía circulando por la carretera. Pararían en mi casa, encontrarían a Margot y se la llevarían lejos o a algún centro de menores. No lo permitiría. El corazón se me aceleró al instante. Para mi sorpresa y alivio, sobreactué: el coche paró enfrente de la casa de Jordan.

Suspiré.

Un policía bajó del coche por la puerta del copiloto. Dirigí la vista hacia la parte del conductor: debía haber otro policía. La devolví al primer policía. Tocó la puerta. Naomi abrió. Desde mi posición, no supe si le sorprendía la visita o no. El policía sostenía un papel. Enfoqué la vista y me esforcé en distinguir lo que ponía. Reconocí la cara impresa en el folio de inmediato; era el cartel de búsqueda de Margot. Naomi asintió y señaló hacia mi casa.

Enseguida lo entendí: venían a por ella.

Corrí hacia su habitación. Apenas tenía dos minutos hasta que tocaran a mi puerta. La ventana de su cuarto estaba cerrada, por lo que el dormitorio estaba a oscuras. Ella seguía durmiendo. Tami se había caído al suelo, pero no la recogí.

—¡Margot, despierta! Levántate, tienes que venir conmigo.

Los ojos confusos de la pequeña se abrieron de par en par.

—¿Qué pasa? —preguntó. Quiso rascarse los ojos con el dorso de su mano, pero no había tiempo. La cogí del brazo—. Ivy...

No contesté.

La llevé al tejado y la tapé con una sábana blanca.

Tocaron a la puerta.

—Quédate aquí un momento. No tardaré. No salgas hasta que vuelva a por ti. ¿Entendido? —Margot asintió—. Bien. No hagas ruido.

Mientras bajaba las escaleras, volvieron a tocar a la puerta.

«Qué insistente». La abrí.

—Buenos días. —El policía alzó la mano como saludo—. Soy el agente Frederick.

—Buenos días, agente. ¿En qué puedo ayudarle?

Sonreí para parecer amable y cortés.

—Estoy buscando a esta niña —explicó mostrándome la foto de Margot. Su altura me intimidaba—. Me han comunicado que se encuentra en esta casa.

—Lo siento, oficial, pero no he visto a esa niña. No la conozco —mentí con la esperanza de que me pidiera perdón por molestar y se fuera—. Le habrán dado información errónea.

Los Tiempo CambiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora