CAPÍTULO 40 - MARGOT ⛈️

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Harper y Oliver se dirigían a la sala del laboratorio donde Harper hacía pruebas.

Iba detrás de ellos, en silencio, haciendo el menor ruido posible. Eso siempre me había costado. En la granja, no tenía que ser discreta y tampoco andar con cuidado para que no me escucharan. Estábamos alejados de la ciudad, por lo que daba igual si hacía ruido: nadie me escucharía.

Incluso cuando andaba a hurtadillas, cuando hacía alguna trastada y no quería que mis padres la supieran (al menos no al momento), fallaba. No era que mis pasos retumbaran por todas las habitaciones, pero admitía que podían ser más silenciosos.

Oliver abrió la puerta y se metió en la sala. Harper se detuvo frente a un ordenador y abrió un documento. No leía lo que ponía. Estaba a una distancia prudente. La suficiente como para que no me llamaran la atención y no me echaran de la habitación.

—Las pruebas están dando frutos.

—¿Has descubierto algo más de lo que ya tenemos?

—Todavía es complicado, pero pronto lo sabremos y te daremos información concreta.

De pronto, el ordenador empezó a pitar. La alarma que se había encendido una hora antes amenazaba de nuevo con cubrirlo todo de rojo.

—¿Qué pasa? —rugió Oliver—. Harper, comprueba el ordenador.

Harper salió del documento. Movió el ratón de un lado a otro y entró en un programa. Veía números encerrados en cajas cuadradas. Todas estaban blancas, excepto una de ellas que estaba en rojo.

—¡La puerta número cuarenta y cinco se ha abierto!

Esa era la habitación que estaba al lado de la mía.

—¡Oliver! —Un hombre alto apareció—. Te estaba buscando.

—Ve al grano.

Oliver nunca estaba de humor para frases inútiles. Necesitaba respuestas inmediatas.

—El Tiempo Cambiante de la habitación cuarenta y cinco se ha vuelto loco. Ha abierto la puerta de una patada y está suelto por el laboratorio. Ha herido a dos guardias. Está fuera de control. Gracias a Dios no los ha matado.

—Bien. —Oliver se movió por la habitación. Salió del programa y apagó el ordenador—. Debemos encontrar la forma de encerrarlo.

—Pero la puerta de su habitación está rota —exhaló el hombre alto—. ¿Dónde lo vamos a meter?

—Lo pondremos en una de las salas con vidrio de seguridad templado. Debería contener los impactos del paciente.

—Esas salas son de mayor seguridad, pero están alejadas de la zona donde se encuentra el TC. Nos costará mucho llevarlo.

—Aiden, es el único remedio. No tenemos salas más seguras y contenidas que esas. Y si ha sido capaz de romper una puerta, escaparse y herir a dos guardias, no nos podemos arriesgar. —Le puso la mano en el hombro—. Harper, lleva a Margot a su habitación, que no salga.

Harper me miró y cuando le devolví la mirada, supe que no me encerraría.

Oliver y Aiden salieron de la sala.

Harper los seguía.

Yo la seguía a ella.

El pasillo era un caos. Los trabajadores corrían de un lado a otro. La alarma no dejaba de sonar y la luz roja era cada vez más intensa. Me dolían los oídos por el pitido constante. Agarré la mano de Harper. Bajó la cabeza para mirarme y depositó los ojos en las manos entrelazadas. Después, apartó la mirada y siguió caminando como si nada.

Los Tiempo CambiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora