CAPÍTULO 19 - JORDAN ☀️

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Margot y yo seguíamos de camino a un lugar desconocido. Habíamos estado hablando todo el rato, en parte, para reducir la tensión y el miedo.

La velocidad del camión disminuía y aumentaba en distintos puntos del trayecto: semáforos, pasos de cebra... Secuestradores, pero respetuosos con las normas de tráfico. Exploré la opción de saltar en alguna de esas paradas, pero la descarté tan pronto como cruzó mi mente. No veíamos con las vendas y estábamos atados de pies a manos. No era una buena idea.

—Jordan, ya vienen —informó Margot con voz temblorosa cuando el vehículo frenó en seco y el sonido metálico de las puertas delanteras se escuchó—. Vienen a por nosotros.

Las pisadas de los secuestradores, cada vez más fuertes, indicaban que se acercaban. Abrieron las puertas de la caja del vehículo en el que nos encontrábamos y se aproximaron a nuestros cuerpos sentados en la fría superficie.

—Levantaos —ordenó el hombre mientras nos quitaban las vendas y las cuerdas de los pies. La repentina claridad y luminosidad del día me quemó las retinas. Gruñí y cerré con fuerza los ojos hasta que estuve preparado para abrirlos—. ¡Levantaos!

A pesar de la luz ardiente que todavía se colaba en mis ojos, vislumbré el rostro asustado de Margot. Me pregunté si ella notaba el miedo en el mío. Le asentí y entendió el gesto. Nos levantamos.

Salimos del camión y andamos durante unos minutos hasta llegar a una pequeña puerta verde. La mujer que llevaba a Margot la abrió con un giro de muñeca. Atravesamos un pasillo largo de paredes blancas hasta llegar a una sala en la que únicamente se encontraba un guardia que permanecía quieto, con la mirada gélida al frente.

—Ben —saludó el hombre que me agarraba con fuerza del brazo—, llévate a la niña a su nueva habitación.

—Enseguida, Oliver. —Retiró la posición de soldado y extendió su brazo musculoso para agarrar a Margot del hombro. El terror asomaba por sus ojos y cruzó la mirada con la mía—. Ven.

No podían separarla de mí. Necesitaba estar con ella y hacerme cargo de las consecuencias. Podían pegarme a mí, pero no a ella. ¡Solo era una niña! Me retorcí intentando zafarme de los brazos de Oliver. Lo conseguí. Logré que me soltara. A cambio, también conseguí que me apuntara a la frente con una pistola.

—Deja de ponerme las cosas tan difíciles, Jordan. No seas un crío y compórtate. —Avanzó un paso hacia mí. ¿Cómo sabía mi nombre?—. Ya tienes una edad. ¿No crees?

Si quería ayudar a Margot, tenía que dejar de causar problemas. No podría hacerlo si me mataban allí mismo. Respiré hondo y me rendí. Oliver asintió y enfundó el arma. La observé por última vez, antes de que me llevara en dirección opuesta a donde la llevaban a ella.

—Te veo bien, Ben. —Escuché a lo lejos.

—Gracias, Rebeca.


☀ • ☁ • 🌩


Me encerraron en una habitación teñida de blanco. Era un cuarto diminuto. Tenía el espacio justo para albergar la cama individual de la izquierda. No había ventanas, ni cajones o armarios. ¿Qué esperaba? ¿Que me secuestraran y me prepararan un festín? Me acerqué a la puerta y la observé. Intenté abrirla; pero estaba cerrada. No me sorprendió. No distinguía el material del que estaba hecha, pero era a prueba de bombas. Me rompería la pierna antes de conseguir tirarla abajo.

De pronto, un sonido proveniente del otro extremo de la puerta, me alertó. El acceso a la habitación se abrió y una cara conocida de cejas fruncidas me saludó con desdén. Oliver. Detrás de él, dos médicos se abrieron paso hasta mi posición para agarrarme las muñecas y ponerme unas esposas. Uno de ellos tenía un piercing en la nariz.

Los Tiempo CambiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora