CAPÍTULO 29 - CONRAD 🍃

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Estaba sentado en la mesa de la cafetería.

Mi médico, Fran, había dicho que debía descansar; así que ese día estaba libre de pruebas. A pesar de que mi salud era estupenda, seguía siendo humano y extraerme diez mililitros de sangre cada tres días, era una decisión poco inteligente si querían seguir aprovechándome —o eso le había escuchado decir a Fran—.

Siempre que me dejaban, venía a la cafetería para relajarme. La temperatura era adecuada (característica que me protegía del frío que habitaba en el exterior de las instalaciones). La sala era de tamaño medio: más grande que la habitación en la que dormía, pero más pequeña que las salas de pruebas. Había mesas metálicas con tres sillas a cada lado. Las sillas no eran demasiado cómodas, eran más estéticas que otra cosa, pero te permitían descansar las piernas.

Me levanté y fui directo al mostrador.

—¿Qué quieres tomar, Conrad? —preguntó Agnes, la mujer que se encontraba al otro lado del mostrador—. ¿Leche caliente con cacao? —Me conocía. Era uno de los pocos niños que tenía acceso a la cafetería.

—No, esta vez no. Quiero probar algo nuevo.

—¿A qué se debe el cambio? —sorprendida, dejó la botella de leche que había cogido con antelación.

—Nada en especial. Me he levantado con ganas de innovar.

—Estupendo. Siempre es bueno cambiar de vez en cuando. ¿Qué quieres probar?

—El batido de fresa y plátano.

—Buena elección, Conrad. Está delicioso.

Satisfecho con el comentario de Agnes, volví a la mesa.

—Buenos días, hijo. —La voz de mi padre me saludó por detrás de la espalda—. ¿Has dormido bien?

—Muy bien. Habéis arreglado la calefacción.

—Ya era hora. Llevabas quejándote desde hacía días.

¿Qué buscaba de mí? Cuando se presentaba así de amable conmigo, era porque buscaba mi participación en alguno de sus retorcidos planes.

—Sabes bien que estamos cerca de conseguir nuestro objetivo —«¿Nuestro? No, papá, es el tuyo»—, pero todavía quedan muchas pruebas que hacer. —Se sentó frente a mí. La cafetería no tenía buena iluminación y las sombras que se proyectaban en la cara de mi padre le daban un aire oscuro—. Quiero asegurarme de que estás de mi lado, Conrad. ¿Puedo contar contigo?

Extendió su mano con la palma bocarriba.

—Claro que puedes. —Estiré la mano y agarré la suya. Mi padre la cerró: aquello era un pacto—. Siempre estaré de tu lado.

Agnes llegó con un batido rosa y lo dejó en la mesa. Le preguntó a mi padre si le gustaría comer o beber alguna cosa. Como negó, Agnes se retiró.

—¿Seguro que no puedes...?

—No, papá, escuchaste a Fran. Tengo que descansar.

—Está bien. —Levantó las manos en señal de paz—. Es solo que te veo en perfectas condiciones. No entiendo por qué tanta precaución. No es necesaria. Al menos no contigo. —Me dirigió la mirada después de pasearla por la mesa durante un rato—. Si te pasara algo, sabríamos arreglarlo.

—No puedes controlarlo todo. Es imposible.

—No lo es, hijo, no lo es. Te darás cuenta cuando crezcas y descubras que con un poco de inteligencia y dinero, se puede.

—No creo que sea tan sencillo.

—Pues crees mal. —Se giró hacia el mostrador y alzó la voz para que Agnes lo escuchara—: Tráeme un café. —Se colocó de nuevo—. La vida es más sencilla de lo que piensas, Conrad. Cuando menos te lo esperes, tendrás el mundo a tus pies. Y más con el don que posees. No diré que dominarás el mundo porque para eso ya estoy yo —bromeó—, pero podrás hacer grandes cosas. Puedes hacer grandes cosas.


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Nota de la autora:

¡Hola a tod@s! 

En este capítulo se ha presentado un nuevo personaje: Conrad.

¿Qué os parece? ¿Creéis que traerá cosas positivas o negativas a la historia? Os leo en los comentarios. <3

Sin nada más que decir, ¡al siguiente capítulo!

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