CAPÍTULO 15 - MARGOT ⛈️

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Ivy se movía de un lado a otro de la casa mientras se mordía las uñas, un nuevo hábito que había adquirido en los últimos cinco días.

Agarró el bolso y cerró la puerta detrás de nosotras. Guardó las llaves en el bolsillo de los pantalones vaqueros. Me cogió de la mano y, sin hablar, me llevó en dirección a casa de Jordan. Quería preguntarle si estaba bien, pero Ivy era una bomba de relojería que en vez de dinamita contenía estrés. Y no quería que explotara sobre mí. Me mantuve callada.

Tocó la puerta y él la abrió.

—Hola, Jordan. ¿Puedes hacerme un favor? —preguntó a la carrera, sin casi dejar que Jordan procesara su visita.

—Sí, claro. —Jordan se apoyaba en el marco de la puerta. Llevaba una camiseta gris de tirantes y unos pantalones de chándal. Su pelo despeinado indicaba que había estado entrenando—. ¿Qué necesitas?

—¿Está tu madre en casa?

—No, estoy solo.

Se apartó del marco de la puerta y nos dejó espacio para entrar.

—Necesito que te quedes con Margot un rato —pidió Ivy, tendiéndole la mano que me agarraba a Jordan.

¿Perdón? Me estaba dejando en su casa como si fuera un paquete que tuviera que entregar. ¿Dónde se iba? ¿Por qué no quería que fuera con ella?

—Sí, por supuesto —Jordan me agarró la mano—, yo me quedo con ella. —Enarcó una ceja y preguntó—: ¿Estás bien?

—¿Puedes darme la dirección de Caleb? Necesito hablar con él.

Jordan le dio la dirección. Sus cejas se mostraban confusas. Abrió la boca, pero la cerró al instante. Me miró y luego alzó la mirada hacia Ivy.

—Podemos ir contigo, si quieres —ofreció.

—No. Quédate con ella, por favor. No quiero que más gente la vea. Corremos el riesgo de que la reconozcan. Es más seguro así —concluyó—. Quédate con él, ¿vale? Volveré cuando menos te lo esperes. —Me besó en la frente—. Gracias —le sonrió. Dio media vuelta, pero se volvió a girar hacia nosotros—. ¡Ah, sí! Si vuelve tu madre, dile que Margot ha venido a quitarse los puntos. Ya ha pasado una semana.

Ivy se alejó de nosotros calle abajo.

—¿Seguro que está bien? —preguntó Jordan, pasando una mano por su pelo castaño.

—No lo sé. Estoy tan confusa como tú.

Levanté los brazos en señal de completa ignorancia y me senté en el sofá una vez entramos en casa de Jordan. Los minutos pasaban y sospeché que Ivy tardaría en volver. Un rayo se proyectó en el cielo y justo después se escuchó un imponente trueno, rugiendo en el cielo apagado y gris. Me recordó al día en que hui de la granja. Sacudí la cabeza, espantando el recuerdo.

—¿Y ese moratón? —señaló el espacio entre mi cuello y mi hombro.

Ladeé la cabeza y bajé la mirada. Tenía un círculo morado intenso. Lo toqué con el pulgar. Sentí una pequeña molestia.

—No lo sé. No recuerdo haberme chocado.

Jordan me puso una manta encima y nos quedamos viendo Luca, una película de Pixar. La tarde no resultó ser tan aburrida como esperaba: la película me entretuvo y Jordan estuvo pendiente de mí. No le pedí nada. No quise ser un estorbo.

—¡Agáchate! —Un estallido nos alertó. Una lluvia de piedras se precipitaba contra las ventanas del salón. Cuando el cristal estuvo lo suficientemente roto, los estruendos cesaron y dos personas cubiertas por un traje negro y unas gafas de militar irrumpieron en la casa. No les identifiqué. Lo único que se veía eran sus labios—. ¡Margot, quédate ahí! —exclamó, creando una barrera con su brazo enfrente de mí.

Los Tiempo CambiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora