Más lejos que nunca

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Dio una nueva calada al cigarro y soltó abruptamente el humo por su boca.

Llevaba todo el día sin hablar con nadie, no tenía ningún interés en hacerlo y, aún así, no dejaba de atormentarse por ello. Quizás por eso fumaba, porque era incapaz de apartarla de su cabeza. Quizás porque algo dentro de él estaba esperando a que ella llegara para quitárselo de las manos, para tirárselo al suelo y sentarse a su lado.

-Carol- pensó.

No le importaría en absoluto pasar el resto de su vida en soledad, no ver a nadie más que a un par de caminantes al día... pero estar sin ella era algo que no podía soportar. Aún menos ahora. Ahora era muy diferente a todas las veces anteriores en las que habían pasado días o semanas, meses incluso, separados. Ahora estaba ahí, podía verla, podía tenerla cerca, podía hablar con ella... Ahora estaba ahí y, pese a todo, estaba más lejos que nunca.

-¿Sí?-.

-Sí-.

Fumó otra vez y tiró el cigarro al suelo. Lo pisó y se levantó de aquel tronco que le había servido de asiento durante toda la tarde.

No quería seguir pensando. No quería estar ni un segundo más esperándola cuando sabía que no iba a llegar, porque no le había pedido que viniera, porque tampoco se lo iba a pedir.

Se montó en la moto, la arrancó y volvió a Alexandría, o más bien a lo que quedaba de lo que fue. Debían poner todos sus esfuerzos en arreglar los destrozos que el paso de la horda había provocado, aunque tal y como estaban, sin Hilltop ni El Reino, no tenía la menor esperanza de que pudieran aguantar mucho más.

-¡Daryl!- lo recibió Maggie tras cruzar el portón.

-Hey... ¿todo bien?- fue lo único que le interesó saber.

-Sí- dudó sobre si hablarle de los progresos que estaban haciendo o dejarlo para otro momento. Dudó si devolverle la pregunta, si debía o no indagar en un asunto que sabía que iba a molestarle, si era ella la persona indicada para forzarlo a tomar una decisión.

-Saldré mañana a primera hora- pronunció, ajeno a los pensamientos de la mujer.

-¿Se lo has dicho al consejo?-.

-Ve tú a decirlo- le soltó, luego se dio cuenta de que había sido demasiado brusco y negó con la cabeza antes de mirarla, dispuesto a corregir sus palabras.

-Está bien- se adelantó. -Tú... tienes mucho que preparar- le sonrió a modo de despedida y se giró para dejarlo solo.

Entendía que estuviera así y también que no quisiera hablar más con Gabriel, Aaron y el resto, no después de la discusión que tuvieron. Lo entendía, entendía sus motivos y también intuía sus emociones. No habían sido en vano todos los años que habían sobrevivido juntos, todo cuanto habían aprendido los unos de los otros. Lo entendía y Daryl se lo agradeció en silencio.

Observó a Maggie hasta que desapareció entre las calles, después suspiró y arrancó el paso para dirigirse a casa. Solo tendría que coger sus armas, una muda, algo para poder dormir al raso y algún bote de conservas por si algún día no encontraba qué comer. Un equipaje ligero porque en realidad nunca le había hecho falta nada más para sobrevivir.

Cogió unos calzoncillos, un par de calcetines y una de las mantas que usaba para taparse las noches que hacía frío. Ya tenía para vestirse y para dormir. Acumuló sobre la mesa todo sus cuchillos, las flechas y su ballesta. Ya tenía para protegerse. Solo le quedaba subir a la cocina y también ir hacerse con algunos bidones de combustible para su moto.

-Hola...- la voz de Lydia lo sorprendió al cruzar el salón.

-Hola-.

-¿Quieres?- se ofreció a compartir con él la mitad del sandwich que estaba comiendo.

-No- otra vez demasiada tosquedad. -No tengo hambre- lo suavizó.

-¿Entonces?- entrecerró los ojos, como buscando ver sus intenciones más allá de sus actos.

-¿Qué?- no comprendió su pregunta.

-Vas a la cocina- era obvio su razonamiento.

-Ah, sí- comprendió. -Voy a...ver si hay algo con lo que podamos cenar- improvisó, pues no tenía intención ninguna de contarle la verdad.

-Un poco de pan, un filete que sobró del almuerzo y... medio bote de confitura de tomate- lo sabía porque antes de su paso por la cocina quedan dos trozos más de pan y algo más de la mermelada.

-Estupendo- ironizó entre dientes. -¿Y sabes si hay alguien donde lo de los suministros?- a unas malas iría sin nada, cazaría cuando pudiera y ayunaría si las cosas se complicaban, pero ya llevaba un día sin comer, no quería empezar pasando hambre tan pronto.

-Supongo, ¿quieres que vaya?- se levantó.

-No hace falta- no quería molestarla, aunque a ella no pareció hacerlo en absoluto.

-En realidad, sí hace falta- sonrió. -Además... así hago algo- quería sentirse útil ahora que todos comenzaban a aceptarla como parte de la comunidad y esa, por el momento, le pareció una buena forma.

Le dio otro bocado a su sandwich y no esperó a que él le dijera nada más, salió de la casa y avanzó a paso ligero hacia el almacén. Lydia sabía que allí no iban a darle mucha comida, pues realmente no la había, y, aún así, para con ellos Laurie tuvo un poco más de consideración, pues le entregó el último trozo de queso que quedaba para que pudieran comerlo tanto ella como Judith y J.R..

-¿Lydia?- la llamó Carol.

-¡Hola!- sonrió anchamente al verla.

-¿Qué haces?- no esperaba encontrarla allí y menos cargando con comida.

-Me ha mandado Daryl a por...- fue a explicarle, pero a ella no le hizo falta escuchar más.

-¿Daryl?- arrugó el gesto, extrañada. -Le he dejado la carne del mediodía en la cocina, por si quería comer cuando volviera- le explicó a ella, aunque también se lo recordó a si misma en busca de alguna explicación para que él hubiera mandado a Lydia a por comida.

-Sí- asintió, pues allí seguía, -pero no tenía hambre...-.

-¿Entonces?- formuló y la chica solo se encogió de hombros, pues para ella también era raro que, precisamente él, se hubiera preocupado por si quedaba o no algo para comer, pero así era.

Carol le mantuvo la mirada mientras su cabeza empezaba a formular una nueva pregunta y hubo de desecharla al ver a Lydia retomar el paso. Estaba claro que no era a ella a quien debía interrogar, aunque en realidad a Daryl tampoco.

Seguía ahí, seguían ahí, y sin embargo lo sentía más lejos que nunca. Sabía que no podían volver a ser exactamente los mismos que eran antes después de todo lo ocurrido con Alpha, sabía que había roto partes de su relación que tal vez nunca podría reparar y a la vez sabía que, si algo malo volvía a ocurrir, él podría ser el primero a quien acudir, pero echaba de menos sentarse a su lado, hablar, reír... Le echaba de menos aunque le tuviera cerca, y aquella paradoja la estaba matando.

-Voy a guardar esto- dijo Lydia al entrar en casa y se dirigió hacia la cocina.

Ella asintió aunque ya no pudiera verla y se quedó mirando a las escaleras que daban a la habitación de Daryl. En cualquier otro momento, no hubiera dudado en bajar y regañarle por haberse ido al bosque sin avisar, por no haber ido a saludarla al volver, o simplemente a contarle que Maggie había convencido a todos para sembrar tal y como hacía con Georgie. En cualquier otro momento, ni hubiera pensando para qué bajaba, pero ahora sí dudó.

Respiró profundamente y negó con la cabeza. No. No iba a bajar. Esperaría a la cena para encontrarse con él, le preguntaría qué tal el día mientras se sentaban a la mesa y dejaría que fuera la propia Maggie quien le contara sobre los cultivos. No iba a bajar.

No iba a bajar y bajó.

Se encontró la puerta abierta, por lo que pensó que él estaría allí dentro, descansando, pero no. Encontró una muda de ropa interior, una manta, todas sus armas y una mochila en la que intuía que iba a meterlo todo.

Luego escuchó pasos, sus pasos, y se volvió para verle cargando con un bidón de combustible en cada brazo.

-¿Qué haces?- no supo cómo no se le rompió la voz al preguntarle. 

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