Reflejos azules

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Levantó la mirada del fuego y la dirigió hacia él.

Al final habían pasado la noche en mitad del bosque, como Daryl quería, y también como a ella acabó pareciéndole mejor. Con aquellos imbéciles ya muertos no tenían ninguna amenaza inminente y habían podido recuperar todas sus armas, su mochila, sus ropas... y hasta las botellas de agua, así que podían estar tranquilos.

O al menos eso pensó durante las siguientes horas hasta que, al verle levantarse para recoger las mantas del suelo, se le encendieron todas las alarmas.

-¿Qué te duele?- le lanzó la pregunta con la seriedad de quien solo va a aceptar como respuesta una verdad.

-¿Eh...?- no la entendió, o más bien no quiso entenderla.

-Que te estás moviendo como si te fuera imposible estirar la espalda, ¿te duele?- le habían pegado, claro que le habían pegado, sino les hubiera sido imposible retenerle de la manera en la que le estaban reteniendo, así que lo extraño era que estuviera en pie después de todo.

-Un poco- le restó importancia para que no se siguiera preocupando.

-Déjame ver-.

-No- contestó con rotundidad y se acercó a la moto para dejar las mantas y coger su ballesta. -Voy a cazar el desayuno- apretó los dientes para no gritar de dolor al girarse y se fue de allí sin darle margen alguno para rebatir sus palabras.

Estaba convencido de que la herida sanaría sola y siguió estándolo un par de horas más hasta que, al volver junto a Carol, además de la sangre del conejo que había logrado atravesar con una de sus flechas, goteaba también la suya a través de su camisa.

-¿Vas a dejar que te vea ahora o tengo que amenazarte con el arco?- le preguntó mientras le fulminaba con la mirada.

Él asintió en silencio y agachó la cabeza antes de detenerse frente a ella. Si se lo seguía negando solo conseguiría que se molestara más, y prefería su gesto de preocupación a la frialdad de su enfado.

Ella le levantó la camisa con cuidado, esperando un par de hematomas y algún rasguño más profundo de la cuenta, pero no encontró nada de eso.

-Daryl...- musitó al ver la venda improvisada que se había puesto y le miró como si así pudiera obligarlo a darle una explicación.

-He tenido heridas peores- se excusó.

Y ahora fue Carol la que no contestó.

Deshizo el nudo de aquella tela empapada de sangre y deslió su torso para descubrir un corte mucho más feo del que esperaba. Un corte que le hizo cerrar los ojos durante unos segundos para tratar de mantener cierto control sobre sí misma, porque no era una mujer aprensiva, pero aquello le dolió más que si fuera en su propia carne.

Tomó aire y paseó sus dedos por el borde, haciendo una ligera presión con la que abrió la herida lo suficiente como para valorar su verdadera profundidad.

-Ah...- Daryl no pudo evitar quejarse y, ante aquello, Carol apartó su mano de él como por resorte.

-¿Fue mi cuchillo?- por la forma y lo que pudo ver el día anterior, estaba casi segura de ello, y él se lo confirmó con un leve movimiento de cabeza. -Pues... por suerte topó con tus costillas, sino... ahora mismo creo que no estaríamos aquí- se incluyó a sí misma en esa realidad y se volvió hacia la moto mientras sus ojos se llenaban de unas lágrimas que se resistieron a lanzarse hacia sus mejillas.

Tenía que curarle, tenía que coger el botiquín que estaba en su mochila y coserle, pero... necesitó un par de minutos antes de hacerlo. Un par de minutos para concentrarse en respirar y convencerse a sí misma de que solo era una herida que iba a sanar, por más que acabara de ver sus huesos a través de su carne, por más que las telas con las que se había cubierto estuvieran completamente llenas de su sangre.

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