Perderse

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-Nada-.

No esperaba encontrarla allí, no contaba con que viera sus cosas... ni siquiera había pensado en despedirse de ella. Iba a terminar de recoger todo, dormiría y se despertaría al alba listo para marcharse. Quería haberla esquivado por todo los medios y, en cambio, allí estaba: frente a él. Lo había descubierto y ahora no sabía qué decir.

-Nada- repitió Daryl a su pregunta y avanzó para dejar el combustible en el suelo.

-¿Y eso?- señaló hacia sus armas sin dejar de mirarle fijamente.

Pensaba irse, no tenía la menor duda sobre ello. Iba a coger su moto y sus cosas y se iba a marchar. Era obvio, tan obvio que Carol no supo si eso la enfadaba o solo le rompía el corazón. Daryl iba a irse sin decirle nada y ahora encima le mentía. Le mentía y se callaba.

-Contéstame- más que pedírselo se lo suplicó.

-No es nada- dejó de mirarla y se acercó al sofá para recogerlo todo, como si al apartarlo de su vista fuera a arreglar algo.

-Te vas...- no supo cómo pero lo dijo, lo puso en palabras y eso le dolió un poco más.

-Solo unos días- de mentira en mentira, muy bien Daryl.

-¿Cuándo?- contuvo la respiración y, pese a que le daba la espalda, continuó con sus ojos clavados en él.

-Mañana- soltó la manta en el mismo sitio del que la había cogido, suspiró y cruzó sus brazos a la altura de sus axilas, como si así pudiera protegerse de aquella conversación que no quería tener.

-¿Mañana?- era demasiado pronto como para hacerse la idea, no le iba a dar tiempo a tratar de convencerle y tampoco supo si tenía derecho a intentarlo.

-Sí- le había dado muchas vueltas y al final aquella era la mejor opción, hacer lo que el consejo le había pedido que hiciera pero con sus propias condiciones. -Voy a ver qué hay- resumió y, por más que se giró hacia ella, fue incapaz de atreverse a mirarla.

-Caminantes y peligro, no hay nada más- pronunció.

No tenía razón, confiaba en que hubiera muchas cosas más, pero en todos aquellos años eso era lo único que habían encontrado. Los caminantes ya eran un riesgo secundario, habían aprendido a pelear contra ellos, a apuntar a su cabeza, a usar la fuerza justa para atravesarles el cráneo con un solo cuchillo, a camuflarse incluso. Ya no suponían prácticamente nada, pero la gente... los vivos sí eran un serio peligro y eso le pesó como una losa sobre los hombros.

Que Daryl se fuera a "ver qué hay" era exponerse a ello, jugarse la vida en cada paso que diera y, si él se iba para no volver, a ella ya no le quedaría nadie por quién seguir luchando.

Hizo un mohín con sus labios y quiso pedirle que no lo hiciera, que se quedara, pero estaba a punto de romperse y eso le impidió pronunciar una sola palabra.

-Carol...- el sonido de su respiración lo obligó a mirarla y él también se quebró al ver su gesto.

Sus ojos intercambiaron destino por unos segundos.

Ella negó con la cabeza.

Él se resistió a asentir.

Y entonces apareció cierto enfado, se cruzó un reproche, se coló algo que ninguno de los dos quiso distinguir, se oscureció una vieja risa, se intentó dibujar una explicación y resonó una culpa.

Luego se esfumó todo aquello, todo junto, y Carol comprendió que también ella debía irse de su cuarto. Si le pedía que se quedara sería una idiota y una egoísta. Lo primero porque no sabía si sería capaz de decírselo sin que una lágrima le cruzara la mejilla y lo segundo porque era su vida, era su decisión, y ella no tenía derecho alguno a entrometerse, por más que su existencia estuviera directamente atada a la suya.

-Carol...- trató de detenerla, pero ella no se volvió.

Avanzó por las escaleras, dejando a Daryl anclado en el umbral de la puerta, y siguió subiendo hasta encerrarse en su propia habitación.

Una vez allí, el aire que se le había atascado en sus pulmones salió por su boca en forma de sollozo. No quería que se fuera, no quería perderle a él también. Él, que siempre había estado ahí desde el principio, que había compartido tanto a su lado, que tanto bien le hacía... Él. Daryl. El único capaz de hacerla sentir segura, de darle toda la paz y la fuerza que necesitara. Él, que era prácticamente la otra mitad de su alma.

Se tumbó en la cama y el techo le sirvió como un lienzo en blanco en el que pintar sus ideas. ¿Cuánto hacía que le quería? ¿En qué momento decidió rendirse? ¿Por qué en los últimos tiempos había impuesto su dolor y su sed de venganza sobre él? ¿Cómo había podido dejar que eso los separara?

Tratando de curar sus heridas le había provocado muchas otras a él. Le había ignorado, había ido en contra de todo lo que le había dicho que no hiciera, lo había puesto en peligro, había hecho saltar por los aires aquella cueva y con ello también su posibilidad de tener un futuro con Connie, le había ocultado sus planes, había corrido en dirección opuesta a la suya... Se había alejado de él por más que él había tratado de evitarlo y ahora que todo había pasado, que era plenamente consciente de lo que eso significaba, iba a ser él quien pusiera una distancia física entre ellos.

Dio algunas vueltas sobre sí misma en el colchón, vio caer la noche a través de la ventana, se quedó dormida un rato, se despertó al otro y, sin voluntad alguna para volver a dejase atrapar por el sueño, se levantó y bajó a la cocina.

Se echó un vaso de agua y lo bebió casi de un trago. Abrió los cajones buscando algo de comida y acabó pellizcando un trozo de pan. Esa iba a ser su cena a las dos de la mañana.

-¿Qué haces despierta?- apareció Maggie en el salón.

-¿Y tú?- le devolvió la pregunta desde el otro lado de la encimera.

-Te escuché bajar- la verdad es que hacía años que sufría de cierto insomnio y por eso la había oído. -Creí que eras uno de los niños- terminó de acercarse y entonces pudo ver en su gesto un halo de tristeza que la estremeció. -¿Estás bien?-.

Carol la miró dispuesta a decirle que sí, pero no se sintió con ánimo de mentir. -Daryl se va mañana- fue la versión larga de un simple no.

-Lo sé, ayer Aaron propuso ir a buscar recursos... Querían organizar una partida, que salieseis unos cuantos a explorar porque aquí aún tardaremos en volver a cosechar algo y ya hemos explotado todo lo que teníamos alrededor- fue explicándole, pero Carol había dejado de escucharla unas cuantas palabras atrás.

-¿Que saliéramos?- eso la incluía a ella.

-Kyle y Gabriel coincidían en que... quizás te viniera bien ir con ellos-.

-¿Y por qué nadie me ha dicho nada?- necesitó saber.

Maggie no estuvo segura de lo que debía responderle.

-¿Por qué?- insistió.

-Daryl no...- tomó aire -no pensaba igual- lo soltó.

-¿Quién más va?- apretó los labios tras preguntarle, conteniendo un enfado que aumentaba por segundos.

-Nadie- contestó. -El consejo quería planearlo todo con cierta calma pero él ha decidido irse por su cuenta- según iba hablando trató de encontrar algún modo de reconfortarla y en ese intento se acercó un poco más a ella.

-Idiota- murmuró Carol entre dientes y lo hubiera dicho más alto de tenerle a él enfrente.

-No le va a pasar nada- confiaba en Daryl más que en cualquier otra persona en lo que quedaba de mundo, y se sintió en la obligación de recordárselo.

Ella la miró, endureció su gesto como si así pudiera fingir que tampoco le importaba tanto y suspiró. -Me voy a dormir- prefirió despedirse y, solo cuando estuvo de nuevo en su cuarto, comprendió que acababa de decir una nueva mentira.

No iba a dormir, ni quería ni podría hacerlo. 

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