La forma de mirarse

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-Quédate a comer, Tom, haz el favor- le insistió Agatha mientras cortaba otra rebanada de pan.

-Que no, no os preocupéis- volvió a negarse.

-Mira que eres cabezón- le soltó.

-¡Anda la que fue a hablar...!- exclamó y se quedó mirándola a punto de soltar una carcajada.

-¡Haya paz!- entró Emma en la cocina cargada con una cesta entera llena de verduras.

-Es que no se quiere quedar a comer- se chivó a su mujer como si ella pudiera hacer algo más para convencerle.

-¿Cómo que no? Entonces se va a llevar un poco de todo esto- abrió uno de los cajones para sacar de allí una bolsa de tela en la que meter algunas coles, brócolis y remolachas.

-¡Me voy!- decidió Tom, pues un par de minutos más con ellas y acabaría almorzando allí y llevándose la mitad de sus verduras.

-Luego nos acercamos Chloe y yo a su casa, entonces- Agatha seguía sin darse por vencida.

-Haced lo que queráis, ¡hasta luego!- se despidió con una sonrisa para ambas.

-Espera, Tom- le pidió Emma.

-Ya os he dicho que no hace falta que me...- fue a decir, pero ella le cortó antes de que siguiera.

-No es eso- sonrió. -¿Daryl está bien?- hacía cinco días desde que había despertado y, por tanto, su estado había dejado de ser preocupante, pero igualmente Carol preguntaría en cuanto volviera de pasear con Chloe y, por lo que le iba conociendo, si le hacía la misma pregunta a él, aunque estuviera al borde de la muerte, le respondería con un mísero .

-La herida cicatriza como debe y a partir de mañana ya no necesitará tomar ningún medicamento, así que sí: está perfectamente- al terminar de hablar se cambió de mano el pequeño maletín que cargaba y volvió a ensanchar su sonrisa. -¿Algo más?- pronunció, listo para volver a despedirse.

-Sí, toma- salió Emma de detrás de la isla de la cocina para darle la bolsa que había logrado prepararle mientras hablaba.

Tom, que ya rondaba cerca de los sesenta y no esperaba el peso de todas aquellas verduras, dejó que su hombro se venciera por unos segundos antes de recomponerse.

-¿Necesitas ayuda?- se ofreció Daryl al verle.

-No, y menos tuya- soltó la bolsa en el suelo. -Esto se queda aquí, yo me voy y tú... sigue cuidándote- le advirtió.

-¡Tom!- protestó Agatha al ver como sí que se marchaba sin nada.

-¿Qué es?- se acercó el arquero con curiosidad.

-Verduras- bufó la mujer. -Mi hija y tu...- sintió la mirada reprochadora de Emma -Carol- corrigió a tiempo -las han recogido esta mañana del huerto de Marc y Susan-.

-¿Los que vinieron ayer?- le sonaban sus nombres, pero no estaba seguro.

-Sí- sonrió Emma.

-¿Y por qué no se las ha llevado?-.

-Porque es así- se encogió Agatha de hombros. -En la asamblea acordamos que todos íbamos a colaborar para ayudaros pero a nosotras nos parece injusto que sea él quien más haga y que no reciba nada a cambio- le explicó.

Daryl no respondió, solo asintió con la cabeza y agarró la bolsa del suelo para ponerla sobre la encimera de la isla.

-Tom te ha dicho que no hagas esfuerzos- le riñó Emma.

Y ahora tampoco dijo nada. Se limitó a resoplar, pues empezaba a estar harto de que todos le trataran como si un simple roce del viento pudiera matarle, y luego se dirigió hacia la silla más cercana para sentarse bruscamente.

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