Nunca le habían gustado las noches sin luna y esta fue una más que añadir a la lista.
Daryl se había pasado toda la noche mirando hacia la ventana; era lo único que podía hacer desde el sofá en el que estaba tumbado, pues Dog, que lo estaba utilizando de colchón, no le permitía ni cambiar de postura.
A ratos hasta le escuchaba soltar pequeños ronquidos y le envidiaba. Envidiaba que pudiera estar durmiendo tan plácidamente cuando él era incapaz. No había dormido ni un solo segundo, y no porque no lo necesitara, ni porque no hubiera tratado de obligarse a hacerlo. No había podido.
Cerraba los ojos y la veía. Trataba de no pensar y la escuchaba.
-Te vas...- la oía dentro de su cabeza y, cuando más lo hacía, con mayor claridad percibía el temblor de su voz al hablar.
Por eso no quería despedirse, por eso no quería decirle nada.
Si las cosas de por sí ya no estaban siendo fáciles, la propuesta de Aaron se lo había complicado todo mucho más. Era consciente de que podría haberle dicho que no, pero no estaba en su naturaleza no pelear, no iba a dejar que fueran otros los que asumieran el peligro de salir... aún menos Carol.
Bufó al encontrarla otra vez en su cabeza y sintió su corazón quebrarse un poco más ante un nuevo "te vas...".
-Vamos, Dog- palmeó su lomo para despertarlo y así poder liberarse de su peso de la misma forma en la que desearía deshacerse de todos sus pensamientos.
Quedaría poco más de una hora para el amanecer, así que se levantó del sofá, se vistió y no tardó más de unos pocos minutos en estar completamente listo para irse.
-Tú también te quedas, amigo- se volvió a acercar a Dog para acariciarlo.
No podía llevárselo en la moto y confiaba en que Lydia, Judith y R.J. lo cuidaran y lo entretuvieran durante el tiempo que iba a estar fuera.
-Vigila de la casa, ¿eh?- fue su forma de despedirse.
Luego se acomodó la mochila tras la espalda, subió las escaleras, llegó a la puerta y, justo cuando iba a abrir, se giró para alzar la mirada hacia arriba. ¿Y si le pasaba algo? ¿Y si no podía volver? Se habría ido sin decirle adiós, sin agradecerle todo el bien que le había hecho su amistad durante todos aquellos años, sin ser capaz de poner en palabras lo mucho que la quería.
Su pie pisó el primer escalón sin darse cuenta y, sin darse cuenta también, se encontró a sí mismo frente a la puerta de la habitación de Carol. Alzó la mano para llamar y tomó aire en un intento de reunir la valentía necesaria, pero sus nudillos quedaron parados a dos centímetros de la madera.
No. Si la despedía no iba a ser capaz de irse, no así.
Giró.
Bajó.
Y mitad de escalera paró y volvió a subir.
Llamó sin querer ser consciente de lo que estaba haciendo y esperó a que ella le abriera.
Llamó otra vez. Cuatro golpes, cinco segundos de espera... seis, siete, diez... Ni un ruido en el interior. Veinte. Cuarenta.
Sesenta. Setenta y siete.
Dejó salir todo el aire de sus pulmones al entender que no le iba a abrir. No la culpaba, él también estaría enfadado si fuera ella la que hubiera tomado la decisión de irse así, aunque, para ser sincero consigo mismo, se lo hubiera perdonado de inmediato, como se lo perdonaba todo.
-Carol...- la llamó y cerró los ojos esperando que aquella maldita puerta se abriera, o que al menos ella le contestara desde el interior de la habitación, pero nada.
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Together
Fiksi PenggemarTener que irse. Tratar de alejarse. Marcharse... Encontrarse.