El cielo aquel día amaneció tan azul que era imposible distinguir su reflejo en la mirada de Carol. A veces algunos pájaros que lo cruzaban rompían por un instante tanta armonía. Otras veces, era ella misma la que lo hacía desaparecer cerrando los ojos para sentir solo el viento en su cara, y si dejaba de pensar se convertía en pájaro también... volando sin alas sobre aquella moto, sintiendo como solo la velocidad rozaba su cuerpo.
Por unas horas, todos sus malos pensamientos se fueron y la hicieron más libre de lo que nunca había creído ser. Solos él y ella. Juntos, rumbo hacia todas y ninguna parte a la vez.
-¿Tienes hambre?- le escuchó decir.
-No...- podía aguantar bastante más sin comer, aunque entendió que Daryl no debía pasarse tanto tiempo seguido conduciendo. -¿Quieres parar?- le ofreció.
-No...- no había dormido y tampoco había comido nada el día anterior, pero podía seguir sin problema.
-Podemos llegar hasta allí- lo soltó con una de sus manos para señalarle una pequeña loma que debía quedar a no mucho más de diez kilómetros. -Nos vendrá bien descansar un rato- se incluyó en una afirmación que solo hablaba de él, porque sabía que así no iba a negarse.
Un par de minutos después, sin haber escuchado más respuesta que la del motor acelerando, el camino dejó de ser de asfalto y se volvió de una tierra que odiaron tener que respirar y cuyo sabor hubieron de quitarse de la boca con un trago de agua.
-Toma- desató Daryl su pañuelo del manillar de la moto para dárselo.
-No hace falta- lo rechazó, pues en cuanto volvieran a ponerse en marcha él también iba a necesitarlo y quizás en su bandolera hubiera algo que pudiera utilizar.
-Toma- le volvió a decir y se lo dejó sobre el sillín para que no le discutiera más.
Si empezaban así, tratando de ganarse el puesto al más cabezota de los dos, iban a terminar peleando por cualquier absurdidad y no tenía ni ánimos ni ganas para ello.
Carol también sabía que, aunque no estuvieran bien del todo, aunque las cosas últimamente no hubieran sido como siempre, tenía que poner todo su empeño en revertir la situación y, mientras observaba cómo caminaba hacía delante, atento a si había algún peligro o algo que les resultara útil, lo tuvo un poco más claro aún.
-Hey- lo llamó, avanzando a zancadas hacia él. -¿Qué tal me queda?- se colocó el pañuelo de tal forma que tapara su nariz y su boca.
-Pareces... un pistolero- se aguantó las ganas de sonreír para dedicarle solo una mirada de fingido desagrado.
-Ah, ¿sí?- exclamó y ella sí soltó una carcajada antes de imitar el sonido de dos disparos.
Daryl negó con la cabeza y le dio un manotazo al aire como si quisiera darla por perdida, aunque lo cierto era que aquella era Carol en toda su esencia y le gustó tenerla de vuelta.
-Vamos a comer algo, vaquero- agravó su voz y se giró para volver donde la moto.
Cogió de allí la bolsa en la que había puesto la comida y una leve sonrisa la acompañó un rato más, contagiándole a él sin darse cuenta.
La había echado tanto de menos que, mientras se acababan un trozo de pan y un poco de lomo en conserva, no pudo hacer otra cosa que mirarla: tan tranquila, tan relajada, tan cómoda...
Carol lo descubrió un par de veces observándola y en cada vez ensanchó un poco su sonrisa antes de devolver su atención hacia la comida y el paisaje que se veía desde allí.
-¿Traes un mapa?- pensó al terminar.
-Sí- se lo sacó del bolsillo trasero y se lo dio para que ella lo desplegara.
