Le dio una patada a la sábana. Golpeó la almohada. Se revolvió sobre el colchón. Y luego la abrazó.
Pudo sentir entonces su pelo bajo sus manos, entre sus piernas, rodeando sus fosas nasales, su boca, su...
-Carol- la llamó, aunque más que un reclamo fue una queja, porque no la había sentido jamás tan peluda, porque estaba empezando a molestarle sobremanera, porque empezaba a obligarlo a despertarse y no quería.
-Dime, mi amor...- escuchó su susurro amoroso mientras sus labios acariciaban el lóbulo de su oreja.
-Nada- sonrió y se dispuso a buscar a ciegas su boca para besarla, pero en aquel intento solo encontró una lengua larga que lamió toda su cara dejando un generoso rastro de saliva a su paso. -¡DOG!- protestó y abrió los ojos para descubrir que era a él y no a Carol a quien se mantenía abrazado.
Ella, que hacía rato que había abandonado la cama y casi estaba lista para salir también de la habitación, tan solo había contribuido a aumentar un poco más su confusión y, al ver su gesto y el modo en el que empujaba al perro para que saliera de la cama, estalló en carcajadas.
-No tiene gracia- bufó, más molesto con Dog que con su risa. -Y tú... aparta, anda- lo terminó de echar antes de llevar sus manos a su cara para limpiarse el rastro de saliva que había dejado en ella.
-¡Eh! No lo trates así- le reprochó sin dejar de reírse. -Además, ha sido culpa tuya, no de este chico precioso...- se agachó para acariciar amorosamente al perro.
-Vamos, Carol, no me jodas...-.
-Dime que no te estás poniendo celoso- se levantó y saltó en la cama sobre él. -Mira que yo no me he puesto celosa cuando te has abrazado a Dog así- le imitó- y tampoco cuando casi le besas...- otra carcajada.
-Quita- no quería reírse, así que trató de apartarla, pero ambas cosas le fueron imposibles.
Ella lo besó entonces y él se lo devolvió con ganas, con demasiadas ganas en realidad.
-Para, para- se separó. -Me tengo que ir y... estos besos tuyos ya sé yo cómo terminan...- le sonrió.
-¿A dónde vas?- obvió la segunda parte de su frase para centrarse en la que creía que sí tenía importancia.
-A cazar con Maggie- aprovechó para darle un breve beso en los labios y sonreírle un poco más, esperando que eso fuera suficiente para que no preguntara nada más.
-¿Maggie va a salir a cazar?- le extrañó.
-Sí, conmigo- se levantó de la cama. -Y ahora me voy, que ya debe estar esperándome- sabía que se estaba mordiendo la lengua para no ofrecerse a acompañarlas y también para no seguir indagando, así que se volvió y le sonrió antes de ir a abrir la puerta.
-Espera- le pidió.
-Dime- suspiró.
-Esta noche hay... luna llena- había planeado aquello de otro modo, pero no le estaba dejando muchas más opciones.
-¿Y? ¿Vas a convertirte en hombre lobo?- frunció el ceño. -Mira que con lo de los "zombies" ya estamos...- se fue a reír, pero él la cortó.
-No... pero... bah, da igual- negó con la cabeza y dio un manotazo al aire sintiéndose estúpido.
-No, no da igual, dime- cerró y se acercó a la cama para esperar a que Daryl se decidiera a continuar.
-¿Estaréis de vuelta para esta noche?-.
-Sí- dudó, -sí, supongo que sí- terminó convenciéndose.
-Vale- besó su hombro y le sonrió.
