Amor

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Dos

Al día siguiente, Daryl despertó de un brinco al oír como Carol lo llamaba. Entre los dos tuvieron que deshacerse de unos cuantos caminantes y después, también entre los dos, desayunaron el resto de pan que les quedaba, apagaron el fuego y recogieron para volver a emprender camino.

¿Destino? Ni se habían llegado a poner de acuerdo ni lo llegarían a hacer, así que tan solo siguieron hacia adelante.

Pasaron por diferentes carreteras y topando con algunas pequeñas hordas que no les fue difícil esquivar, pero en el paisaje no había absolutamente nada que pudiera servirles. Algunas casas o granjas alejadas las unas de las otras, terrenos baldíos, ningún animal... Nada: no había nada.

-Por allí parece que está el río- indicó Carol unas horas más tarde.


Tercer día

Llenó las botellas con el agua que acababa de hervir, las cerró y las dejó a un lado para que pudieran enfriarse.

-¿Has terminado?- lo escuchó decirle, porque él la escuchó suspirar.

-Sí, ¿necesitas ayuda?-.

-No- continuó sin apartar la mirada de aquella pobre ardilla a la que estaba desollando.

-Mejor- suspiró, -hay cosas a las que no termino de acostumbrarme- puso una mueca en su gesto aunque Daryl no la vio.


4

Y era la tercera noche que tenían que dormir al raso. O intentar hacerlo al menos.

-Me toca- dijo Carol mientras se levantaba de aquella manta que servía de colchón sobre el suelo.

-No has dormido nada- Daryl estuvo seguro de que ni siquiera había pasado media hora desde que se tumbó.

-Da igual, no tengo sueño- había sido cerrar los ojos y... agolparse en su mente toda clase de pensamientos, a cada cual más dispar. -Anda, duerme- le esbozó una sonrisa antes de ocupar su lugar.

-Llámame en cuanto quier...- ella lo cortó.

-Sí, tranquilo- le aseguró, y cumplió a medias su palabra.

Aguantó cinco horas más en el silencio de la noche, observando cómo él dormía y tratando de mantener el fuego encendido. Su cabeza siguió haciéndole de las suyas pero así al menos podía distinguir lo que no era real, lo que ya formaba parte del pasado o lo que nunca llegaría a ocurrir.

-Maldita sea, Carol- protestó él al despertarse con las primeras luces de la mañana y darse cuenta de que ella había pasado toda la noche despierta.

-¿Qué?- fingió que no ocurría nada y le volvió a sonreír del mismo modo que horas atrás.


Día 6

Disparó la ballesta una vez y, viendo que no le daba tiempo a cargarla de nuevo, cogió el cuchillo para atravesar la cabeza del caminante más cercano.

-¿Vas bien?- quiso asegurarse, sin tener que perder ni un segundo en mirarla, de que ella también estaba controlando la situación.

-Sí- en realidad, -más o menos- le dio una patada a otro.


Octavo

La estaba esperando para volver a la moto, así que trató de ser todo lo rápida que pudo. De hecho, fue desabrochándose el pantalón mientras avanzaba hacia entre los árboles, aunque... cambió de prioridad al descubrir a lo lejos una casa que distaba mucho de ser como las del resto que habían encontrado en el camino.

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