Tanto tanto

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-Daryl...- repitió una vez más.

Sus labios casi estaban rozando el plástico de aquel walkie que él encontró semanas atrás en el casoplón del que tuvieron que salir huyendo. El mismo walkie que le había salvado la vida y que ahora esperaba que se la estuviera salvando a ella.

-Si me escuchas, dime algo... por favor-.

Estaba muerta de miedo. Llevaba más de una semana sin hablar con él y no tenía ni idea de lo que iba a decirle, pero ahí estaba, esperando a oír su voz, aunque fuera para mandarla a la mierda.

-Por favor- insistió.

Sabía que se estaba esforzando por ignorarla. Cada mañana se iba prácticamente al alba y regresaba cuando ya sabía que no iba a encontrársela por la casa. No quería verla y, aunque le doliera, imaginaba que ahora tampoco quería escucharla.

-Daryl...- bufó. -No quiero seguir así ni un día más-.

Más que querer, no podía, no era capaz de aguantarse a sí misma por más tiempo con todos aquellos pensamientos invadiéndola.

-Soy... una estúpida-.

Lo sabía, lo asumía y lo reconocería a quien fuera que se parase frente a ella.

-Últimamente no hago más que cagarla contigo, y entiendo que te enfades, y entendería perfectamente que no me quisieras hablar nunca más pero...-.

Soltó el aire que se le había atascado en los pulmones, porque solo pensar que él ya no quisiera estar a su lado nunca más la destrozó al segundo.

-Joder, Daryl...- cerró los ojos al decir. -No sé si te haces una idea de la mucha falta que me haces- tragó saliva. -Aunque no te lo parezca, aunque haga cosas que... que no tienen sentido... yo...-.

Volvió a acercarse a la cama y se dejó caer sobre ella.

-Yo te necesito a mi lado-.

Le estaba hablando a un walkie. Estaba sola en la habitación compartiendo sus pensamientos con un puto walkie.

-Contéstame, por favor- insistió. -Haz un ruido por lo menos-.

Cualquier cosa que le sirviera para saber que él estaba ahí, al otro lado.

Silencio.

-No sabía que besaba tan mal- necesitó bromear, porque la otra opción era echarse a llorar o, directamente, abrir la ventana y tirarse por ella. -Y...- calló a tiempo.

Justo a tiempo para no cagarla aún más, aunque estaba casi convencida de que él no la escuchaba, que ya se había ido y que el walkie seguía donde ella lo había dejado el día anterior: justo sobre la mesita de noche, haciendo que en su habitación vacía se oyera un leve eco de su voz.

-No sé por qué lo hice, Daryl-.

Algo en su interior quería pensar que estaba igual que ella, tumbado en la cama con aquel aparato entre las manos, pero si no era así... igualmente necesitaba hablar, desahogarse, quedarse tranquila con que al menos ella había hecho algo por arreglar las cosas.

-No sé por qué te besé y, aunque parezca contradictorio, tampoco sé por qué te dije que fue un error-.

Asumió la verdad más aplastante y más falsa de todas.

-Supongo que... que esas han sido otras de todas mis malas decisiones y que...- se mordió el labio hasta hacerse daño y luego volvió a respirar. -Y que tú has tenido que tragar con ellas una vez más-.

Así había sido siempre, ahora que lo pensaba.

-Primero te... te hiciste cargo de buscar a mi niña- hacía años de eso, pero aún le dolía como el primer día. -La buscaste como si fuera tu responsabilidad cuando... fui yo la que no supo cómo protegerla-.

TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora