Prólogo

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Siempre que hacía frío la nieve se acumulaba en la ventana, empañándola y formando pequeños hexagonos. Cuando el invierno llegaba el bosque y los caminos se volvían desolados, nadie se atrevía a salir por temor a congelarse... o ser devorados.

Al final de la montaña, cerca del acantilado habitaba una familia y aunque carecían en su economía, eran felices juntos. Se amaban y compartían entre ellos lo poco que tenían.
Sin embargo, la lúgubre noche cayó como una maldición sobre ellos. La espesa oscuridad tomó forma de un monstruo que entró en aquella morada, en tan solo unos minutos el miedo y los gritos se propagaron.

Olía a sangre. El aroma era tan fuerte que lastimaba las fosas nasales de los humanos. Aunque para su desgracia, era un manjar para aquella despiadada bestia.

—Onii-chan, tengo miedo. —sollozó la pequeña niña de ocho años, abrazándose a su hermano mayor.

El olor a muerte era cada vez más fuerte, los gritos y jadeos inundaban sus oídos. El padre con sus últimas fuerzas intentaba proteger a su familia.
Pero era imposible ganar contra él, la luna superior uno, quien tenía un propósito fijo.

— Quédate y no salgas por nada del mundo. —pidió Hyugā a su pequeña hermana, tomando su delicada cara entre sus manos y depositando un beso en su frente—. No nos olvides Yuriko, te amamos.

Pese a las ganas de llorar, la pequeña fue fuerte. Su familia estaba siendo masacrada y ella no podía hacer nada para ayudarlos. Espesas lágrimas de impotencia caían por sus mejillas, pero mientras su corazón dolía, su garganta se cerró.

Cuando los gritos, llantos y ruidos se disiparon, Yuriko salió de su escondite, con el miedo en su cuerpo y el dolor en pecho.

Abrió la puerta de la habitación intentando no hacer demasiado ruido. Sus descalzos pies pisaron los charcos de sangre y la parte inferior de su kimono se manchó. El cuerpo le temblaba y mientras más se acercaba más pesadez sentía.
Sus dulces ojos fueron testigos de la masacre contra su familia. Sus padres y hermano estaban ahí, en el suelo, sin vida y bañados en manchas carmín, sus gargantas habían sido cortadas de lado a lado.

Aquel escenario solo fue el inicio de su desgracia. Al quedarse sola comenzó a vagar por el pueblo hasta que unos hombres la tomaron a la fuerza y la convirtieron en su esclava. Cuando cumplió catorce años y su cuerpo se convirtió en el de una mujer, fue vendida a hombres lascivos en el distrito rojo, quienes solo deseaban una sola cosa. Aquellas bestias cometieron un atroz crimen.

Su frágil figura se arrastraba por el suelo bañado en sangre, era el mismo olor de muerte que había caído sobre su hogar un par de años atrás.

Los gruñidos del demonio comiendo a sus verdugos sonaba distante, ella continuaba moviéndose con dificultad hasta la salida. Quería ser libre, quería reunirse con su familia y terminar esa horrible pesadilla.

Cuando sintió la presencia del demonio junto a ella su corazón se paralizó, miró al cielo y se preguntó si ese sería su fin. Sin embargo, aquella criatura brincó sobre ella y se escabulló en medio de la suave oscuridad.

Fue allí cuando un rayo de esperanza se interpuso entre su nublada vista teñida de rojo. Un intenso amarillo resplandeció frente a sus ojos y la tomó en sus brazos.

— Tranquila, has luchado bien. Ahora estás en buenas manos. —susurró acariciándole el cabello con cariño.

Sus pesados ojos se cerraron viendo el nuevo amanecer y la enorme sonrisa de su salvador de ojos dorados. Por fin sentía el cálido abrazo del que había sido privada por cuatro años

Dos demonios de alto rango habían cometido el error de dejarla con vida, pero ella no sería tan piedosa para perdonarles sus atroces actos. 

 

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Fire and Ice • Kyojuro Rengoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora