22. Perdóname.

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Era muy de noche cuando la reunión había culminado. La luna brillaba en lo alto y el fresco aire de verano soplaba en el ambiente tenso.

Al salir de la habitación nadie emitía palabra alguna. Himejima y Tokito eran los únicos que se encontraban sin ganas de discutir, al primero le daba igual y el segundo solo rezaba que no hubieran golpes, mientras que Mitsuri se hallaba asustada mirando a sus amigos.

— ¿Vas a explicarnos porque carajos decidiste ocultar que dejaste a un demonio con vida y permitiste que un cazador viajara con ella? —reclamó Shinazugawa mirando con enojo a su amiga—. Creí que odiabas a los demonios tanto como yo.

Yuriko guardó silencio sin ganas de discutir. Estaba cansada físicamente por el entrenamiento que tuvo por la tarde. Sólo deseaba llegar a su finca para bañarse y dormir.

— Es mi culpa, déjala en paz. —Tomioka habló lo suficientemente alto para ser escuchado. Se mantenía sereno, sin expresión alguna.

— ¡Mejor mantente callado como siempe! —Sanemi estaba furioso. Tan sólo bastaba un comentario del pilar del agua para terminar con su paciencia y arrojarse sobre él.

— Por favor, dejen de discutir. —Kanroji se encontraba con su manos cubriendo su rostro. Estaba muy asustada y pronto comenzaría a llorar.

— Ya deja de hacer berrinches Sanemi, ve más allá de tus narices y usa tu cerebro por primera vez. —habló la albina dirigiéndole una mirada a su amigo—. Esa joven podría ser la clave para que todo esto termine. ¡Tú lo viste! Ningún demonio se había resistido a beber sangre, ni siquiera porque fueran...familia. —susurró lo último sabiendo la historia de Shinazugawa y como su madre había matado a sus hijos después de convertirse en demonio.

— Ara, ara, será mejor tranquilizarnos. —intervinó Shinobu con una sonrisa tranquila. No quería darle más vueltas al asunto después de que Ubuyashiki-sama les había dado una orden basada en hechos reales.

— Deja de decir tonterías, nosotros seremos quien terminemos con Muzan. —Sanemi siguió gritando, ignorando las palabras de Kocho. Su profunda mirada estaba clavada en ella, quería una explicación. Quería conocer las razones de su actuar. ¿Por qué por más que lo intentaba ella sólo seguía viéndolo como un amigo cernano, pero lejano?
¿Qué tenía el tonto de Tomioka para ser tan especial para ella?

— Somos un equipo, Sanemi. Basta ya, será mejor que descansemos. No tengo ganas de discutir esta noche. —comenzó a caminar rumbo a su finca.

— ¡No me dejes con la palabra en la boca! ¡Vuelve y danos una explicación! —sus gritos seguían retumbando—. ¡Eres una pequeña perra!

Kanroji dejó salir un gritó y tapó sus ojos esperando lo peor.

Un rápido rayo paso frente a ellos y el viento sopló sus cabellos. Kyojuro había sido demasiado rápido incluso para el pilar del viento, quien cayó de espaldas al suelo. Miró sorprendido a su amigo mientras limpiaba la sangre de su nariz.

— Shinazugawa. —Kyojuro, quien se había mantenido callado todo el tiempo, dejó caer su katana en la funda, haciendo ruido con el metal—. La próxima vez que vuelvas a decir algún insulto hacia Yuriko haré que le pidas perdón de rodillas después de romper todos tus huesos. Somos amigos, pero no tientes tu suerte.

Kyojuro se acercó a Yuriko tomándola de la mano y comenzó a caminar con ella detrás de él.

Kyojuro se acercó a Yuriko tomándola de la mano y comenzó a caminar con ella detrás de él

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— ¿Estás molesto? —aquello había sonado más a una afirmación que una pregunta.

Los ojos de Rengoku estaban fijos en la comida.
Después de llegar a la finca, él se había dedicado a preparar la cena sin mencionar nada, así que ella desanimada se marchó hacia el baño para darse una ducha.
Pensaba irse a dormir, pero Kyojuro había gritado su nombre, llamándola para cenar.

— Por supuesto que estoy molesto. —dejó caer sus palillos—. Está vez Sanemi fue más lejos de lo esperado.

— No me refiero a eso. —su voz había sido demasiado suave—. ¿Por qué no has preguntado nada?

Examinó la cara de su prometido en busca de algún reacción extraña en él que demostrara su sentir. Sin embargo, Kyojuro sólo transmitía calma, como siempre.

— Tengo tantas preguntas, pero no sé por dónde empezar. —habló con mucha sinceridad—. No me molesta que los hayas apoyado, conozco tus razones, pero...

— Pero...—alargó la última vocal incitándolo a continuar. Estaba intrigada y nerviosa.

— ¿Por qué no me dijiste nada? —por fin dejó ver sus emociones. Estaba lleno de tristeza—. Creí que éramos un equipo funcional y no había ningún secreto entre nosotros. ¿Tan poca confianza me tienes para no contarme algo así? Yo jamás te juzgaría. —la tristeza y decepción era palpable en el ambiente—. ¿Acaso Tomioka es más importante su yo?

— ¡No! —soltó los palillos y se arrastró hasta quedar cerca de Kyojuro. Le tomó la cara entre sus manos sintiendo sus mojadas mejillas—. No vuelvas a decir eso jamás.

Comenzó a llorar. Jamás había pensado que un simple secreto iba a herir el corazón del pilar, pero al recapitular sobre sus acciones logró comprender que había cometido un grave error.

— Perdóname, perdóname, perdóname...—repetía pegando su frente a la de él—. Creí que no tendría importancia, pero fui una tonta.

— ¿Cómo no iba a tener importancia cuándo estas dispuesta a dar tu vida por ese demonio? —colocó sus manos encima de las de ella—. Dime, ¿qué iba a hacer yo si de pronto me dicen que debes morir porque ella mató a alguien?

— Lo sé, tienes razón, fui demasiado estúpida y no pensé en las consecuencias. Me dejé llevar por sentimentalismos baratos.

— Es por ese demonio, ¿cierto?

Yuriko asintió con fuerza. Se sentía tonta e inmadura, como si los cinco años transcurridos no hubieran servido para hacerla madurar.

— Quiero saber porqué me dejó vivir. —limpió su nariz—. Yo estaba débil e indefensa. Hubiera muerto de todas maneras, pero él sólo me miró y pasó en cima de mi. Cualquiera hubiera tomado mi sangre.

— No debiste arriesgarte de esa manera. —limpió las lágrimas del rostro de Yuriko—. Sé que he dicho que debemos proteger siempre a los débiles y dar la vida por ellos. Sé que en este trabajo solo hay una opción; ganar o morir, pero por favor Yuriko, prométeme que sólo arriesgaras tu vida por una vida valiosa, no por un demonio.

— Lo prometo. —asintió de inmediato.

— Y por favor, no vuelvas a guardar secretos de esa magnitud. No es necesario que me cuentes todo, yo respeto tu privacidad. —besó la frente tranquilizándola—. No sólo soy tu novio, no solo seré tu esposo, yo también soy tu amigo. Puedo ser todo lo que necesites.

— Prometo que nunca volveré a poner a Tomioka por encima de ti.

— No me molesta tu relación con Giyuu. —rió acariciando el suave cabello blanco de su prometida—. Confío en ti y en tu amor. Además, si algo me llegara a suceder él sería mi mejor opción para que tú rehicieras tu vida.

— ¡Ni te atrevas a decir eso de nuevo! —sopló molesta—. Yo no estaría con otro hombre que no seas tú.

— Tienes que vivir, Yuriko. Prométeme que lo harás.

— ¡Ya deja de decir esas cosas! —se tapó los oídos de manera infantil. Kyojuro rió quitándole las manos de ahí.

— Te amo y nada me haría más feliz que verte feliz. —la abrazó contra su pecho—. Sólo quiero que lo sepas, amor mío.

Fire and Ice • Kyojuro Rengoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora