18. Fuerzas opuestas.

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Ambos jadeaban cansados, el sudor resbalaba por su cuerpo debilitado por la actividad física

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Ambos jadeaban cansados, el sudor resbalaba por su cuerpo debilitado por la actividad física. Su pesada respiración dolía en sus pulmones. Tenían leves golpes por el otro, y sangre en algunas partes de la cara.

— ¡No sabía que tan fuerte eres Yuriko! —murmuró Kyojuro dejándose caer. Estaba exhausto por el combate cuerpo a cuerpo con la albina.

— Opino lo mismo. —susurró desde el suelo, había caído segundos después de dar por terminada la pelea. Resistió lo suficiente, pero aquellos ataques eran reales. Por un momento se olvidaron de ser pareja y dieron lo mejor, se habían atacado con todo lo que tenían. Ella había usado todas las formas de su aliento al igual que él, lo había golpeado con rudeza recibiendo lo mismo.

— Creo que necesito algún suero de Shinobu-san. —suspiró abatida. Le dolía cada fibra de su cuerpo.

— Creo que será mas difícil de lo que Oyakata-sama dijo.

Miró el cielo mientras repasaba los ataques que había sufrido a manos de la joven. Era demasiado fuerte, tenía agilidad y se volvía analítica a la hora de luchar, demostraba astucia y al ser de complexión delgada y pequeña podía esquivar los golpes de su oponente con facilidad. Vaya que sus maestros habían hecho un excelente trabajo enseñándole todo lo que sabían, pero Yuriko había aprendido la mayoría de conocimientos por su propia cuenta.
Giró su rostro para mirarla y sonrió. Estaba seguro de que ella podría sobrevivir de cualquier luna superior y darle batalla a Muzan si se lo propusiera. Incluso era más fuerte que él y ya no le daba vergüenza admitirlo.

— ¿Quieres ir por tempura al local favorito? —se incorporó, tomándose unos segundos para recobrar fuerzas.

— Te ves hermosa con el cabello suelto. —habló hipnotizado por la suave cabellera blanca de su novia—. Mi chica es igual a una diosa.

— ¡Kyo! —escondió su rostro en el pecho del hombre ocasionando un quejido por la brusquedad—. Lo siento.

— Está bien, dulzura.

Los ojos de ambos brillaron maravillados por la cantidad de comida que dejaban en la mesa

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Los ojos de ambos brillaron maravillados por la cantidad de comida que dejaban en la mesa. Después de reponer sus fuerzas y tomar una relajante ducha. La pareja había emprendido camino hacia el local que siempre solían visitar. Tenían la intención de comer hasta saciarse.
Tras agradecer por los alimentos, comenzaron a comer como si no hubiese mañana. Claro que Yuriko era más discreta y degustaba los platillos, a diferencia de Kyojuro, quien iba plato tras plato gritando "umai". La comida lo volvía más feliz de lo que era.

Pasaron unas horas y varios tazones de comida para que la pareja estuviera satisfecha. Yuriko fue la primera en llenarse. Le ocasionaba gracia ver a su novio comer.

— Comienza a nevar. —mencionó Yuriko de pie en la puerta del local. Extendió su mano para tomar los copos de nieve.

De repente sintió la suavidad de la tela sobre sus hombros y el fuerte aroma a cítricos que desprendía la prenda. Miró hacia arriba para descubrir a Rengoku colocando su capa en ella.
La diferencia de estatura era notoria. Yuriko no era pequeña en altura, sólo en complexión. Era demasiado delgada, con una bonita figura proporcional. Sin embargo, al lado de Kyojuro carecía de altura.

— Aunque seas la pilar del hielo tienes frío y puedes resfriarte. —sonrió acomodando su capa en los pequeños hombros de la joven.

— ¿Qué hay de ti? —la preocupación siempe había sido mutua. Se cuidaban entre ellos.

— Estaré bien, dulzura. —acarició la fría mejilla de la albina—. Tengo una preciosa novia que cuidaría de mi en caso de que enfermara.

— Yo cuidaría de ti con mi vida.

— ¡No! —replicó de inmediato—. Yo jamás permitiría que dieras tu vida por mi, amor mío. Siempre seré yo quien este ahí para salvarte.

Besó la frente de Yuriko y la atrajo a sus brazos. La sostuvo cerca de su corazón transmitiendo calidez. La amaba fervientemente. Ella le había enseñado el significado de esa palabra, amor.

Sin saberlo, Kyojuro le estaba dando energía de su aliento a Yuriko. Él si sabía de que trataba el aliento de hielo y fuego.
Cuando era pequeño solía leer los diarios de su padre. Shinjuro hacía anotaciones y guardaba documentos sobre los pilares pasados, alientos y posturas.
Entre esos relatos él había visto la respiración de hielo y fuego.

El aliento consistía en una sola postura, un dragón de hielo que escupía fuego. Eso era todo. Parecía simple, pero requería de mucha fuerza física y vital. De alguna manera el usuario del fuego debía sincronizarse a su contra parte, pero al ser del aliento de la flama lo único que podia hacer era transferir su energía a la usuaria del hielo para que ella realizara la técnica dándole vida al dragón.

Por eso Yuriko no había tardado en recuperarse del duro entrenamiento de aquella tarde. En cambio, él se sentía más agotado de lo normal, le pesaba el cuerpo. Quería descansar por días enteros.

— ¿Sucede algo? —sin darse cuenta ya había llegado a la finca del pilar de la flama—. Has estado muy callado desde que salimos del restaurante. Eso no es normal en ti.

— Sólo estoy un poco cansado del entrenamiento de esta tarde. —murmuró con una sonrisa para no preocupar a la albina.

— Me quedaré contigo por si llegas a necesitar algo. —empujó la puerta de la finca y espero a que Kyojuro entrara—. Tú siempre cuidas de mi. Está vez deja que yo cuide de ti.

El rubio asintió dejándose consentir por la hermosa mujer que le sonreía.
Al llegar a la habitación ella lo ayudo a despojarse de su ropa de cazador, le colocó ropa de dormir.  Una traviesa sonrisa apareció en su rostro cuando le quitó la liga que sostenía su cabello en una coleta. Amaba el cabello suelto de Kyojuro y jamás se cansaría de pasar sus manos en él.
Para estar a mano, Kyojuro tomó el listón rojo entre sus dedos pulgar e índice y lo jaló. Las trenzas cayeron a los costados de la cara de Yuriko y él se encargó de deshacerlas.

— No hace falta que alguien celebre la boda. Nosotros podemos casarnos aquí y ahora. —dijo Yuriko, extasiada por la idea. Tomó las grandes manos del pilar y lo miró con ilusión—. Me sé los votos de memoria. Los he practicado esperando el día que pueda decirlos frente a los demás.

— Entonces la luna y las estrellas pueden ser nuestros testigos. —musitó mirando el cielo de aquella noche.

La leña ardía en las llamas abrasadoras, dándoles calor mientras afuera la nieve caía delicadamente.
Eso eran ellos. Dos fuerzas opuestas, Kyojuro era una flama implacable y Yuriko un hielo que se derretía en los brazos del rubio cayendo delicadamente por él. Si algún día alguno de los dos moría, el otro pasaría su vida en soledad cumpliendo la promesa de amarse hasta su último aliento.

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Fire and Ice • Kyojuro Rengoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora