23. Mizunotos.

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El clima apuntaba a que sería un buen día, había una ventisca fresca que movía los mechones sueltos de Yuriko

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El clima apuntaba a que sería un buen día, había una ventisca fresca que movía los mechones sueltos de Yuriko.
La finca insecto era la segunda más hermosa de todas, la primera era la del amor, o al menos eso creía Yuriko cada vez que visitaba a las pilares de dichas fincas.

Sonrió por la cantidad de mariposas que revoloteaban al rededor de ella. A veces le costaba creer que Shinobu fuera un poco cruel. En ese aspecto eran parecidas.

— Nishimura-san, ¿que te trae por aquí? —le sonrió Kocho, dejando de lado su taza de te—. Es raro verte sin Tomioka-san.

Yuriko hizo una mueca. Le disgustaba que la pelinegra hiciera comentarios ofensivos hacia Giyuu. Él nunca le había dicho algo grosero, ni tratado mal. Él era tímido y reservado, eso era todo. Carecía de amor y temía perder a más seres queridos.

— He venido a ver a Kamado Tanjiro. —mencionó ignorando las palabras de Shinobu—. ¿Puedo entrar?

— Claro que si. —sonrió dulcemente y señaló el camino que debía tomar. Yuriko murmuró un débil gracias y tras una reverencia comenzó a caminar—. ¡Nishimura-san! —la llamó.

La albina giró dándole atención. Shinobu tenía las manos en el rostro y sonreía picaramente.

— Nishimura-san, será mejor que coloques algo en tu cuello. —susurró pegando su mano a su boca como si fuera un secreto—. Y dile a Rengoku-san que evite dejar marcas.

La albina abrió los ojos y sus mejillas adoptaron un color carmesí. Enseguida llevó su mano a la zona. Se alejó de prisa para evitar más burlas por parte de la pilar insecto.

Cuando se encontro con la habitación de los cazadores, respiró profundo olvidando el incidente. ¡Vaya que le había causado un poco de vergüenza!

— ¡Hola! —saludó entrando a la enfermería. Sonrió para no causar temor en los adolescentes, sabía que algunos se asustaban por la presencia de un pilar.

— ¡Nishimura-san! —Tanjiro levantó la mirada y sonrió amablemente, saliendo de la cama para hacer una reverencia.

Las niñas que los atendían también la saludaron con una reverencia. Solo los otros dos adolescentes desconocidos la miraban sin realizar algún movimiento.

— Creo que estoy viendo una diosa. —murmuró Zenitsu sonriendo enamorado sin apartar los ojos de la albina, quien sólo sonreía por la divertida escena—. ¡Nishimura-san, sea mi esposa, por favor!

Tenía intenciones de saltar hacia ella, pero a medio trayecto cayó por el golpe que Aoi le había dado.

— ¡No seas un irrespetuoso! —gritó molesta—. Nishimura-san es tu superior. ¡Es una pilar y tienes que respetarla! —continuó gritando, jalándole las orejas—. Además, ella es la prometida de Rengoku-san, el pilar de la flama. ¡Deja de ser tan atrevido!

Fire and Ice • Kyojuro Rengoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora