20. Discusiones.

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Con el lugar sumido en un silencio profundo, la risa de Kanroji fue el único sonido agudo que atrajo la atención de todos. Kyojuro la miró con desaprobación al igual que los demás pilares, excepto Iguro y Yuriko.

— Lo siento. —se disculpó la pelirosa, apenada.

Tanjiro aprovechó el momento para colocarse frente a la caja que resguardaba del sol a su hermana demonio.
Antes de que Sanemi intentará algo contra el joven cazador, las pequeñas gemelas aparecieron.

— Oyakata-sama está aquí. —anunciaron la llegada de su padre.

Yuriko y los demás lograron relajarse. Todos se arrodillaron como acto de respeto hacia el hombre que caminaba con suma tranquilidad hacia ellos.

— Bienvenidos, queridos hijos. —los saludó con alegría y levantó su mirada al cielo—. Buenos días a todos. Hoy hace un buen tiempo. Imagino que el cielo está azul. Me alegro que volvamos a reunirnos las mismas caras medio año después.

Nadie emitió palabra alguna, salvo Shinazugawa quien saludó cortésmente.

— Nosotros tambien nos alegramos de verlo bien, Oyakata-sama. —al dirigirse al patrón Sanemi se volvía más cordial y educado—. Rezamos por que siga gozando de buena salud y felicidad.

— Gracias, Sanemi. —respondió gentilmente.

— Si es tan amable, antes de iniciar la reunión me gustaría recibir una explicación sobre el asesino que viaja con un demonio.

— Sí. Lamento que se llevaran tal sorpresa. —se disculpó Ubuyashiki—. Yo permití que Tanjiro y Nezuko viajaran juntos. Y espero que ustedes también lo acepten.

— Aunque sea el deseo del patrón, yo no puedo aceptarlo. —el pilar de la roca fue el primero en mostrar su inconformidad.

— Yo me niego rotundamente. —Uzui fue el segundo en sumarse a la negativa—. Un asesino de demonios no puede viajar con uno.

— Yo haré lo que usted diga, Oyakata-sama. —aceptó Mitsuri tan tierna como siempre.

— A mi me da igual. —Tokito expresó su sentir desinteresadamente—. Lo olvidaré enseguida.

— Yo no confío en ellos. Además, odio a los demonios.—mencionó Iguro insistiendo sobre su desconfianza.

— Lo respeto de todo corazón Oyakata-sama, pero no lo entiendo. ¡Yo también me opongo! —Rengoku fue igual de respetuoso que siempre a la hora de señalar su sentir.

Los únicos en quedarse callados fueron Shinobu Kocho, Tomioka Giyuu y Nishimura Yuriko. Los dos últimos estaban de acuerdo, pero la Pilar insecto no tenía un veredicto final.

— La carta. —pidió Ubuyashiki a una de las niñas.
Yuriko tragó el nudo que se había formado en su garganta y buscó la mano de Kyojuro.

— Esta carta la escribió el anterior pilar, Sankoji Urokodaki. Leeré una parte. —explicó la pequeña sacando de su kimono una hoja—. Por favor, permita que Tanjiro viaje con su hermana demonio. Gracias a una gran fuera de voluntad Nezuko mantiene su raciocinio humano. Pese a estar hambrienta pasó dos años sin devorar a nadie. Sé que es difícil de creer, pero es verdad. En caso de que Nezuko ataque a un ser humano, Kamado Tanjiro, Tomioka Giyuu, Nishimura Yuriko y yo, Urokodaki Sakonji lo pagaremos con nuestras vidas.

Rengoku soltó un jadeo de asombro cuando el nombre de su prometida apareció en la carta. Yuriko respondió con un suave apretón mientras cerraba sus ojos. Los demás giraron sus cabezas hacia la dirección de la Pilar del hielo. No se sorprendían de las acciones del pilar del agua, pero de ella nunca lo llegaron a esperar.

— ¿Qué importa que accedan a suicidarse? —gruñó Sanemi con enojo por la traición de su amiga y por quien tenía sentimientos—. ¡Si quieren morir, que mueran! Eso no aprueba nada.

— Shinazugawa tiene razón. —Kyojuro apoyó al albino—. Si devora a alguien no habrá vuelta atrás. Esa persona no revivirá.

Con aquellas palabras Yuriko supo que tendría una larga y profunda charla con su prometido, donde habrían varios regaños por parte del Pilar de la llama.

— No podemos asegurar ni demostrar que no lastimará a nadie. No obstante, tampoco podemos probar que si lo hará. —mencionó Ubuyashiki—. Nezuko pasó dos años sin devorar a ningún humano y hay cuatro personas dispuestas a dar su vida por ella. Si deciden contradecirlos, deben dar algo equivalente. ¿Están dispuestos a ello?. —nadie dijo nada, era clara su respuesta—. Además, tengo algo que decirles, hijos míos. Tanjiro se encontró a Kibutsuji.

Todos los pilares se llevaron una gran sorpresa y miraron al joven que aún se mantenía prisionero bajo la mano de Sanemi. Algunos comenzaron a llenarlo de preguntas impacientes, desde la apariencia del poderoso demonio hasta sus planes. Sin embargo, el bullicio fue silenciado por Ubuyashiki, quien pacientemente colocó un dedo sobre sus labios.

— Esta es nuestra única pista. Probablemente a Nezuko le suceda algo que Kibutsuji no esperaba. ¿Lo comprenden?

— No. —Shinazugawa seguía aferrado—. Al humano puedo dejarlo vivir, pero al demonio no. Peleamos sabiendo que los demonios sacrificaron a muchas personas hasta ahora. No puedo aceptarlo.

Nuevamente sacó su katana y cortó su brazo. Las gotas de sangre comenzaron a caer manchando el suelo.

— Oyakata-sama, ahora mismo le demostrare lo viles que son los demonios. —Sanemi seguía empeñado en hacerle ver a los demás que Nezuko era peligrosa, incluso si Oyakata-sama ya la había aceptado, su profundo odio hacia los demonios no lo dejaba pensar.

— Sanemi...—advirtió el hombre pacíficamente, pero sus palabras fueron ignoradas.

El pilar comenzó a tentar a Nezuko, derramando las gotas de sangre sobre la caja de madera donde se resguardaba del sol. El olor de la espesa sangre inundó las fosas nasales de cada uno y si ellos pudieron percibirlo, el desarrollado olfato de Nezuko también.

Kyojuro por primera vez deseó que la criatura fuera tal y como los demás decían. No podría soportar que su prometida sufriera algún daño por culpa de unos simples desconocidos.

— No me ignores, sigue tus instintos. —le hablaba Shinaguzawa escuchando los gruñidos provenientes de la caja—. Cuando lo hagas yo estaré aquí esperando a despedazarte.

— Shinazugawa, estás bajo el sol. Si no vas a la sombra no saldrá. — le hizo ver Iguro tras los fallidos intentos de su compañero.

— Oyakata-sama, disculpe mi atrevimiento. —se disculpó para salir volando hacia la sombra.

Arrojó la caja al suelo y volvió a traspasarla con su katana, ganándose un grito por parte de Tanjiro, quien tenía intensiones de seguirlo evitando que continuara haciéndole daño a su hermana. Sin embargo, quien se encontraba cerca de él, al ver sus intensiones se adelantó y lo golpeó con su brazo, inmovilizándolo.

Shinazugawa abrió la caja. De allí emergió una figura femenina, temblando y gruñendo. Todos miraban expectantes el momento, Pero nadie tenía tanto miedo por la reacción de Nezuko como Tanjiro y Kyojuro. El segundo solo hallaba esperanza en la criatura, rogando que no cayera en la trampa de Sanemi, de lo contrario, su prometida estaría condenada.

Fire and Ice • Kyojuro Rengoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora