41. Los restos de una guerra.

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El viento corría con calma, movía las ramas de los árboles y las flores de cerezo soltaban su aroma

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El viento corría con calma, movía las ramas de los árboles y las flores de cerezo soltaban su aroma. Era un día cálido que les recordaba lo afortunados que eran por vivir.

Yuriko caminaba por el sendero tranquilamente, cargaba el ramo de lirios y flores de sakura.
Todos habían ido ese día al panteón. Repartían flores en las tumbas de sus seres queridos. Pero ella se había apartado un momento para ir sola hacia la lápida de Kyojuro, Tokito y la pareja.

Cuando por fin pudo llegar a donde se encontraba la del rubio, suspiró y se sentó frente a la tumba con las piernas flexionadas.

— Hola, amor. —susurró pasando su mano por la tumba para quitar las hojas y lirios secos. Sacó los nuevos y frescos lirios para colocarlos encima de del concreto.

Sus dedos dibujaron los patrones de las letras que decían el nombre de Rengoku Kyojuro. Había una leyenda que escribía "enciende la llama de tu corazón".

— La promesa que te he hecho seguirá presente, a pesar de que esté sola voy a ser feliz. —susurró. Estaba dispuesta a mantenerse sola hasta su último suspiro—. Mis días cambiarán porque tú me mostraste la dulzura y el amor escondido en la noche. Entre todos mis recuerdos siempre elegiré los que tengo contigo.

A diferencia de las veces pasadas, Yuriko ya no derramaba lágrimas. Su corazón estaba listo para volver a ver a su amor en otra vida. Ya no existía dolor o rencor en ella. Había aprendido a sanar.

— En el arroyo de mi gentil corazón, en la profundidad del cielo, en el aroma de una flor vivirás eternamente, Rengoku Kyojuro. Gracias por amarme.

Se colocó de pie tomando el resto de flores que eran para las tumbas. Le dio una última mirada a la lápida sintiendo el acogedor viento en su rostro.

— ¡Nishimura-san! —saludó Tanjiro y miró los lirios en la tumba de Kyojuro—. Lamentó interrumpir.

— Está bien, ya me iba. —le tomó con su mano de titanio el brazo que el joven no sentía—. Gracias, Tanjiro.

Dejó un beso en su mejilla y se alejó sin esperar otra palabra del adolescente, ni siquiera prestó atención a los otros tres que miraban la escena y comenzaban a hacer un gran bullicio. Se alejó sin esperar a ver su reacción. Era una despedida.
Prosiguió con su camino hasta dar con la tumba de Tokito. Sonrió apretando las flores a su pecho y se sentó.

— Nee-san está aquí Muichiro-kun. —sonrió con melancolía—. ¿Quién diría que al final si poseíamos lazos de sangre reales. Me alegra tanto saber que eres familiar mío.

Colocó las flores de sakura en la tumba y retiró las anteriores. Algunos cazadores ya habían ido a dejar flores anteriormente.

— Espero que también pueda verte en otra vida. —miró el avión de papel que el niño le había regalado—. Supongo que eres feliz con tu hermano. ¡Por favor, no vuelvas a sentirte vacío! Corre en ese paraíso y disfruta de tu familia. Gracias por todo. Fui feliz cuando me sonreías. Lamento no haber hecho nada por protegerte. Pero me alegra saber que compartimos lazos reales. Tu hermosa sonrisa siempre me provocó felicidad. Muchas gracias por tus esfuerzos. Espero que seas feliz en ese paraíso.

Fire and Ice • Kyojuro Rengoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora