13. Tokito Muichiro.

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Las alas negras y brillantes del ave se extendieron al vuelo hasta llegar a su objetivo, el hombro de la joven pilar

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Las alas negras y brillantes del ave se extendieron al vuelo hasta llegar a su objetivo, el hombro de la joven pilar.

— Oyakata-sama necesita su presencia. —dijo lo suficiente alto para que los demás pilares escucharan.

Tengen fue el primero en lanzar un silbido haciendo burla.
Aquella noche se encontraban celebrando el cumpleaños de la pilar del amor, quien se mostraba de lo más feliz cerca de Iguro.

La peli blanca tuvo que disculparse con ellos y se levantó ignorando la insistencia de Kyojuro por acompañarla. El pilar ya se encontraba un poco alcoholizado y su sonrisa era más somnolienta que la de un perezoso.

— Anda, mejor te pasaré a dejar a la finca. —dijo, pasando sus brazos por la espalda del hombre.

Tomioka no perdió la oportunidad de brindarle su ayuda usando esa excusa para escapar de la reunión. Al fin y al cabo los únicos que lograban ser amables con él era la pareja.

— Oh vaya, de saber que Kyojuro y Yuriko no iban a dormir juntos no le hubiera dado tanto sake a Rengoku. —murmuró Uzui riendo mientras miraba la curiosa botella.

— ¿Sabrá Rengoku-san que Tomioka-san está enamorado de Yuriko-chan? —lanzó la pregunta Shinobu. Se mostraba más animada debido a los efectos del alcohol—. Parece ignorar ese detalle.

— Incluso si lo supiera, Yuriko no tiene ojos para otro que no sea Kyojuro. —mencionó Shinazagawa aprentando su mandíbula. La hermosa pilar era la única mujer que le había llamado su atención de una manera tan inusual—. No importa si el tonto de Giyuu anda a su alrededor como un estúpido cachorro, ella sólo lo verá como un amigo.

A pesar de que todos creyeron en sus palabras, Sanemi estaba describiendo su situación usando a Tomioka para esconder sus sentimientos por Yuriko.
El pilar del viento había caído por los encantos y amabilidad de la albina, quien siempre tenía una sonrisa y palabras amables para él. Se sentía confundido y abrumado. De alguna manera no la quería como mujer, sólo deseaba verla de cerca y obtener esa atención de la que Kyojuro y Giyuu gozaban.

— Es muy pesado. —dijo Tomioka sosteniendo el cuerpo adormilado de Kyojuro mientras la chica abría la puerta.

Ella sólo rió. Claro que el pilar pesaba, pero para ella que había tenido un entrenamiento con el pilar de la roca, ese peso no se comparaba en nada. Podría verse frágil a simple vista, pero poseía más fuerza de la que sus oponentes esperaban y esa era su ventaja.

— Déjalo aquí. —pidió, retirando las sábanas del futón.
Tomioka dejó caer con cuidado el cuerpo de Kyojuro. La joven inmediatamente comenzó a quitarle el calzado, el cinturón con su katana y la capa. Sonrió con ternura por las mejillas calientes y sonrojadas debido al alcohol. Aquella sonrisa pícara seguía adornando su rostro intrigándola por saber en que estaba pensando.
Acarició la frente de su novio y retiró los mechones rubios. Sonrió dejando un beso sobre su mejilla derecha.

Tomioka miró la escena con dolor. Quería ser el quien obtuviera esa mirada enamorada de la albina. Quería ser quien obtuviera sus cuidados y besos.

— Hay que dejarlo descansar. —dijo cubriéndolo con las sábanas. Comenzaba a hacer frío—. Tengo que ir con Oyakata-sama.

Tras despedirse de Tomioka moviendo su mano, la pilar se encaminó a la casa de Ubuyashiki-sama. Al llegar se encontró con la esposa de éste. La saludó con una reverencia y dejó sus zapatos en la puerta.

Yuriko se acercó en silencio a Ubuyashiki-sama mientras se arrodillaba y se sentaba sobre sus piernas flexionadas. Miró la delicada y pequeña figura del niño postrado en el futón. Pese a que sus heridas no eran tan profundas, podrían ser peligrosas si no se trataban con rapidez.

— Es muy pequeño, ¿Cuántos años tiene? —interrogó pasando sus delgados dedos por los mechones negro-menta del niño.

— Once. —mencionó Urikaya-sama—. Su madre murió de bronquitis y su padre buscando plantas medicinales para su mujer cayó de un acantilado. —le contó, conmovido por la preocupación de la joven pilar—. Tenía un hermano gemelo, pero fueron atacados por un demonio. Él peleó con todas sus fuerzas sin siquiera saber a lo que se enfrentaba y ganó, pero también perdió.

— Prometí que esto jamás volvería a suceder, debí estar ahí para él. —se lamentó llena de rabia—. Los demonios siguen aumentando mientras que nosotros parecemos reducirnos.

— Es una larga batalla, pero sé que pronto ganaremos. —sonrió con aquella calma que lo caracterizaba—. Es un presentimiento.

Yuriko asintió llena de esperanza por las palabras de su patrón. Ella, al igual que todos, también ansiaba con muchas ganas que todo terminara.

— ¿Puedo quedarme a cuidarlo? —cuestionó con ilusión—. Quiero permanecer a su lado hasta que despierte. Deseo ayudarlo y ser su compañía en este cambio que le espera al abrir sus ojos.

Ubuyashiki-sama aceptó con una sonrisa. Tal y como lo había pensado sabía que la joven estaría dispuesta a velar por el niño, ambos encontrarían fuerza en ese vínculo que formarían.
El hombre salió en compañía de su esposa e hijas, quienes servían de guía para llevarlo dentro de su casa.

— No estas sólo, prometo ser tu nueva familia, Tokito Muichiro. —besó la frente del infante y se acostó a su lado, en el futón improvisado.

No planeaba ser la sensei del niño. Ella quería ser un apoyo para él, el pequeño le recordaba a su hermano quien había muerto a los doce salvándola. Eso hacían los hermanos mayores; sacrificarse por los menores.

Fire and Ice • Kyojuro Rengoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora