4. Promesa del meñique

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El tan esperado día había llegado

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El tan esperado día había llegado. Después de un gran y duro entrenamiento de dos largos años, Yuriko podía manejar las diez posturas del aliento de hielo. Su fuerza física y agilidad la convertían en una gran cazadora de demonios. Aún no podía creer que habían transcurrido dos de su llegada a la sede de cazadores de demonios, tenía solo catorce cuando fue rescatada por Rengoku, pero ahora vivía alegremente alcanzando los dieciséis años.

Ya había asistido a varias misiones en compañía del pilar del agua, quien la asesoraba y ponía a prueba su rendimiento.

— Iré a la selección mañana. —murmuró la joven dándole una gran mordida al durazno—. Si vuelvo Oyakata-sama me convertirá en un pilar.

— ¡Vencerás a todos! —gritó Rengoku con entusiasmo y revolvió los blancos cabellos de la joven. Se sentía preocupado por lo que pudiera pasarle, pero confiaba en la fuerza de la adolescente—. Tienes que volver.

— ¿Eh? —giró su cabeza hacia la derecha para verlo. Los cabellos flama volaban gracias al viento, de él emanaba un fuerte aroma a cítricos que la embriagaba hasta el punto de anhelarlo cuando no estaba cerca.

— Yuriko-chan y-yo... —tartamudeo rascando su cuello. Se sentía nervioso y apenado, pero no podía seguir ocultando sus sentimientos—. ¡Yuriko-chan yo te haré mi esposa!

— ¡¿Eh?! —tuvo que sostenerse con fuerza de la rama del árbol donde se encontraban sentados.
Sus mejillas adquirieron un rojo carmín y sintió como se calentaban—. Rengoku-san, usted no debería bromear de esa manera.

— No bromeo. —su rostro serio alertó los sentidos de la joven—. Yo realmente tengo profundos sentimientos por usted Yuriko-chan.

Yuriko se quedó en silencio sin saber que decir. Su mente estaba en blanco y lo único que se repetía eran las palabras de Kyojuro. Por más que intentará decirle que también sentía lo mismo, no podía formar una oración coherente. Su cerebro aún no asimilaba la situación.

— Lamento haberla incomodado de esa manera. —tomó la palabra tras el prolongado silencio por parte de la albina. Ella seguía siendo demasiado joven a pesar de contar con dieciséis años, era muy inocente—. Espero que nada cambie entre nosotros y usted siga...

— Rengoku-san. —lo llamó por su apellido, interrumpiéndolo—. Sus sentimientos son correspondidos de la misma manera.

Se inclinó y dejó un casto beso en la mejilla del pilar. Ambos se sonrojaron de pies a cabeza mientras sus corazones bailaban de alegría. No había cabida para sentimientos negativos cuando ahora que sabían que podrían estar juntos sin sentir rechazo.

— Prometo regresar a casa siempre y cuando usted también prometa volver. —levantó el meñique esperando una respuesta por parte de él.

Kyojuro sonrió ampliamente como acostumbraba y unió su meñique al de la tierna joven que le había robado el corazón con una sola sonrisa.

— Tomioka-sensei, Tomioka-sensei

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— Tomioka-sensei, Tomioka-sensei. —llamaba al pilar golpeando la puerta con insistencia.

Era de madrugada cuando despertó impaciente y se había alistado para partir hacia el lugar de la selección. Sin embargo, no podía marcharse sin despedirse de su maestro.

Iba a volver a gritar el nombre del pilar y golpear la puerta, pero esta se abrió revelando la cara somnolienta e irritada de Giyuu.

— Oh, lamentó haberlo despertado Tomioka-sensei. —sonrió apenada haciendo una reverencia—. Sólo quería despedirme de usted.

— ¿Hoy empieza la selección?

— Si. —movió su cabeza con entusiasmo—. Tomioka-sensei le garantizo que volveré y lo haré sentir muy orgulloso. Gracias por su ayuda.

Deposito un rápido beso en la mejilla del pilar del agua y salió corriendo, apresurada por que se le hacía tarde. Detrás dejó a un Tomioka sonrojado y con millones de chispas en su corazón. Sólo ella había sido capaz de sacarle una sonrisa a Giyuu.

Yuriko tenía un aura dulce. Su apariencia física era parecida a la de un pequeño y esponjoso gatito, pero conforme el peligro acechaba y los demonios surgían para adueñarse de la noche, la joven de dieciséis años se volvía despiadada. Su rostro se tornaba rojo de ira y apretaba sus manos sobre la katana.

Tomioka y Rengoku conocían esa faceta, se habían asombrado en un inicio, pero después lo dejaron pasar. Eran demonios que no valían la pena, no necesitaban misericordia.

La albina observó el lugar donde sería la ceremonia de bienvenida. Habían más jóvenes allí, algunos parecían tener miedo, otros mostraban desinterés y unos simplemente estaban ansiosos por comenzar.

El sitio estaba repleto de flores de glicina. Un árbol con esencia que los demonios odiaban. Yuriko levantó la mirada y observó a las pepueñas hijas de Ubuyashiki-sama acercarse. Les daban instrucciones que ella conocía a la perfección.

Siete días. Tenía que sobrevivir siete y bajar el monte para probar que realmente era eficiente para formar parte del cuerpo de exterminio de demonios. Yuriko había aceptado la prueba para poner a trabajar su rendimiento. Quería hacerlo sola, sin Tomioka ayudándola. Ella estaba lista para ser un pilar y no iba a decepcionar a nadie.

Fire and Ice • Kyojuro Rengoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora