máquina de juegos.

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la pelinegra colocó sus audífonos y caminó hasta el lugar donde sacaba su mal humor: la sala de juegos.

sabía que quizá ya estaba grande para eso, pero sólo ahí podía sacar su mal humor, además de que en aquel lugar venían un batido de chocolate buenísimo y nada mejor que eso.

se detuvo frente a las puertas del local y poder observar si debía jalar o empujar, es muy torpe para esas cosas. Finalmente jaló la puerta y entró para así caminar hasta donde se hacían los batidos y pedir uno.

sintió que alguien la miraba, escaneo el lugar con sus ojos hasta dar con el sujeto, un chico de rostro totalmente serio la miraba con atención, y para rostros serios nadie mejor que ella. Simplemente apartó su vista y tomó su batido.

seguido de esto se encaminó hasta una de las maquinitas y dejó el batido a un lado, echó dos monedas y se preparó para jugar esperaba atenta a que inicie pero no fue así, aparentemente se había robado sus monedas.

con su escasa estatura trató de empujar la máquina y que así dé inicio pero fue imposible.

— ¿ocupas ayuda? —escuchó una voz detrás de ella. Se giró para ver el rostro de aquella persona, encóntrandose con un chico.

—no —contestó firme— pero gracias.

—me parece que ese juego se ha tragado tus monedas, siempre hace lo mismo y por lo vi que está siendo difícil moverlo, déjame ayudarte.

lo miró dudosa, pero accedió haciéndose a un lado. Él era realmente alto por ende logró mover un poco la máquina y rápidamente dio señal.

—listo —contestó y ella sonrío tímidamente, y él sonrío un poco. Los semblantes serios que ambos tenían se habían ido.— me llamo Javier.

—Valeria —contestó y ambos sonrieron.

—¿eres buena con los videojuegos? —preguntó y ella negó— pues no sé si sabes pero ese juego es para dos personas.

ella se sonrojó un poco al sentir pena de ser tan torpe, y él río al ver el gesto de la morocha. Vargas se permitió verlo mejor, unas lindas y extensas pestañas decoraban los ojos de Bonet y tenía una linda sonrisa.

—creo que mejor busco otro. —dijo algo apenada.

—o puedes jugar conmigo, si no te molesta —ofertó él— ando con mis colegas pero prefiero jugar a esto —dijo mirando la máquina tratando de descifrar que juego era— a jugar el mismo jueguito de siempre.

—me parece bien entonces.

ambos tomaron los mandos y empezaron la primer partida de veintitantas. Las partidas eran entre risas y leves empujones del uno hacia el otro.

la verdad era que Valeria estaba sorprendida de lo cómoda que se sentía con él y a Javier le gustaba ver como ella era competitiva como él.

habían comprando golosinas entre los dos y compartían mientras jugaban y reían. Javier se sentía contento, le gustaba la sensación de compartir de esa forma con alguien.

Valeria había olvidado la razón de su enojo y el estrés de los parciales, estaba cómoda y contenta.

—¡noooo! —exclamó ella triste— ¡eso fue trampa! —se quejó mirando a Javier con su ceño fruncido haciendo que él suelte una carcajada.

—lo siento pero tenía que ganarte tía, no iba a perder. —contestó y ella río.

—me parece que llevamos mucho jugando —dijo señalando las puertas de cristal donde se podía ver que ya estaba oscureciendo.

—se me pasó el tiempo volando si te soy sincero —comentó con una sonrisa— vamos, te invito a una coca-cola en compensación de haber hecho trampa.

—acepto solo porque amo la coca-cola y es pecado rechazar una, lo dice la biblia. —contestó la morocha y él río.

—bien, te parece comprar algunas golosinas y sentarnos hablar sobre qué biblia dice eso.

ella asintió con una sonrisa y Javier le dio un leve empujón, quizá sea ella quien le ayude a salir un poco de su cotidianidad.

almas reflejadas ; khan ; bnet ; gazir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora