caminaban el silencio por las nocturnas calles de Madrid, el frío los empezaba abrazar de manera lenta. El castaño tomó la mano de la pelinegra, y ambos caminaron más rápidos hasta la entrada de una cancha de basketball.
— ¿has jugado basket? —preguntó Javier logrado romper el silencio.
—mido un metro cincuenta y ocho ¿te parece que con esta altura he jugado basket? —contestó y ambos rieron.
—hoy te invito a jugar basket, si tú ganas vamos a donde quieras—ofertó el madrileño mientras buscaba algo detrás de los arbustos— pero si yo gano me dejas terminar lo que la chica de Enrique interrumpió. —finalizó mientras picaba el balón.
—es injusto, porque supongo que tú juegas basketball además de que sos mucho más alto —contestó— además de que yo ando en tacones y falda y vos en tennis y pantalón, pero acepto la apuesta.
con ayuda de Javier sacó sus tacones para poder jugar más a gusto, y ató su cabello en una coleta alta. El madrileño empezó con movimientos altos para evidentemente lograr superar a la chica.
lo que este no esperaba era que aunque era de estatura baja ese factor le jugaba a favor para poder escabullirse y robarle el balón. Claro está que él no estaba dejando que ella ganara, él quería ganar.
no midieron cuanto tiempo pasó, pero para el último encestamiento Bonet había ganado.
—dios —exclamó la morocha con sus manos en sus piernas— no tengo idea cuánto llevamos en eso, pero perdí mínimo tres kilos.
—además de perder eso perdiste la apuesta, guapa. —contestó y ella río.
—¿qué hora es?
—cuatro con cuarenta —contestó— vamos, tengo que dejarte en la puerta de tu departamento como le prometí a tus amigas.
—sudé muchísimo y aún así siento el frío. —decía mientras volvía a ponerse los tacones.
—toma —habló el castaño llamando la atención de la chica que estaba atando sus tacones— yo tengo calor y no quiero que vayas a enfermarte por mi culpa.
—¿seguro? Tranquilo, yo puedo...
—en serio Vale. —insistió, la morocha tomó la sudadera mientras ambos sonreían, Javier le ayudó con el tema de su tacón y cuando estuvo lista salieron de la cancha cerrando el portón.
colocó el seguro y se giró para ver a la chica de los hoyuelos, se tomó el atrevimiento y sin aviso la cargó como a una princesa haciendo que ella se asuste un poco.
—nonono Javier, bajame porfa no hace falta. —decía apenada.
—claro que hace falta, debes estar cansada y esos tacones deben matarte además no me cuesta nada. Es mi recompensa por aceptar jugar conmigo. —contestó con una sonrisa.
caminó con la chica en sus brazos hasta llegar a tomar un taxi, subieron juntos en la parte trasera y los ojos de la teñida ya empezaban a pesar. Ligeramente se recostó en el hombro de su acompañante y trataba de no dormirse.
mientras Javier conversaba con el taxista ella trataba de mantenerse al tanto. Los dejó frente al edificio y después de que él pagara y le pidiera que lo esperara ahí se bajaron del auto.
—tranquilo ve, yo subo sola. —decía mientras pasaba su mano por el cabello del varón.
—pues no —contestó cargándola de nuevo— yo te subo hasta tu departamento.
en este momento el sueño respondía por ella, ni chistó estaba cansada. Entraron al edificio y él saludó al portero, ella le indicó el número de piso y él lo tocó, se estaba quedando dormida en los brazos de él.
caminó hasta la puerta que ella indicó ahí la bajó.
—quedas servida guapa, fue un gusto verte esta noche. —decía mientras ella bajaba de sus brazos.
—gracias a vos por todo Javier. —contestó— y toma tu sudadera.
—no hace falta tía, ahora es tuya. — ella sonrió contangiando su gesto en el rostro de él. Se quedaron en silencio, ambos realmente querían cumplir la famosa apuesta.
cuando Bonet porfin se acercó a ella la puerta del departamento se abrió y de él salió Gabriel.
—uh, Javier. —fue lo único que el asturiano supo decir. El madrileño cerró sus ojos, bajó la cabeza y negó.
—será en otra —le susurró y ella rio— nos vemos Vale, mañana te escribo ¿vale?
dejó un beso en la mejilla de la chica y se fue junto a su amigo.
ESTÁS LEYENDO
almas reflejadas ; khan ; bnet ; gazir
Fiksi Penggemaruna leve brisa corrió e hizo que seis almas perdidas se encontraran con sus reflejos ideales, de ahí en adelante aprendieron a bailar juntas al mismo ritmo pero con diferentes pasos.