encierro.

176 18 8
                                    

después de aquel fin de semana tan emocionalmente agotador, volvieron a sus casas. La semana ya estaba en su mitad, Enrique y Gabriel recién se desocupaban y habían ido a visitar a las tres chicas que tanto querían, sus chicas.

pero hoy cuando entraron al apartamento no habían tres sonrisas esperándolos, habían solamente dos y no era sonrisas anchas como siempre sino a medias.

—¿Valeria salió? —preguntó Gabriel mientras se sentaba en el sofá— me descargué el cut the rope dos para que juguemos. —Vicky sonrío a labios sellados y negó con la cabeza para después despeinar el cabello del asturiano. A veces parecía un nene de cinco años.

— no corazón, no ha salido, está encerrada en su habitación —contestó la rubia— y dudo que vaya a salir.

Victoria dejó a Valentina y a Gabriel en el sofá y se para la cocina a poner la pava eléctrica y preparar algo para la merienda con las cosas que ellos habían traído.

—te ves muy hermosa —la halagó el barcelonés dejando un beso en su mejilla.

—muchas gracias, también estás hermoso, como todos los días. —contestó la ojiverde haciendo que él se sonroje.

—gracias por ser tan dulce y buena conmigo, que no me falten tus ojitos que un día iluminarán París, porque mi vida la llenan de luz. —lo abrazó quedándose ahí en su pecho.

en el sofá Valentina y Gabriel jugaban con los filtros de instagram pero teniendo cuidado por la lesión del castaño.

— me preocupé por vos, posta. Por un momento creí que no ibas a despertar. —la notó sincera.

—pero aquí me tienes para rato, yo soy como el viento que le da fuerza al torbellino de energía que eres tú. —sintió que el corazón se le derretía de amor y dejó un corto beso en sus labios. Eran su primer amor.

—¿hace cuánto no sale de su habitación? —pregunta Enrique mientras dejaba las cosas en la mesa para merendar.

—sshh —lo chito valentina— no sabemos si aún duerme o si ya despertó —le informó y él asintió.— pues el domingo que llegamos no habló mucho pero cenó con nosotras, apartir del lunes dejamos de verla. Sabemos que está ahí y que a veces se levanta en la madrugada por agua y quizá come algo.

Gabriel miró al rubio con preocupación, obviamente no le gustaba saber que su amiga estaba mal.

—¿Javier, qué hace? —preguntó la rubia.

—están en la misma rutina me parece, solo que a Javier le toca salir por temas laborales. —contestó Sánchez.

—¿han intentado hablar con ella? El martes le puse un mensaje pero ni tan siquiera me salió en entregado. —decía Rico mientras movía su café.

—la hemos llamado, hemos tocado la puerta pero no abre, no es la primera vez que pasamos esto con ella pero en casos anteriores al tercer día nos abría la puerta, esta vez ni eso. —contestó Vicky.

el mayor de todos bufó, vaya situación.

—se que estáis enfadadas con Javier y no os juzgo, pero le noto arrepentido no sabe qué hacer para poder hablar con ella. No le responde los mensajes en ninguna red social, está desesperado.

—pues tuvo que haber pensando mejor antes de hacer lo que hizo, él podrá estar desesperado pero Valeria está mal. —habló Valentina.

siguieron merendando juntos, y aunque la estaban pasando bien no era lo mismo sin aquella pareja o al menos sin tener a la morocha presente jugando con Gabriel, haciendo chistes con las chicas, o molestando al rubio.

—¿qué opinas si trato de hablarle yo? capaz no les haya abierto porque no quiere escuchar que le hablen mal de Javier, al final de cuentas lo sigue queriendo.—le decía Enrique a Victoria, la rubia miró a Valentina.

—si le llega abrir a Enrique no sigfica que no las quiera ver o esté enojada, simplemente a veces hace falta una opinión un tanto ajena a las de siempre, y como dijo Khan, no quiere escuchar que le hablen mal de Javier. —añadió Gabriel.

—no es como que fuésemos a decirle que Javier es un imbécil. —decía Valentina mientras veía sus uñas, Vicky la miró obvia.

—sabes que lo haríamos —contestó la cordobesa— no me importa a quién le abra, solo quiero saber que está bien.

Todos se hicieron a un lado y dejaron a Enrique frente a la puerta de la habitación de la morocha. Tocó suavemente.

—hey Vale, soy Enrique mira si quieres hablar o llorar en el hombro de alguien, estoy aquí atrás de la puerta. Las chicas quieren saber si estás bien o necesitas algo —decía cerca de la puerta pero no se escuchaba nada, ni un solo sonido.— sé cómo te sientes, y porque he pasado por ahí te digo que no es bueno que lleves este dolor sola, soy tu amigo y aquí estoy junto con las chicas y Gabriel para ayudarte hacer que esto sea menos doloroso.

y por primera vez en cuatro días, escucharon el sonido del picaporte abrirse.

almas reflejadas ; khan ; bnet ; gazir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora