helado.

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la rubia dejó salir el aire que tenía en sus pulmones y entró al supermercado, la verdad era que se había arrepentido de salir de casa y en este momento se imaginaba estando tirada en el sofá viendo alguna película. Caminó hasta el pasillo de las heladeras y así poder sacar un galón de helado de chocolate.

tomó el helado en sus manos y caminó hasta otro pasillo, conteniendo sus ganas de llorar, ni tan siquiera tenía idea de qué la tenía tan mal pero habían días en lo que tenía un bajón enorme, sus amigas siempre trataban de ayudarla pero la verdad era que hoy no era un buen día para ninguna. La rubia tomó un par de cosas más y caminaba hasta la caja con su vista clavada en el suelo evitando las lágrimas.

pero el día parecía querer ir a su contra y chocó contra el cuerpo de alguien, el helado de chocolate cayó al suelo desparramándose en el suelo.

— la puta madre, ni lo probé y voy a tener que pagarlo. —se quejó.

—perdóname ha sido culpa mía. —escuchó una voz ajena. Alzó su vista y se encontró con un rubio bastante sonrojado, le pareció físicamente atractivo.

sintió pena y con ella más ganas de lagrimear, lo esquivó y caminó hasta la caja, pagó las cosas y salió casi corriendo de ahí. Escuchó que la llamaron pero prefirió ignorar, la pena no la estaba dejando pensar con claridad.

caminaba rápidamente mientras algunas lágrimas bañaban sus mejillas, detestaba ser tan sensible.

—hey —ésta vez la voz se escuchó a su lado, y se detuvo— esto es para ti. —era el rubio del pasillo, quién le extendía un galón de helado de chocolate, ella miró el helado y luego lo miró a él.

—no es necesario —contestó en voz baja, apenas audible.

—no, claro que es necesario, por ir con el móvil no me fijé y choqué contigo, perdóname y por favor acepta el helado, estoy seguro que lo necesitas. —el tono de voz empleado era suave, justo como ella necesitaba que le hablaran justo ahora.

sintió ganas de llorar, una vez más pero se cacheteó mentalmente.

"¡BASTA VICKY!" se gritó mentalmente.

—gracias —dijo secando sus lágrimas con el dorso de su mano y tomando el helado con la otra.

—¿estás bien, quieres hablar? buah, sé que soy un desconocido pero me parece que necesitas conversar. —le agradaba la calidez del varón frente a ella.

por su lado él la observaba, le gustaba el color de ojos de la rubia ese verde que ahora se veía un poco empañado por algunas lágrimas pero que no dejaba de ser lindo. Le parecía tierna, y sin haber hablado mucho algo le decía que la chica le agradaría.

—es una boludez —contestó— pero de todas formas gracias por preguntar. —contestó y ambos sonrieron.

una sonrisa, eso fue suficiente ambos se quedaron viendo al otro por un momento. Enrique no quería que se fuera, quería hablar con ella, algo le insistía.

—bueno, ¿tienes algo qué hacer? —preguntó rascando su cuello— digo, puedo acompañarte a comer helado en alguna banca, compro otro y un par de cucharas.

Victoria sonrío de manera amplia, dándole un gramo de esperanza al barcelonés.

—bueno, pero no puedo ir a comer helado con alguien que no sé cómo se llama. —dijo riendo un poco, él la siguió y asintió.

—Enrique, me llamó Enrique ¿tú?

—Victoria, pero decime Vicky. —contestó. Estrecharon su mano mientras se seguían viendo a los ojos.

los ojos son las puertas del alma, y ambos querían chusmear un poco sobre el otro. Una leve brisa chocó contra sus rostros y con ella llegó el convencimiento de quedarse juntos esa tarde.

almas reflejadas ; khan ; bnet ; gazir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora