Capítulo 8|Latte de vainilla

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La mente de la famosa luna de la facultad había dejado de funcionar, apenas podía procesar la información de lo que acaba de pasar.

Uno, el chico que le gusta lo acaba de taclear contra la cama.

Dos, lo acaba de besar en el cuello.

Tres, se ha quedado callado.

Techno permaneció un gran periodo de tres minutos ocultando su rostro en el hueco del cuello del contrario, no dijo nada simplemente se quedó ahí, respirando suavemente contra la oreja de un lobo sorprendido.

—Soy un desastre.—Soltó un suspiro frágil que estremeció a Kengkla.—
No puedo hacer nada bien, siempre estoy metiéndome en problemas cada que nos encontramos. La primera vez que nos vimos estaba llorando, ese día me diste un pañuelo, la segunda vez acabé tan ebrio que me llevaste a casa, la tercera vez estaba lloviendo y dejaste que caminara contigo debajo de tu paraguas, la cuarta vez viniste al hospital porque estabas preocupado, y ahora me he acostumbrado tanto a tu ayuda que vine corriendo bajo la lluvia pensando que te necesitaba..—
Hizo una breve pausa para respirar hondo, haciendo salir su voz más firme-Y la verdad es que no sabía que te necesitaba hasta que apareciste en mi vida.

—P'No.—Lo llamó con voz ronca.

—No digas nada. Escucha primero lo que tengo que decir.—Silenció.—
Yo he aprendido a ser independiente, no quería ser visto como alguien que necesita ser tratado especial sólo por no poder reconocer rostros, me forcé a mi mismo a ser como los demás y a cumplir con mi sueño de ser capitán. He aprendido muchas cosas, pero no para cuidar de mi mismo, porque creí que lo más importante es poner a mis Juniors por encima de mi.—El pecho del oyente subia y bajaba debido a la respiración pesada, esta muy tenso al igual que ansioso por las palabras.—
Me desestabilizó cuando tú empezaste a cuidarme, no estoy acostumbrado, ni tampoco puedo entender tus razones.

—¿P'No no creé en mi?—Se atrevió a preguntar, rompiendo la petición de Techno sobre dejarlo hablar primero.

—No es eso. Cuando me pediste salir contigo, una parte de mi estaba tan asustada que lo único que pude hacer fue disculparme y escapar del auto.

—¿Te asusté porque soy un hombre?

—Me asusta aceptar que me gustas.—Confesó en un impulso.—Me asusta caer más por ti porque entonces no habrá vuelta atrás, voy a ser voluble ante ti, si llegas a cansarte de mi no puedo obligarte a quedar, por ende me lastimarás. Mi autoestima ha sido herido por culpa de la prosopagnosia, nunca he querido ser así pero no hay nada que pueda hacer, no hay cura y
he pasado por tantas cosas que al final no quiero volver a sentirme inestable. Y por eso pienso que gustarnos es una mala idea.—No pasó mucho cuando Kla percibió sonidos lastimeros que se escapan de los labios de la galletita.— Pero mis acciones no coinciden con mis pensamientos, hasta el pañuelo que me diste aunque sé que debo devolvértelo, no quiero hacerlo, si lo regreso se siente como si nunca nos volveremos a ver.

El futbolista empezó a llorar al igual que un niño que teme a los truenos, el causante de sus lagrimas no pudo contenerse más, giró su cuerpo al otro lado de la cama para abrazarlo con fuerza, removiendo los mechones de cabello que cubre sus ojos tristes y pasando las yemas de sus dedos por las mejillas humedas.

—Estoy tan asustado porque cuando te conocí descubrí que acababas de romper con una chica, te escondiste en esa sala de cine para no afrontarla. Sabiendo eso ¿Qué me asegura que no romperas mi corazón de la misma forma?—Continuó diciendo sin dejar de sollozar, cortándose sus palabras por culpa de los suspiros pesados que quiebran en su garganta.

Kengkla podía entender mejor cuales son los miedos del futbolista, deseó tanto regresar el tiempo atrás y no haberse mostrado delante de P'No como un idiota que solamente usa a las personas para su conveniencia.

Klano| Por culpa de las expectativas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora