• CAPITULO 18 •

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>Evan<

Terminó la canción y yo quedé un poco exhausto, eran muchas emociones por un día, así que mi cuerpo comenzaba a reclamarme de una manera no muy bonita.

—¿Qué haremos? —Nos sentamos en una esquina del cuarto observando las estrellas mientras oía el latir de su corazón porque mi cabeza estaba recargada en su pecho—. No creo que quieras volver a la habitación.

—Tienes razón... No quiero regresar hasta que mi madre piense un poco lo que paso.

—Entonces tenemos que buscar algún lugar porque no podemos dormir aquí.

—¿Por qué no? —Sabía las razones, pero no quería hacerles caso, solo quería que todo se transformara en un castillo lleno de vida para habitarlo en completa felicidad.

—No hay camas, hace mucho frío, es una casa abandonada y lo más importante: porque no te quiero poner en peligro.

—Quisiera que esto fuera un palacio muy nuevo, para poder vivir aquí contigo —Dejé un beso en su quijada y seguía sin comprender el ángulo tan perfecto que esta tenía.

—Yo quisiera tener el dinero suficiente para llevarte a un hotel tres estrellas.

—¿Para qué? —Sonreí coqueto.

—Eres un baboso —Me abrazó con fuerza mientras ahogaba sus risas en mi cuello, sus brazos serían mi nuevo sitio seguro—. Solo quiero dormir.

—Podemos hacerlo —Lo separé de mí al recordar que yo cargaba siempre la tarjeta de débito que me dio mi padre—. Tengo dinero, mucho dinero.

—¿Por qué?, ¿De dónde?

—De la marihuana que le vendo a los viejitos.

Su carcajada resonó por todo el lugar alertando a un par de aves durmiendo en una esquina del cuarto.

—Es de aquel dinero que mi papá me dejó cuando murió —Me coloqué frente a él—. Podemos irnos a otro estado, inclusive a otro país.

—¿Eres millonario?

—No es para tanto, pero sí tengo mucho dinero.

—Aunque lo tengas, a donde vayamos tiene que ser temporal, yo no quiero dejar el tratamiento —Aclaró la garganta y sostuvo mi mano, supongo que era su manera de mantenerme a su lado para escuchar lo que me dijera a pesar de que no lo quería hacer—. Y menos con lo que pasó hoy. Después de tanto tiempo tengo otra razón por la que seguir.

—Yo solo quiero sentirme libre.

—Eso es casi imposible —Llevó su otra mano a mi pecho, usualmente me gustaba ser realista, pero necesitaba aferrarme a los sueños—. Estamos enfermos...

—Pero eso no impide que me quiera sentir vivo y no hay mucha efectividad en el tratamiento, no estaríamos dejando nada inconcluso.

—Lo sé, pero yo quiero estar más de un año contigo.

—Yo también lo quiero, y también quiero que el tiempo que tenemos no sea desperdiciado en un cuarto de hospital —El estúpido régimen que teníamos que llevar era sentirse en una cárcel disfrazada con falsas esperanzas.

—Sin este tratamiento estaría creyendo que el amor es la persona que se sienta a tu lado o que te invita a una fiesta...

—Pero puede ser tu compañero de cuarto.

No romantizábamos el cáncer, solo intentábamos romantizar nuestra vida, intentábamos hacerlo para seguir aferrándonos a intentar ganar más tiempo, más vida.

HASTA EL ÚLTIMO SUSPIRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora