Capitulo 21 - Bunker

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Abrí y los ojos y ya no estaba oscuro, una hilera de luces tenues y espaciadas iluminaban el inclinado pasillo formando un claroscuro extraño en el suelo y las paredes

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Abrí y los ojos y ya no estaba oscuro, una hilera de luces tenues y espaciadas iluminaban el inclinado pasillo formando un claroscuro extraño en el suelo y las paredes. Aun hacía frio pero era mucho más soportable. 

Miré arriba y descubrí que la puerta por donde habíamos entrado estaba cerrada, abajo, al final del túnel se veía una luz. Todo estaba en silencio. Evan no estaba, ni Bii, ni el brazalete que la controlaba, ni las armas, solo quedaba yo con los restos de nuestras mochilas. ¿Acaso me habían dejado por muerta?

La adrenalina me inundó de golpe y llenó mi cuerpo de temblores, pero sin prestarles atención comencé a buscar en la mochila algo que pudiera usar como arma, no había nada, ni siquiera un cuchillo. Tratando de no hacer ruido busqué entre la ropa que le había quitado a Evan y encontré una de sus pistolas.

Estaba descalza, pero decidí continuar así para bajar la rampa sin hacer ruido. Al llegar al final me asomé cuidadosamente tratando de ver lo que había allí abajo: la luz era muy suave y lo primero que noté fue una enorme televisión colgada en una pared blanca frente a un amplio grupo de sofás. Retrocedí, me volvía a asomar: era una gran sala abierta con algunas columnas en el centro, la mayoría de paredes eran blancas pero al lado izquierdo pude ver una pared de roca pura. Volví a esconderme.

Parecía que no había nadie pero en ese espacio tan abierto no podía moverme sin ser vista, de cualquier manera sentía que debía hacer algo. Puse mi cuerpo en tierra y me arrastré lentamente fuera de la rampa tratando de apreciar mejor el panorama.

Hacia la izquierda había una enorme mesa con 12 sillas, más allá una isla de cocina con sillas altas y detrás muchos gabinetes. Al fondo y en el centro otro pasillo con puertas a cada lado y al final del corredor unas amplias escaleras de madera. ¿Cómo iba a moverme por esa gran sala sin ser descubierta? Entonces algunos ruidos llegaron a mi oído derecho. Al voltear me di cuenta que casi al lado de la rampa había una puerta, debajo de la cual se colaban luces parpadeantes.

Me armé de valor, me puse de pié y sin pensarlo más,  fui a la entrada vecina a toda prisa; empujé la puerta con el hombro y entré con el arma lista para disparar. Para mi sorpresa allí estaba Evan y Bii, Tarzán sentado en una silla giratoria y Bii volando alrededor de él como si nada ocurriera.

―Me asustaste ―dijo Evan mirándome con fingido sobresalto y volvió a girar la silla hacia una computadora antigua que tenía delante.

―¿Yo te asusté? ―Dije molesta―. ¡Creí que te había pasado algo!

Evan se giró hacía a mí y mirándome con cierta gratitud, dijo:

―Estoy bien, gracias ― bajó el rostro y siguió hablando relajado―. Usé a Bii inspeccionar el bunker, ella ya está mejor también, perdón por no despertarte pero no me pareció necesario, todo se ve tranquilo.

Yo seguía temblando con el arma en las manos, entonces Evan se levantó, se acercó a mí, tomó la pistola e hizo que me sentara en la silla, luego girándome hacía la computadora dijo entusiasmado.

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora