Capítulo 7 - Monos en el Desierto

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Los de mantenimiento desactivaron un tramo de la cerca y se pusieron a trabajar.

Una parte de mí esperaba que ellos también notaran algo sospechoso para poder tener su respaldo, porque si reportaba lo que había visto, descubrirían que llevaba a Bii de contrabando y me sancionarían, además seguramente eliminarían a los invasores, incluyendo a la mujer embarazada.

Ellos no parecían una amenaza para La Catedral, eran muy pocos, muy débiles. Pero qué tal si estaba equivocada y algo terrible ocurría por culpa mía.

Luego de pensarlo mucho decidí dejarlo a la suerte: iba a esperar al escaneo de las dieciséis horas con el cual probablemente sería detectados.

Pero si eso no pasaba, yo aún tenía una ronda más para confirmar si realmente eran peligrosos y si ese era el caso, yo misma daría el reporte asumiendo las consecuencias.

Esperé por el siguiente escaneo. El cuerpo entero me dolía de tanta tensión.

Me intrigaba qué era lo que llevaban en las cajas. Bii estaba demasiado lejos para poder identificar su contenido, aun así me parecía haber visto algo parecido a una serpiente retorciéndose dentro de uno de los contenedores. Nada tenía sentido.

Finalmente, llegó el momento de la revisión: perímetro uno despejado; perímetro dos con el alambrado ligeramente comprometido pero controlado; perímetro tres (minas) desactivadas ya que los sensores de movimiento del perímetro cuatro no reportaban actividad anormal; no se consideraba necesaria la revisión del perímetro cinco. Vi el reporte generarse automáticamente y rematar con la pregunta de siempre: «¿Tiene el agente M-once algún reporte que agregar?» «SI» presioné.

El puntero parpadeaba en espera de mi reporte, typié ... «Tramo S2.9 temporalmente desactivado por mantenimiento. Inicio: Marzo/16/2229 14:53 pm. Finalización: Pendiente. Autorización No. 25034018». Presioné enviar sin atreverme a agregar nada más.

En ese momento sentí un escalofrío largo y profundo, fue como si una parte de mí anticipara las consecuencias que provendrían de ese pequeño acto.

Me levanté y me acerqué a los de mantenimiento para ver cuánto les faltaba; al parecer no se podía reutilizar el alambre y estaban remplazándolo.

El calor era horrible, así que decidí volverme a la patrulla. Mientras caminaba revisé si el mando de Bii seguía oculto; allí noté que si levantaba mi casco levemente, podía ver el brazalete por debajo del borde del mismo, sin que nadie se diera cuenta. Entonces dejé caer a Bii de mi bolsillo y en cuanto estuve en la patrulla me acomodé para poder guiarla sin ser notada.

Fue más fácil la segunda vez porque Bii recordaba el trayecto. En poco tiempo tuve imágenes del campamento; estaba casi desmontado, solamente faltaba la tienda de la mujer. Ella estaba empacando lenta y minuciosamente. Los hombres trataban de ayudarla pero ella parecía rechazarlos. Todo ese movimiento me ponía nerviosa, aun no sabía lo suficiente para determinar si aquella gente era peligrosa o no.

Hice a Bii girar en rededor para inspeccionar el área y buscar algún detalle que me permitiera ubicar el lugar donde estaba el campamento, porque mi juguete no podia conectarse a la red  local para obtener coordenadas.

Delante de mí tenía un cerro bajo y alargado que se extendía por aproximada tres kilómetros, sabía que el campamento estaba en algún lugar de aquel cerro, la pregunta era dónde.

Las formaciones rocosas eran muy similares entre sí, por si fuera poco, luego de varios meses secos, las plantas parecían ser del mismo color del suelo. Era difícil encontrar un punto de referencia.

Entonces, al fondo del campamento pude distinguir una pared de roca blanca y plana, que rompía ligeramente la monotonía del marrón claro del desierto.

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora