Capítulo 14 - Peyote

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Delante de nosotros había un pequeño puente de nueve o diez metros del largo, ya habíamos pasado otros así por el camino pero debajo de éste, había un lecho de rocas en medio del cual corría una angosta corriente de agua

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Delante de nosotros había un pequeño puente de nueve o diez metros del largo, ya habíamos pasado otros así por el camino pero debajo de éste, había un lecho de rocas en medio del cual corría una angosta corriente de agua.

Ni siquiera lo pensamos, ambos dejamos las bicicletas a un lado y bajamos deslizándonos por entre los peñascos. La frescura que emana del riachuelo fue la mejor sensación que había tenido en días.

―Cállate Bii―grité para detener la música y poder disfrutar mejor el sonido del agua.

Bii obedeció y el mono me observó sorprendido.

―¿Qué? Ella es mía, siempre va a ser así aunque tú tengas el brazalete ―dije molesta sin saber bien por qué.

Él levantó las manos como indicándome que me calmara y sin darle mayor importancia procedió a hacerle algunas pruebas al agua. Cuando determinó que era segura me entregó un par de botellas para que las llenara.

―¿Es una inteligencia artificial? ―Preguntó Evan retomando el tema de Bii.

―No, tiene una amplia gama de reacciones, algunas imitan emociones pero todas están programadas y son totalmente predecibles. No te preocupes, aprendimos la lección.

Él parecía aliviado pero no convencido.

­―¡Bii ataca a Evan! ―dije en voz alta.

Bii zumbo volando en dirección a Evan y justo cuando estaba por impactar contra el brazo del salvaje se detuvo y proyectó un holo de una abeja con un aguijón de taladro. El retrocedió sorprendido y yo no pude evitar reír ante el gesto del mono. Bii entonces correspondió mi risa con un sonriente holograma. Él parecía confundido, no sé bien si por la pequeña broma de Bii o por mi repentina risa. Me sentí incómoda y volví a ponerme seria.

Evan procedió a desinfectar el agua de las botellas con unas pastillas que él había llevado en su mochila mientras yo esperaba junto al arroyo.

La arena y las rocas brillaban mucho más bajo el agua, sus colores eran más vivos

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La arena y las rocas brillaban mucho más bajo el agua, sus colores eran más vivos. El sonido de la corriente y su temperatura era tan agradable que me fue imposible contener las ganas de sumergir las manos en aquella mezcla de tierra y agua. Recuerdo que estaba concentrada, contemplando con atención los granos de arena que se habían adherido a mis manos cuando él rio ruidosamente y dijo.

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora