Capitulo 25 - En Observación

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Si pudiera describir lo que sentía en ese momento diría que era algo parecido a estar sumergida en lo profundo de una piscina: el zumbido en mis oídos, las imágenes diluidas ante mis ojos, la falta de aire, la presión aplastándome el cráneo, ademá...

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Si pudiera describir lo que sentía en ese momento diría que era algo parecido a estar sumergida en lo profundo de una piscina: el zumbido en mis oídos, las imágenes diluidas ante mis ojos, la falta de aire, la presión aplastándome el cráneo, además me dolía el pecho, muchísimo.

Estaba sola en medio de cuatro paredes frías. No sabía que pasaba afuera, mil preguntas me rondaban la mente: ¿Qué pensaban hacer conmigo? ¿Estaba en peligro? ¿Debía intentar escapar o podía seguir confiando en Evan? ¿Quién rayos era esa tipa a la que Evan había besado? Ella era mayor que él, debía tener más de 40 años. ¿Qué diablos le veía Evan? Ella era flaca, bajita, su cabello teñido de rubio no combinaba con su piel oscura. De nada servía que anduviera toda arreglada, esos ojos achinados y los labios tan gruesos le daban una apariencia extraña a su rostro. Pero en fin, ¿A mí que me importaba? Yo estaba prácticamente presa en una tierra desconocida, sin que nadie en mi colonia conociera mi paradero, ESE era mi mayor problema, en ESO debía concentrarme y no la vida amorosa se Evan.

Maldito Evan, por qué no había advertido nada sobre su mundo. No es que yo me hubiera hecho ilusiones ni nada, pero tampoco estaba preparada para todo aquello.

La puerta se abrió lentamente y me puse de pie de un salto. La doctora asomó la cabeza sigilosa.

―¿Puedo pasar? ―preguntó.

―¿Dónde está Evan? ―dije.

―Ahorita está hablando con el juez, ya va a venir.

Entró sin pedir permiso, ella y los policías llevaban batas, mascarillas y guantes. Inmediatamente retrocedía hasta el fondo de la pieza. Entonces ella se detuvo a la mitad del cuarto y explicó:

―Me llamo Rita Cantil, Evan me dijo que fuiste tú la que nos ayudó en el desierto y quería darte las gracias.

La examiné de pies a cabeza: era una mujer madura, de piel morena y cabello oscuro, su vientre estaba más hinchado de lo que recordaba, pero en general era de complexión y estatura mediana. La ropa de protección no me dejaba verla bien, pero su postura y su voz trataban de transmitir tranquilidad. Ella continuó:

―Me alegró tanto que Evan regresara, todos estábamos muy preocupados. Yo me he sentido fatal por lo que pasó, creo que en gran parte fue mi culpa.

Yo seguía sin saber qué hacer o qué decir y aunque la doctora parecía sincera, la presencia del guardia en la puerta no permitía que me relajara. Ella volteó a ver al hombre y como comprendiendo dijo:

―No te asustés, el poli está aquí porque amenazaste a Evan con un arma y aunque él dice que no fue nada, para nosotros es un delito que no se puede dejar pasar, ahorita está tratando de explicarle al juez que todo fue un malentendido. Desafortunadamente, los tipos con los que se toparon antes anduvieron diciéndole a todos que venís de una zona radioactiva, que estás contaminada y no sé que mas; vamos a aclarar todo pero tenés que tener paciencia. Como vienen de lejos de la comunidad, se van a tener que quedar aquí para que les hagamos unos análisis. Tenemos unos dormitorios en el tercer nivel ―una sonrisa le brotó en los labios mientras se acariciaba el vientre―... perdón, de noche el bebé se pone muy activo.

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora