CAPÍTULO 23

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Hace cinco días me inscribí en la universidad, la verdad Benja tenía razón, me aceptaron prácticamente de inmediato.
Ahora me encuentro con Benja estamos terminando de hacer mi maleta, nos iremos a la playa de vacaciones con Chris, Natalia, Sam, Vicky y Benja, será una aventura interesante. Ya tenemos una casa allí así que iremos dos semanas de vacaciones.

—Deja que yo la bajo —Benja de inmediato me quita la maleta, yo tranco mi casa y bajamos a la calle dónde se encuentra el auto.

Cuándo estoy a punto de subir a la camioneta una voz me detiene.

—Paula necesitamos hablar —mi mundo se sacude, me a parecido una eternidad sin escuchar esa voz.

Lentamente me giro y lo encuentro ahí parado, está perfecto como de costumbre, siento que estoy al borde de un abismo, tener enfrente al hombre que amo y no poder correr a sus brazos, es horrible, una terrible sensación de angustia se apodera de mi, oprimiendo mi pecho.

Pero él buscó está situación, el prefirió revolcarse con esa zorra.
Levanto la mirada y lo miro a los ojos, esos ojos que tanto me vuelven loca y me hacen perder la cordura de una forma inexplicable.

—Tú y yo ya no tenemos nada de que hablar —le digo firme y segura de mi misma, aunque solo estoy ocultando mi fragilidad bajo una coraza.

—Por favor pequeña, te lo ruego, te lo puedo explicar, todo esto tiene una explicación.

—No quiero que me expliques nada, cuando debías explicarme no lo hiciste, ahora no quiero ni me interesa escucharte.

Me doy la vuelta y entro en la camioneta.

—¿Pau estás bien? —Benja toma mi mano.

—Si, no te preocupes —intento sonar tranquila y no demostrar el caos que Enzo a creado en mi interior.

Enzo se aproxima a la ventanilla —Por favor Pau, yo te amo, créeme que tiene una explicación.

—Ya deja de mentir Enzo, que explicación me vas a dar, ¿Qué vas a decir? Que preferiste a esa zorra antes que a mí, mierda Enzo yo te dí todo de mí y la cagaste a lo grande, me decepcionaste —a esta altura las lágrimas corren por mis mejillas sin compasión y también por las de él —Benja por vámonos —pido en tono de suplica, Benja me hace caso y enseguida nos ponemos en marcha.

En el viaje logro calmarme, no hablamos mucho en el camino, Benja sabe que necesito mi espacio.

—¿Cómo estás? —me pregunta, cuando estamos a punto de llegar.

—Bien, no te preocupes, venimos aquí a disfrutar —zanjo el tema.

—Tienes razón, vamos.

Juntos bajamos y los chicos ya llegaron, entramos y nos saludamos entre todos.

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