CAPÍTULO 13

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Despierto por los rayos de sol que dan directamente en mi cara, busco a Enzo en la cama pero ya no está, así que lentamente voy abriendo los ojos

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Despierto por los rayos de sol que dan directamente en mi cara, busco a Enzo en la cama pero ya no está, así que lentamente voy abriendo los ojos. Me levanto, voy a mí habitación y cuando ya terminó de hacer mis cosas en el baño lo voy a buscar con un dolor de cabeza tan fuerte que me hace replantearme toda mi existencia.

Luego de pasar por la cocina y tomar una manzana, lo encuentro en su despacho.

—Buenos días Daddy —lo saludo con entusiasmo.

—¡Buenos días! —me saluda con el mismo tono —¿Cómo te sientes? —interroga enseguida con preocupación.

—Mucho mejor la verdad —a fin de cuentas sus pastillas de anoche dieron frutos —perdón por lo de anoche —me disculpó sincera.

—No te preocupes nena, mereces divertirte. En todo caso perdona tú fui un imbécil anoche —admite.

—Si... —no sé lo pienso negar.

—Ven aquí —me señala sus piernas y sin dudarlo voy a paso lento y me siento en dicho lugar.

—Nena debemos hablar —comienza serio.

Y si hay algo que yo odio más que un lunes, es el bendito "tenemos que hablar" casi siempre termina en catástrofe.

—Si, dime —intento parecer tranquila.

—Mira me voy a tener que ir de viaje, por algunos días —me cuenta.

—¿Qué? —no puedo evitar mi cara de asombro.

—Sí, pero prometo que será lo más rápido posible —argumenta en un vago intento por calmar mi ansiedad.

—¿De verdad tienes que ir tú?, digo no podrías enviar a alguien más.

—Lamentablemente más nadie puede ir en mi lugar, es un asunto que solo yo puedo resolver.

—Pero Daddy te extrañaré —confieso.

—Lo sé pequeña, yo también te extrañaré, pero no lo puedo evitar.

—Está bien — me levanto molesta de sus piernas y me voy a mi habitación, al llegar cierro dando un portazo.

¿Un actuar inmaduro de mí parte? Pues sí  pero poco me importa ahora, ya que me acostumbre demasiado a tenerlo cerca y ya no estar sola.

Ha pasado más o menos un hora desde que ví a Enzo, estoy asiendo algunas tareas, cuando de repente siento como golpean la puerta y acto seguido la abren.

—Bebé no me quiero ir peleado contigo, por favor hablemos.

—No hay nada de que hablar —continúo escribiendo en mi PC y lo ignoro completamente.

Él cierra de golpe mi computadora y gira mi silla para que quede de frente a él.

—Ven —se sienta en mi cama y me indica que me siente en sus piernas.

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