Después de enterrar a Sandara en la parte trasera del jardín, Ji Yong y Agust buscaron un día completo a Yoongi pero él se había esfumado. No había rastros del pelinegro en ningún lugar y la impaciencia comenzaba a alterar los nervios de Ji Yong.
-Va a delatarnos -dijo, moviendo la pierna de arriba a abajo mientras su cigarrillo se consumía lentamente.
-Lo mataré antes de que se decida a hacerlo -Agust lo miró, dejando que una mueca empapada de maldad brotara en sus labios.
-¿Y cómo vas a hacerlo? ¡El maldito se escondió como una vil rata!
-Yoongi es inteligente, tío, pero yo lo soy más -con autosuficiencia, el rubio se recostó en el respaldo del sillón-. Mi hermano no se atreve a liberar lo que corre en nuestra sangre, por eso no es tan hábil como nosotros. Tarde o temprano lo encontraré.
-¿Y si alguien lo ayuda?
Agust cerró los ojos, su tío a veces era demasiado estúpido.
-Yoongi no tiene a nadie, pero nosotros sí.
-¿De qué hablas, Agust? -Ji Yong se levantó poniéndose en alerta.
-Voy a reclutar a unas cuantas personas, ellos me ayudarán a encontrar a Yoongi.
-¿A quiénes?
-Song Mino, Do Kyungsoo, Kim Hanbin y Kim JinWoo.
Ji Yong enarcó una ceja al escuchar de quiénes hablaba el rubio. Esos chicos no eran más que un grupo de imbéciles que vendían droga cerca de su casa. Se pasaban el día haciendo destrozos por las calles y no conocían el significado de la palabra discreción.
-Debes estar bromeando, Agust. Esos idiotas no tienen cerebro.
-¡Bingo! -el gemelo rubio aplaudió- Por eso son perfectos, porque son vulnerables y necesitan que alguien los instruya. Son tan estúpidos que deben seguir a un líder para encontrarle un sentido a sus miserables vidas, y ese alguien soy yo. Su nuevo propósito será matar a Min Yoongi, yo mismo me encargaré de hacer que esa tarea se vuelva lo único que tengan en mente.
La sed de sangre que corría por las venas de Min Ji Yong se disparó. Si él era un demonio, Agust era el mismísimo satanás.
Su sobrino era malvado y también un genio. No sólo su mente le ayudaba a cumplir sus propósitos, todo en él era un conjunto de herramientas. Con su cabeza diseñaba planes, con su fuerza los ejecutaba, con su belleza engañaba y con su don de palabra convencía.
Recordó aquel fragmento de la biblia donde describen a Satán como un ángel hermoso, capaz de cautivar a cualquier humano. Y justo así era Min Agust.
-¿Cuándo hablarás con ellos? -preguntó Ji Yong.
-Ya lo hice, esta noche cenarán en casa.
***
Min Yoongi despertó alrededor de las cuatro de la mañana. Su espalda lastimada por las ramas en las que había caído al desmayarse le despertó con un pinchazo de dolor. Aturdido y hambriento se levantó la playera para revisar la zona afectada. Soltó un quejido cuando no pudo levantar el brazo más allá de su cintura. Su hombro estaba dislocado.
Después de meditar por unos minutos la locura que cruzaba por su cabeza, se levantó y colocó las manos sobre un tronco grueso. Tomó un respiro y se colocó la manga de su sudadera en la boca. Antes de volver a dudar, agitó el cuerpo hacia abajo con todas sus fuerzas. Su hombro emitió un chasquido al volver a su lugar y Yoongi cayó al suelo gritando de dolor.
Tras una hora aproximadamente, logró volver a mover ambos brazos. Elaboró un cabestrillo con la sudadera y comenzó a buscar algún sendero que lo llevara a la ciudad.
Caminó por horas deseando encontrar una salida, no obstante, con cada paso que daba parecía que se adentraba más y más en el bosque.
Estaba a punto de darse por vencido cuando sus ojos visualizaron una línea casi borrada en el suelo. Era un camino que hace mucho nadie seguía, quizá una antigua ruta a un pueblo cercano.
Siguió los trazos casi invisibles durante algunos minutos, las líneas se desvanecieron cuando se encontró con una casa en medio de la nada.
Sus paredes de concreto y madera estaban invadidas por las enredaderas del bosque. Algunas ventanas tenían cristales rotos y las puertas estaban abiertas de par en par.
-¿Hola? -alzó la voz una vez que estaba dentro, el sonido retumbó entre los muros.
Recorrió la casa y pudo darse cuenta de que no había sido ocupada por muchos años, al menos unas dos décadas.Había muebles viejos y cuatro habitaciones acondicionadas para una familia entera.
Yoongi abrió la habitación principal y sus labios se abrieron cuando junto al ventanal, resposaba un hermoso piano. Las teclas estaban hinchadas por la humedad pero aún emitían un sonido seco. Los dedos de su mano libre tocaron una breve melodía, haciendo que una sonrisa casi imperceptible naciera en sus labios.
-¿Puedo vivir en tu casa? -le preguntó al instrumento. Al presionar una tecla sonó un agudo pitido que tomó como un sí.
Dejó la mochila en el piso y se arrojó sobre la cama, ésta rechinó y levantó una nube de polvo que le hizo toser hasta caer de rodillas. Cuando recobró el aliento, volvió a acostarse. Apenas tenía fuerza para cubrirse con la manta sucia.
Pensar que por primera vez en su vida estaba lejos de Agust le llenó el pecho de paz y se quedó dormido.
Cerca de ahí, un chico de ojos tan brillantes como las estrellas caminaba tembloroso, deseando encontrar a alguien que lo protegiera del bosque en el que se había adentrado con el rostro empapado de lágrimas.
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-Gonche
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Abscon (BTS FanFic)
FanfictionYoonGi, NamJoon, SeokJin, JungKook, TaeHyung, JiMin y HoSeok tienen algo en común: todos están huyendo. La vida une a estos chicos por obras del destino en una casa abandonada en los adentros de un espeso bosque. Y lo que parece ser una nueva opo...