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𝑳.𝑴.𝑯
— Así que SeungMin estuvo aquí hace unos minutos. —Hablé con un puchero, después de lavar mi mano y pretender que nada sucedió me dirigí al sofá con ambos alfas, los cuales me contaron que SeungMin había tenido que irse por algunos compromisos.
— Si, pero dijo que la próxima esperará a que llegues. —Dijo JeongIn colocándose su abrigo, después de todo estaba demasiado tarde y aún si era un alfa podría estar en peligro.
– Gracias por traerme, Jeong. —Sonreí y me levante para darle un corto abrazo.
— No es nada, si necesitáis cualquier cosa siempre podéis escribirme. —Se despidió y finalmente salió, en el apartamento quedamos solo un adormilado HyunJin y yo.
— Bueno hyunnie, me alegra que te lo hayas pasado bien pero yo estoy molido, hasta mañana. —Revolví su cabello observando como abría un poco más sus ojos y sonreía.
— Duerme bien. —Se acurrucó en el sofá y siguió durmiendo, no le tome más importancia así que me encerré en mi habitación y me deslice por la puerta hasta llegar al suelo.
— ¿Qué deberé hacer? —Me pregunté en voz baja sintiendo como comenzaba a quedarme sin aire por la desesperación que me recorría desde que supe que "él" estaba cerca
«Únete a mí.» Habló mi lobo, hice una mueca y seguí escuchándole.
«Sabes que es lo mejor.»
— Y también se lo peligroso que eres. —Miré el suelo con tristes ojos.
«Te protegeré.»
— Lo sé, ese es el gran problema. —Suspiré y froté suavemente mis ojos. —Arrasarás con cualquiera que me haga daño...
«No le veo el problema. »
— No somos asesinos. —Gruñí bajito.
«¿No? Yo recuerdo algo que probaría lo contrario.»
En un principio creí que mi lobo era un pan de dios, después descubrí lo equivocado que estaba, descubrí que los arrebatos que tuve cuando era adolescente eran debido a él, por él también me metí en muchos problemas y por él me golpearon más de una vez.
No quería culparlo, después de todo es una parte de mí, pero, tampoco soy ciego, mi lobo es alguien que le encanta jugar (No de buena manera), es sádico y retorcido, al principio pensé que estaba bien pero, cuando uno de los días en los que Christopher me visitó quiso arrancarle la yugular supe que no lo estaba.
— No dejaré que dañes a nadie. —Me levanté del suelo y comencé a caminar hacía el baño, debía tomarme un baño.
«Cambiarás tu respuesta cuando mires tu cuerpo.»
Rodé los ojos y negué con mi cabeza, aún así me paré delante de un espejo de cuerpo completo y observé con monótonos ojos las cicatrices en mi cuerpo, cigarros, azotes, golpes, rasguños... Cada marca del abuso que habían hecho estaba allí.
