11. Normal

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—Ese chaval sólo te lleva por el mal camino. —Soltó, a su lado. —Mírate. Hoy has faltado a clase y no has hecho nada.

Podría decirse que, uno de los únicos momentos que pasaba con su padre era aquel. El cigarro diario en la terraza de la cocina, después de la comida.

Se apoyó en la barandilla de metal, mirando al jardín. Algunas hortensias teñían el verde de otros colores y los rosales adornaban la entrada a la vivienda. De repente, su teléfono sonó. Se llevó una mano al bolsillo trasero del pantalón, sabiendo quién era, y miró la notificación.

Algún latido de más se escapó de su corazón confuso.

—¿Es alguna chica? —Levantó una ceja, mirando, orgulloso, al adolescente que sonreía viendo la pantalla.

Apagó el dispositivo de inmediato, apretando los labios. Decidió que le contestaría más tarde, no quería hacerlo delante de su padre. Ni siquiera le había dado tiempo a hablar con él todo lo que le hubiera gustado.

Necesitaba hablar lo sucedido sin presiones.

—No. —Devolvió el aparato a su bolsillo, pensando en los labios de Yuuji, en sus palabras.

Realmente había logrado trastocar su sentido de la compostura. Nunca se había sentido tan perdido, y nadie lo podía guiar. Miró a su padre, que también se apoyaba en la barandilla. No, a él no podía preguntarle si aquello era lo correcto, ya anticipaba su respuesta.

Pero, ¿de verdad había estado bien aquel beso?

Lo había empezado él, absorto en su incapacidad para decir las cosas con claridad, no había sabido cómo expresarse y había recurrido a ello.

—Nunca traes compañeras a casa. —Comentó el hombre, dando una larga calada a su cigarro. —¿No te llama la atención nadie de tu clase?

Le había gustado. Probar de sus labios, sí. No había estado mal. Se había sentido abrumado y asustado, al principio, pero las pequeñas caricias lo habían animado.

¿Realmente era algo malo si le había gustado?

—No. —Repitió, encogiéndose de hombros. Apenas escuchaba lo que el otro decía, perdido en las profundidades de su mente.

Había querido saber si su amigo estaba enamorado de él, y le había besado para comprobarlo. No había pensado mucho en hacerlo, no se había lanzado, había titubeado un poco, pero lo había hecho.

Se tocó la cabeza, parecía que iba a estallar. La confesión del chico era lo que menos se había esperado, había estado a punto de sacarle lágrimas, incluso quiso suplicarle que se detuviera, que necesitaba tiempo para poder ordenar sus sentimientos.

—Mierda. —Se quejó, dándose cuenta de que sus labios ya podían tocar sus dedos cuando quería probar del cigarro.

Lo había acabado en apenas unos minutos.

—Espero el día en que por fin te conviertas en un hombre. —Su padre hundió el pitillo en el cenicero de la pequeña mesa que había, pegada a la puerta de cristal, y le dio una palmada en la espalda. —Y deja de fumar tan nerviosamente. No es para nada atractivo.

Chasqueó la lengua, molesto, aunque se quedó mudo, escuchando sus pasos alejarse. Apagó la colilla y se agarró con fuerza a la barandilla, sintiendo el frío pegarse a su piel.

—Mierda. —Volvió a decir, en voz baja. Miraba hacia abajo, para luego alzar la vista hacia el cielo.

Dio un par de pasos hacia atrás, ansioso, con las pulsaciones disparadas, y se abrazó a sí mismo. Notó que las lágrimas se agolpaban en sus ojos de triste azul y pestañeó un par de veces, como si aquello pudiera ahuyentarlas.

Nihilism || ItaFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora