Qué precioso es ver cómo una bala perfora el cráneo de un muerto.
Y más cuando el arma que utilizaste para eso es una AK-47.
Rafa: —¡Guau! —saltó emocionado y con la cara transformada en fascinación.
Dakota: —Es genial, ¿no? —inquirió apoyado en la pared de un negocio en la esquina, este tenía un inmenso cartel de Levité—. Mi padre la consiguió de un coleccionista —explicó, y no pudo evitar reprimir una pequeña risa cuando la emoción de Rafael todavía lo obligaba a saltar y chillar como un niño pequeño—. ¿Vos no la querés probar? —viró hasta Peter quien, al igual que él, se encontraba tanteando con la mirada los movimientos de su amigo.
Peter: —Ya usé una cuando era más chico —dijo para la sorpresa del otro—, me llevaban a cazar bastante seguido.
Dakota: —Me sorprende oír eso —rio—. Mi hermana todavía se va para atrás cuando jala del gatillo —negó con la cabeza y una sonrisa se extendió de oreja a oreja cuando recordó a Juana embarrándose.
Peter: —Hay que tener buen equilibrio en ella, al igual que experiencia con otras armas pesadas —se acercó al hermano y susurró—. Por ejemplo no hay que hacer lo que él está haciendo.
Rafael estaba sujetando el rifle de una manera incorrecta. Si un experto en armas lo llegara a ver, no dudaría en proporcionarle una buena golpiza que haga que sostenga el arma de la manera adecuada.
Como era de esperarse, el chico terminó perdiendo el equilibrio y cayéndose en el camino del tierra. Claramente las carcajadas de parte de los otros dos no tardaron en llegar al igual que la mirada resentida del perjudicado.
Rafa: —Cabe aclarar que ustedes tienen experiencia con esto —sacudió su remera que, para su mala suerte, era blanca. Maldito sea el momento en el que decidió vestirse de blanco para el día, ahora iba vestido de negro por toda la tierra que cargaba—, pero por lo menos la bala entró de manera muy limpia en la cabeza del caminante —se cruzó de brazos y, con una mueca de arrogancia, les dio entender a los demás que los estaba desafiando a una competencia.
Dakota: —Okey, polilla —bajó del pequeño montón de arena en el que se estaba parado y le arrebató el arma—. Si gano, tendrás que limpiar el inodoro de mi cabaña por los días que se queden con nosotros —Rafael tragó saliva—, y créeme que el agua es muy débil y no se lleva casi nada —ahuecó sus mejillas y le sonrió maliciosamente.
Peter: —¿Y si yo gano? —vio la necesidad de incluirse ya que estaban tan metidos en su pequeño juego de rivalidad que no lo tomaron en cuenta.
Dakota le propuso que, si él lograba quedar por encima de los dos, Rafael sería su esclavo por todo un mes. El reproche del afectado no tardó en llegar, es decir, él tenía que cumplir una prenda sí o sí. Pero por más que insistiera, los dos ya se encontraban posicionándose para competir. Bufó por esto.
Dakota: —¿Quiere ir usted primero, señorita? —le ofreció el rifle, pero la cabeza ladeó—. De acuerdo. Mejor para vos, vas a poder apreciar cómo, en verdad, se dispara un arma.
Bajó el ojo derecho hasta la mirilla y cerró el izquierdo. Tenía a un objetivo: un caminante estaba patidifuso mirando un banco en la plaza, casualmente este tenía un libro encima de él. Su tapa era de color negro que, poco tiempo después, pasó a tener pequeñas gotas de rojo; el caminante a su lado se había desplomado y en el proceso su cabeza había estallado contra el brazo del banco.
El proyectil ingresó por la parte trasera del cráneo, destruyendo el hueso y lóbulo parietal.
Dakota: —¡Boom! —los ojos se achinaron de la sonrisa tan grande que había en su rostro—. A eso yo le llamo un buen tiro. Tené por seguro que vas a tener que limpiar mi baño porque superó por mucho al tuyo.
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Day Z T6 Sin Mirar Atrás
Science FictionCon el objetivo cumplido de haber llegado a Carlos Paz, Nicolás y su gente deberán adaptarse a la nueva vida junto a los desconocidos. Mientras que la tensa relación entre algunos integrantes se desarrolla, una revelación impactante hace que el líd...