Hay diferentes tipos de drogas. Y no, no estaba hablando de las sustancias prohibidas por el gobierno, de esas que se consumen y te hacen alucinar. Hablaba de las que la sociedad no conocía ni tampoco estudiaba: las psicológicas. Aquellas capaces de perturbar tus emociones o formas de manejarte con una situación o persona.
A algunos les cambiaba el comportamiento el simple hecho de ser el centro de atención en una juntada de amigos, otros una escapada a la montaña, otros estar tomados de la mano con su pareja por la calle, otros revolcarse con una persona por conveniencia y que tu círculo social lo supiese, y otros estar en una fiesta y mostrar una actitud fuera de lo común, descolocada de lo cotidiano a causa del ambiente de festejo.
Sí, existían ese tipo de sustancias intangibles. Y hasta llegaban a ser más poderosas que las reales, las que sacudían tu organismo y lo desordenaban.
Conoció a mucha gente que fue así con ella, ya sea por mensajes de texto o en persona. Incluso ella misma lo había sido, porque cuando estaba de fiesta o en una reunión con amigos, de repente su actitud se transformaba en una que jamás integró sus ideales, lo que terminaba espantando a la conciencia, dejando que la estupidez consumiera su comportamiento.
Bueno, pues ahora poseía una nueva droga, pero esta era tangible y de las sanas mentalmente: el buzo de Nicolás reposando sobre su regazo.
Juraba haber pasado más de media hora inundándose las fosas nasales con el olor característico de la prenda, el de su amado, que aún lograba mantenerse aplicado sobre la tela. Era adictivo y la hacía imaginarse cerca de él, más bien justo al lado, como si estuvieran pasando la tarde echados en la cama con el desayuno, sin preocupación que los removiera de su barca en la laguna de paz.
Le gustaba estar ahí, en aquel lugar imaginario junto a él. Aunque deseaba tenerlo en materia, para tocarlo y besarlo. Y también aprovechar el tiempo que este mundo les regalaba, que temía que no fuera mucho.
Sus padres, y sobre todo Nicolás, siempre solieron repetirle lo pesimista que era en situaciones de peligro. Pero ¿realmente había gente que no tenía aquellas actitudes? Pensaba que era lo más normal del mundo. Ver el mundo repleto de sombras y con un mar de sufrimientos que te esperaba, ansioso por la llegada de otra víctima. Pero no, al parecer todo era obra de su mente amargada.
Se recostó y llevó el abrigo hasta su pecho, apretándolo como si su novio estuviera envuelto en él. Lo extrañaba tanto.
Ahora entendía a Roma. Hace unas horas tuvo que servirle de consuelo, y por más que haya empapado su hombro con lágrimas y le haya dedicado una centena de palabras bonitas, aun así no pudo salvarla de la tormenta que la agobiaba, que tanto la retrasaba. Le pidió por favor que se fuera y la dejara sola ahí, pudriéndose en la melancolía. No quiso, de hecho raspó los dientes y por unos minutos se resistió, pero no quería hacerla enfadar. Ya estaba lidiando con suficientes emociones como para agregarle otra más.
Pobre chica, pasó por un tsunami de tragedias, y todavía quedaban secuelas de la destrucción.
Una silueta masculina se asomó por la pared, y Rose levantó un poco la vista para ver a Jason, parado bajo el marco de la puerta, pidiendo permiso con la mirada para interrumpir la privacidad.
No es tonta, sabía que la escuchó sollozar y susurrar. Y tenía una clara respuesta de a qué venía aquello.
Jason: -¿Cómo lo llevas? -se sentó en el borde de la cama, al lado de las piernas de la chica, quien ahora se encontraba con su rostro completamente cubierto por la prenda.
Al parecer le daba mucha vergüenza que la vieran con los ojos rojizos del llanto.
Rose: -Es una puta mierda -concluyó.
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Day Z T6 Sin Mirar Atrás
Science FictionCon el objetivo cumplido de haber llegado a Carlos Paz, Nicolás y su gente deberán adaptarse a la nueva vida junto a los desconocidos. Mientras que la tensa relación entre algunos integrantes se desarrolla, una revelación impactante hace que el líd...