¿Alguna vez se imaginó volver a sentir esa punzada al corazón?
Lo sentía a diario, a cada minuto, por eso se la pasaba mucho observando por las ventanas. El típico miedo de que un infectado se colara en su patio mientras sus dos bellas creaciones estaban distraídas era incesante. Cada día experimentaba la sensación de hormigueo en su pelvis, temblores en sus dedos y dificultad para caminar: sus hijos provocaban todo eso en él.
Desde que esas mierdas, sus mierdas, vieron por primera vez la luz, se esforzó en dar lo mejor de sí en provocar una hermosa y perpetua reacción en ellos; la combinación de sus colores lo eran todo: Dakota cargaba unos ojos azulados que resaltaban bastante en la oscuridad, mientras que en la mañana usualmente se transformaban un poco verdosos. Juana, en cambio, era especial: su pupila estaba rodeada de verde y rojo a la vez. Muy raro a su parecer, de hecho, jamás vio algo así en sus seis décadas. Pero no podía esperar menos de su amada hija, siempre lo sorprendía.
Hundió las patas de la sillita en el césped. Pobres hormigas y que en paz descansen. Con mucho esfuerzo se sentó e inclinó en el respaldar, un alivio salió de su boca cuando su espalda le agradeció aquel descanso.
Sus dos hijos, sus preciados hijos. Odiaba cuando salían a cazar, odiaba cuando pedían para dar una vuelta por el vecindario, odiaba cuando reclamaban irse lejos. No aguantaba oírlos querer sumergirse en su muerte.
Quería que ellos entendieran que, sin una protección fija, no sobrevivirían allí afuera. El mundo no era el de antes, no podías salir a pasear porque te agarren las ganas, en este mundo tenías que hacer lo que el momento necesite que hagas, no por diversión o aburrimiento. El mundo de hoy reclamaba una actitud dura y con cero diversión dentro tuya. Por eso intentaba mantenerlos firmes, pero se era imposible. Eran adolescentes, no podía hacer nada más.
Todos los años de experiencia le permitieron, hoy en día, ser un ejemplo sano para su familia. Ser capaz de enseñarles lo que es correcto e incorrecto.
Aunque es normal que a veces sienta que no es así. Nunca va a olvidar el rostro de Juana y Dakota cuando cayeron de que había más personas en el comedor de su casa, que no eran solo los tres de siempre, sino más humanos que estaban compartiendo la comida con ellos. Los ojos de ambos estuvieron agigantados en todas las horas que pasaron con ellos, sorprendidos de oír otras voces. Porque, la verdad, ni en los primeros días del apocalipsis pudieron conocer o refugiar a otras personas. Usualmente el que buscaba llegar a las montañas tomaba otro camino, uno realmente alejado de ellos, pero que costaba más tiempo; en cambio, ellos eran un atajo, y al parecer el grupo nuevo conocía el atajo.
Sabía que Nicolás y su grupo serían una dificultad para él, Dakota y Juana los escucharían a ellos, al principio desconfiarían por la falta de interacción social, pero luego serían perros castrados por la misma causa, por no saber actuar bien frente a los humanos.
Solo conocían cómo aplastar cabezas de muertos, solo eso.
Cuando el líder de los allegados comentó su idea del shopping, no pudo dejar pasar el rostro que tenía Juana, de ilusión. Y menos el de Dakota que estaba llenamente imaginándose una aventura sin límites. Sabía lo que se vendría: una insistencia de parte de sus hijos para acudir a aquella expedición. Y por supuesto que ellos también veían venir su respuesta, un rotundo y conciso no.
No dejaría que se embarquen en una aventura desconocida lejos de él. El plan era suicida y el líder impulsivo, no sabía cómo manejar a su grupo, bastaba con ver cómo una de las jovenes le levantaba el dedo medio a otro de la punta, mientras que otros dos se tocaban las piernas por debajo de la mesa.
No era consciente de lo que pasaba a su alrededor. Aunque lo intentaba, lo que lo volvía más lamentable al pobrecillo.
Tenía experiencia en ello, y él no, pero sabía que sus hijos escucharían al que no. Más que nada porque ya estaban hartados de los límites que les imponía y sus reglas que, según ellos, no servían en lo absoluto.
Qué irónico, si tenés buenas actitudes te convertís en el malo, por más que intentes darles la mejor explicación que puedas.
Bastaba con ver adelante y encontrarse con Juana hablando con el líder del grupo. Una sonrisa maliciosa apareció en su rostro y sus cachetes hicieron hoyuelos. Juana asentía constantemente, era la más tímida de los tres. Si debía ser sincero, ella no acostumbraba a ser la rebelde, Dakota lo era. Sí, a veces tenía las mismas actitudes que su hermano, pero no tan común y exageradamente como el segundo varón de la familia.
No quería meterlos en un peligro que no conocía. No le preocupaba los demás, si fuera por él, que los otros chicos vayan, solo quería que sus hijos no los acompañen, que no se dejen engañar.
Simplemente quería eso.
Nico: —No te importamos nosotros, solo ellos, por eso rechazaste la oferta —llegó a su lado como si hubiese leído su mente—. No te culpo, no nos conoces de nada, no tenés porqué preocuparte de nosotros. Es decir, ¿quién se preocuparía más por unos desconocidos que por su propia familia? Y más si estos son adolescentes entrando en la juventud —rio y apoyó su culo en el césped.
Rawson: —Qué empático.
Con la mirada hacia delante, elevó un poco su labio en señal de agradecimiento.
Nico: —Me imagino que ya sabes lo que vengo a pedirte.
Rawson: —¿Qué acaso no es obvio?
Nico: —Un poco la verdad —lo miró con detenimiento—. No es solo por nosotros, Rawson. Usted y sus hijos también necesitan estos recursos, si no lo hace por nosotros, hágalo por ellos. Esperan lo mejor de usted —quiso palmear su brazo para incentivarlo pero este lo apartó—. Confían en usted, no los decepcione.
Rawson: —Jamás los decepcionaría —se giró al oír lo anterior y le sostuvo la mirada—, ellos son mi vida. Si ellos abandonan este mundo, una parte mía también lo hará.
Guau, ¿acaso de dónde había escuchado esa frase?
Como un acto inconsciente se llevó la mano al bolsillo, lugar donde descansaba el último escrito de la rubia.Rawson: —Espero que puedas entender...
Nico: —Por supuesto que lo entiendo —se levantó del suelo con apoyo de sus manos—, y sé que ellos a usted también. También sé que confían en su sabiduría para educarlos, por más que a veces desobedezcan como tal adolescentes que son. Déjenos ir a nosotros y volver aquí con un botín para su familia —la dura personalidad del mayor se afligió—. Por favor, tiene que confíar.
Rawson: —De acuerdo —replicó sin darle más vuelta al asunto, un estático Nicolás lo observó con una sonrisa aproximándose por su rostro—, pueden partir de acá en dos días, ¿te parece bien? —al instante lo vio festejando. A lo lejos visualizó la cabeza chismosa de su hija asomada detrás de una pared.
Nico: —Me parece asombroso, señor.
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¡Hasta acá el capítulo de hoy! Espero que lo hayan disfrutado mucho
Antes de que te vayas me gustaría preguntarte, ahora que ya se sabe que el grupo tiene confirmación para ir al shopping, ¿quién te gustaría que fuese?
Sigan teniendo una buena semana. El viernes nos volvemos a ver por acá ;)
Abrazos para todos. ¡Adiós!
ElNixoo.
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Day Z T6 Sin Mirar Atrás
Science FictionCon el objetivo cumplido de haber llegado a Carlos Paz, Nicolás y su gente deberán adaptarse a la nueva vida junto a los desconocidos. Mientras que la tensa relación entre algunos integrantes se desarrolla, una revelación impactante hace que el líd...