Si alguien les hubiera dicho que en medio de el desastre estarían mojados de pies a cabeza, bebiendo jugo natural, charlando y riendo a moco tendido mientras que el sol a sus espaldas se iba escondiendo, sin dudas lo hubiesen llamado loco y sospecharían si sufre de algún tipo de distorsión de la realidad.
Lo que estaban viviendo era irreal, para todos, más para ella, quien a veces se perdía en el hilo de la conversación por quedarse reflexionando en todo lo que sucedió con su vida en los últimos meses.
No pasó un año de que todo se fue a la mierda y ya estaba delirando por ver a su madre, a aquella fuerte y valiente mujer que le prometió que la protegería aún cuando el mal y las sombras cubran al planeta entero. Bueno, claramente no terminó por ser así.
Nicolás llegó a proponerle en determinadas ocasiones ir a buscarla; él más que nada sabía cuán importante era su progenitora para ella. Siempre le contaba las locuras que cometía cuando ella tenía apenas cuatro años. No recordaba todo con lujo de detalles, pero sí el alma guerrera de su mamá y cómo se las apañaba para salirse con la suya.
Siempre mantuvo la ilusión de algún día llegar a tener la piel tan fuerte para aguantar los cientos de golpes que la vida tenía preparados para uno, como ella tenía.
En los últimos meses, la vida le jugó una mala pasada, una muy mala pasada. Llegaba a decir que, desde que todo comenzó, jamás tuvo el placer de disfrutar un momento, no hasta este día, que era la única excepción.
Estaba agotada. No quería huir ni esconderse, solo sentarse de cara al sol y que la vida decida lo que ella tiene que atravesar, aunque posiblemente no sea nada bueno teniendo en cuenta el resultado de las anteriores semanas.
¿Qué le diría su madre para motivarla? Duele decir que no sabía qué le diría en un momento tan horrendo como este. Quizá significaba que no conocía a su madre o no le prestaba suficiente atención como para deducir cuáles serían sus cábalas. En todo caso, siempre pasaba horas preguntándose lo mismo: ¿Qué palabras usarías para sacarme del dolor ahora mismo, mami?
Le gustaba pensar que Nico era su madre en esas ocasiones de desorientación. O el viejo Rawson con su consuelo en la mañana. O posiblemente Peter con su juego morboso de tirar caminantes por la colina. O incluso llegaría a decir que Jason con esos comentarios que en su momento eran estresantes, pero que ahora más que nada requería de ellos.
Cuando un ser querido se nos va del mundo, se distribuye en muchas partes y deja su porción en los que todavía están con nosotros para que, cuando hablemos con ellos, los recordemos con esa sonrisa que tanto nos caracteriza.
«Sí, precisamente eso dirías, ma».
Rafa: —¿En serio que te caiste en frente de todos? —golpeó su muslo en un intento de detener la exhaustiva acción de subir y bajar su pecho para contener la risa, pero le era imposible, las anécdotas del viejo Rawson eran graciosísimas y nadie podía negarlo—. ¿Y cómo te recompusiste?
Rawson: —No lo hice; me rompí la cadera y mis hijos tuvieron que llevarme a la clínica más cercana.
Rafael estiró su nuca para atrás y permitió que las carcajadas salieran a todo volumen; de pronto, los demás se contagiaron del sonido de su risa y también se echaron a disfrutar del momento y partirse de la risa junto a él.
Su novia, quien estaba sentado justo a su lado, lo observaba con vergüenza y le lanzaba esa mirada que le indicaba un claro «deja de mofarte»; pero como siempre, su novio no se contenía las ganas y se echaba a reír aún más, lo que después desencadenaba que Lucía comience a echar la cabeza hacia atrás y dejara salir la risa.
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Day Z T6 Sin Mirar Atrás
Science FictionCon el objetivo cumplido de haber llegado a Carlos Paz, Nicolás y su gente deberán adaptarse a la nueva vida junto a los desconocidos. Mientras que la tensa relación entre algunos integrantes se desarrolla, una revelación impactante hace que el líd...