𝗢𝟯. a fair rest

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𝟎𝟑. UN DESCANSO JUSTO

Observó la casa con mayor detenimiento, no era la casa más llamativa del vecindario, pero lo cierto era que ninguna verdaderamente lo era; todas eran sencillamente opacas y sin brillo alguno, cosa que no le sorprendió de la casa de Beth Harmon, ya...

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Observó la casa con mayor detenimiento, no era la casa más llamativa del vecindario, pero lo cierto era que ninguna verdaderamente lo era; todas eran sencillamente opacas y sin brillo alguno, cosa que no le sorprendió de la casa de Beth Harmon, ya que su casa era igual a la de esta.

Con el corazón en la boca se dirigió hacia la puerta y sin esperar más, tocó la puerta mientras miraba por última vez el papel con la dirección anotada. Soltó un pesado suspiro cuando escuchó pasos desde dentro, entonces se permitió a ella misma ponerse recta mientras apretaba fuertemente sus puños.

— Buen día—la voz de una mujer le hizo levantar la mirada. Una mirada chocolatada chocó contra la suya, esta le brindó una pequeña sonrisa, y ella se la correspondió nerviosa.

— Eh...¿se encuentra Beth Harmon?—ella le analizó de arriba abajo con el ceño fruncido.

— ¿Vienes hacer alguna entrevista? no recuerdo haber agendado una fecha para hoy—la confusión pintaba en el rostro de aquella mujer, la pelinegra solo le sonrió.

—No, soy una amiga de la infancia de Beth—Alma la miró sorprendida sin embargo aquel rostro de confusión se fue marchando por una una leve sonrisa que empezó a brindar por los bordes de su boca.

— ¡Oh! ¿en serio? pasa, ¡Beth, cariño, baja!—la invitó a pasar más que encantada, aquello le causó gracia y alegría verla así de alegre, hace tiempo que alguien no se alegraba por verla más que no sea en las pasarelas o fotos. Pasó hacia la casa mientras su vista se dirigía hacia cada punto de la casa, analizándola con mayor detenimiento, sintió la mirada de la señora en ella así que rápidamente la miró—Me llamo Alma, ¿Cómo te llamas tú?—le volvió a brindar esa agradable sonrisa que le hizo reír.

— Me llamo Astrid Schwarz—ella le señaló el sofá, indicándole que se siente.

— Oh, es un apellido alemán, ¿no?

— Sí, mi padre era de Alemania—ella elevó las cejas con gracia, ocasionando una sonrisa en la pelinegra, sin embargo su mirada se dirigió hacia una tercera persona en la habitación, ambas miradas hicieron contacto y la pelinegra notó como el ceño la pelirroja en la habitación se fruncía levemente, se levantó y le extendió la mano—Beth, cuanto tiempo—ella la miró asombrada mientras abría la boca de la impresión.

— ¿Qué? ¿c-com...? espera, ¿eres tu Astrid? ¿cómo es que estás aquí?

— Hace unos días he vuelto a Kentucky, y te he visto en el periódico, no sabía que eras famosita—las tres soltaron una risa ante aquel comentario, aún sentía la mirada asombrada de Beth sobre ella.

— No sabía de ti, tu realmente estás más bonita, te he visto en varias revistas—ella sonrió ampliamente, mientras Astrid solo pudo quedarse callada mientras veía sus uñas de color rojo vino.

— Les traeré unas tazas de café, ya vuelvo—la señora Alma se levantó con rumbo a la cocina, Astrid se volvió a sentar en el sofá, esta vez con Beth a su lado, que aún se mantenía asombrada.

— ¿Cómo es que supiste de mi? no, ¿cómo es que estás aquí?

— Hace unas semanas mis padres murieron, básicamente me contactaron para darme la casa y he tardado en venir ya que tenía trabajo que hacer, pero ya estoy aquí.

— Oh, ¿tus padres adoptivos murieron?—Beth no pudo evitar mirarla con tristeza, pero Astrid solo levantó la mano en señal de que no importaba.

— No te preocupes por eso, estoy bien. De verdad—ella frunció el ceño confundida y dirigió su vista a sus manos—¿Cómo estás tú? supe que eras famosa gracias al ajedrez.

— Me va bien, supongo. He avanzado mucho.

— Te dije que ibas hacer una gran ajedrecista, y nunca me creíste—la de ojos azules se cruzó de brazos fingiendo indignación, ocasionando que la pelirroja soltara una pequeña risa.

— Nunca se sabe que puede pasar en el futuro—ella hizo una mueca—Pero tu te volviste modelo, te dije que eras perfecto para serlo.

— Pero no es algo que me guste o que ame—su mirada se conectó con la de ella—Tu al menos amas el ajedrez, a mi no me gusta lo que hago, y menos me encanta.

— ¿Entonces por qué lo hiciste?

Miró sus manos y soltó un débil suspiro—La señora Molina me obligó y aceptó cosas sin mi consentimiento, en aquel entonces era menor todavía, así que era fácil para ella.

— ¿Por qué no lo dejas?—Astrid echó su cabeza hacia atrás conteniendo las lágrimas.

— ¿Crees que no lo he intentado? créeme Beth, lo he intentado muchas veces, pero no es tan fácil, soy una de las mayores caras en este momento, todos esperan algo de mi, Molina me amenazaba aún cuando me volví mayor con que era mi obligación mantener esa familia ya que me hicieron el favor de adoptarme—sentía sus ojos aguados, tragó duro—Quiero dejarlo.

— Debes hacerlo, te estás lastimando.

— Lo haré algún día, Beth—ella le miró y solo pudo ver intriga en sus ojos, sin embargo desvió la mirada detrás de la pelinegra, donde se encontraba Alma sosteniendo dos tazas de café.

— Tengan, chicas—le paso ambas tazas a ambas chicas, desapareció un segundo para luego volver con su taza, se sentó en un sillón delante—¿De dónde dices que viniste, Astrid?

— Milwaukee, me mude ahí hace algunos meses.

Aquella conversación se extendió, lo bastante como para acabar con los pies encima del sofá cruzados en forma de indio mientras que Beth se encontraba de igual forma, y Alma tocaba el piano de una forma sutil mientras tenía una gran sonrisa en los labios, mientras que unas botellas de cerveza adornaban el piso.

— ¡Lo amé!—ambas chicas aplaudieron mientras Astrid se levantaba. Lo cierto era que la pelinegra no había bebido casi nada, se consideraba alguien muy resistente al alcohol así que podría beberse cinco y todavía seguía de pie.

— Gracias, gracias, niñas—la mamá de Beth se levantó y hizo una reverencia haciéndoles reír—¡Beth! no le hemos contado de nuestro viaje a Las Vegas—emitió con una gran emoción en el rostro, Beth miró a la ojiazul asombrada.

— ¿Nos acompañarías? es el viernes.

Pensó en sus horarios, en Andrew, en como tendría que cuidarse, sin embargo borró todo aquello de su mente y solo sentía, pensaba que debía divertirme como fuera.

— Ahora mismo las acompañaría hasta el fin del mundo—se rió tontamente haciéndolas reír.

— Entonces el viernes nos vamos a Las Vegas—la mamá de Beth aplaudió emocionada. Ambas chicas solo se pudieron ver mientras reían.

 Ambas chicas solo se pudieron ver mientras reían

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EDITADO 2021

✓ 𝗦𝗔𝗩𝗘 𝗬𝗢𝗨𝗥 𝗧𝗘𝗔𝗥𝗦 ━━ benny wattsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora