Capitulo 4

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- ¿Chicos? ¿Qué hacen? - gritó una mujer detrás de ellos, asombrada por cómo estaba la bicicleta y lo sucia que estaba.

- Ah ma-mamá. - apartó a Bautista. - Nos caímos de la bicicleta. 

- Dios mío, ustedes dos no tienen mejor idea, ¿verdad? Mírate, Bauti, tiene moretones en la pierna. Adelante, nos ocupémonos de ello.

Los dos entraron y la madre de Camila le entregó el botiquín de primeros auxilios. 

Bautista se había raspado la rodilla y el brazo, y Camila también se había lastimado la rodilla y se había roto los pantalones. 

Ambos estaban en las escaleras en la parte trasera de su casa, limpiando sus heridas.

- Ui, esta raspadura dolerá. - Camila hizo una mueca mientras frotaba algodón mojado con alcohol en su rodilla.

- Auch. - Bautista gimió al sentir el algodón en su piel. - Tienes razón, pero he tenido peores raspaduras. - sonrió sin humor. - Gracias.

- ¿Por lo que? - se sentó a su lado.

- Por ayudarme, siempre me ayudas mucho. No necesitabas hacer mis vendajes. El la miró.

- Este Bauti, no fue gran cosa. -Ella apartó la mirada, avergonzada.

- Si fue. Eres la mejor amiga que cualquiera podría tener, tengo suerte de tenerte, hermanita. - La abrazó de lado.

- Oh, claro, hermanita. - repitió su última palabra sin mucho placer. 

Eso era lo que ella significaba para Bautista solo la veía como una hermana. ¿Y cuándo dejó de significar solo un hermano para ella? Ya ni siquiera lo recuerda, ha pasado tanto tiempo y nunca se dio cuenta.

- Necesito irme Cami, tengo algunas cosas que resolver. - Se levantó.

- ¿Ya? Quédete a cenar, podemos cocinar algo que te guste.

- No puedo, necesito resolver algo importante. - caminó hacia donde su bicicleta estaba siendo seguido por Cami.

- ¿Qué es tan importante para resolver que no lo puedas resolver a la noche?

- ¡Necesito escribirle una carta a mi admiradora secreta! - le dio un beso en la mejilla y se fue con la bici. - Te veo en la escuela.

- Espera. Lo llamó, pero Bautista ya se había perdido ido. - ¿Admiradora secreta?

*******

Bautista se apresuró a llegar a la casa. 

Entró en su habitación y se sentó frente al escritorio que tenía allí, sacó un bolígrafo y papel y pensó en qué escribir. 

Pero no sabía muy bien qué escribir, no era bueno con las palabras, no sabía cómo mostrar interés a través de las palabras. Se quedó allí diez minutos, media hora, una hora y no salió nada. Resopló, frustrado por la falta de palabras.

- Vamos Bautista, no es tan difícil. - suspiró. - Dile que te gustó la carta y que sabes quien es. Que quieres encontrarte con ella.

Como si las palabras hubieran caído sobre su cabeza, comenzó a escribir una pequeña nota.

"Hola querida,

Me asombró tu sutileza y tus hermosas palabras. Siempre me encantaste y ahora no tengo ninguna duda de lo que sientes por mí. 
Puedes llenar mi casillero de cartas y me encantarán todas, pero para eso quiero que te encuentres conmigo en la cafeteria hoy después de clase.

ADMIRADORA SECRETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora