Fairytale. |Harry Styles|

Capítulo 23: El Puente de la Torre.

Regresamos al comedor con un mejor ánimo luego de haberlo hablado un par de minutos. Anne y Gemma siguen ahí, terminando sus alimentos en silencio. Vuelcan sus miradas curiosas hacia nosotros tratando de averiguar qué es lo que ha pasado, pero se limitan simplemente a eso. A observar nuestro intercambio de miradas sin murmurar algo.

Harry toma asiento junto a su madre y yo ocupo mi lugar junto a su hermana.

Anne le tira una mirada significativa a Gem, mientras ella le frunce el ceño y resopla de manera cansada.

—Harry… —murmura levantando sus verdes ojos lentamente—. Hazza… Lo siento —completa.

Me quedo observándolos disimuladamente. Él lleva su atención hacia la rubia y sonríe, como si lo de hace un rato nunca hubiera sucedido.

—Suelo ser muy impulsiva algunas veces, lamento haberte molestado —le dice.

—Tranquila. Supongo que tengo un carácter muy voluble. No quise gritarte, discúlpame, Gem.

Ella asiente enérgicamente y mira a su madre. Ella solo levanta las comisuras de sus labios formando una linda sonrisa.

—También lamento haberte incomodado, Chloe.

—No pasa nada, todo está bien —respondo.

 ***

 Harry le informa a Anne que saldremos a dar una vuelta antes de que regrese a mi hotel junto a Gwen. Ella acepta poco convencida y es ahí en donde entra mi duda.

¿Acaso ella sospecha? No, no podría hacerlo. ¿O sí?

Hago una nota mental para decírselo a Harry cuando salgamos y le agrego otra nota mental con doble resaltador citando: “Debo ser más cuidadosa”.

Definitivamente debo serlo.

Subimos a un taxi no sin antes despedirme de las dos mujeres prometiéndoles que regresaré una vez más.

Ya ahí y con diez minutos de trayecto, me atrevo a preguntarle a Harry por el lugar.

—¿A dónde iremos exactamente?

Él ríe y pasa su brazo izquierdo por mis hombros.

Me he asegurado ahora. Llevo un gorro con las siglas de L.A. que Harry guardaba celosamente en su habitación. Y con eso no quiero decir que he estado ahí, para nada. Él se ha ofrecido a traérmelo para que no me puedan reconocer.

También tengo puestos unos lentes oscuros. ¡Esos sí son míos! Y una gabardina negra encima, que también es propiedad del ruloso de al lado.

Está empezando a helar aquí, y el sol ya se ha ocultado casi del todo. Ciertas manchas que van del rosado al naranja y luego al azul se hacen presentes en el cielo Londinense. Así que fue bueno traer todo esto.

Sinceramente, y dejando de lado cualquier broma, tengo un aspecto a una mujer mafiosa en todo su esplendor.

Y no trato de quejarme, creo que me ayuda demasiado ahora que quiero pasar desapercibida.

—Al Puente de la Torre —murmura.

Mi quijada se desencaja ligeramente.

—¿En serio?

—Sí, va ser genial. ¿Alguna vez has ido? —pregunta, interesado en mi respuesta mientras me sonríe ligero.

Mi estado de ánimo decae totalmente cuando pienso en la vez que George y yo salimos al London Eye y me preguntó exactamente lo mismo.