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Analía se salía de la vaina por sentarse a cuchichear con su amiga, pero lamentablemente no estuvieron solas a la hora del almuerzo, lo que frustró sus planes. Acordaron tener una buena charla telefónica por la noche con todos los pormenores del viaje de trabajo.

―No hay mucho por contar en realidad.

―¡Dejá de mentirme! Sos una trucha.

Cuando regresaron a la oficina, nada cambió; Mercedes se la pasó repetidas veces a la oficina de su hermano y a las 18 horas subió a buscarlo para marcharse con él. 

Aldana estaba guardando unas carpetas en la estantería detrás de su escritorio, cuando los hermanos Fernández salieron del despacho a la par.

―Hasta mañana. ―Sin mirarla, la mujercita la saludó, apurada por responder una llamada telefónica. Hizo una seña y le dijo a su hermano, cubriendo el auricular, que lo esperaba en planta baja.

Tobías asintió contra su voluntad, estaba con un genio espantoso por haber tenido a su hermana como una estampilla adherida a él todo el día.

―¿Tenés planes para esta noche? ―Le susurró al oído, pasando la yema de los dedos por sobre su muñeca. Ella se estremeció ante ese simple contacto, tan privado, que le laceró la piel.

―Tomar una copa de vino con un bife de carne. Fue mucho pescado para arrancar la semana. ―Sonrió.

―¿Y qué decís si a las 9 te paso a buscar y vamos a comer afuera? ― Dana estaba de frente a la estantería y él, de lado.

―Es una oferta tentadora.

―Entonces ponéte algo más cómodo, sé que esos zapatos te están matando. Aunque te quedan divinos. ―Ella guardó sus labios bajo sus dientes.

―Este es mi modo de impresionarte.

―Vos me impresionás por el solo hecho de ser vos misma.

―Te vas a aburrir.

―¿Perdón?

―Que te vas a terminar aburriendo de mí. Lo sé. ―Él contuvo un improperio. ¿Cómo se le ocurría algo semejante?

― Aldana, ahora estoy con prisa para explicarte que lo que decís no tiene fundamentos. Recordá que paso por vos más tarde.

―Bueno, está bien.

Tobías se fue a paso vivo y ella por fin aflojó los hombros. Su corazón iba a pagar caro ese romance. Tenía la certeza.

***

Llegó a su casa con apremio, se dio una ducha rápida y pensó en su vestuario. Lamentó tener un armario dividido en dos clases de ropa: la elegante para ir a la oficina y la más informal...para ir a la oficina. Contaba con jogging holgados, jeans rotos y camisetas grandes para estar en su casa, pero nada como para salir a una cita casual.

Tomó sus vaqueros con piernas anchas corte Oxford y una camisola a rayas celeste y blancas. Se prometió llamar a Analía para una nueva fashion emergency.

¡Analía! Le debía la llamada. Cuando salió de la ducha, agitó rápido su cabello y no dilató sus promesas. Pulsó la opción de manos libres.

―Ana, estoy muy pero muy apurada.

―¿Adónde vas a esta hora?¿Recién llegaste de la oficina?

―Si, hace media hora, pero a las 9 tengo una cita.

―¿Una cita? Decime que es con el potro del jefe.

―Sí, es con Tobías. ― Dana temía que un día se le escapara el apodo ante él.

"Pura Sangre"  (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora