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Almorzaron milanesas y un puré de papas con queso fresco que Tobías comió de a grandes bocados. Ella era una excelente cocinera y a él le agradaba comer.

En la habitación Aldana tenía un pequeño equipo de música en el que conectó su I-Pad Shuffle, regalo de cumpleaños de Jorge. Acostados en la cama, la primera canción que embebió la habitación de acordes, fue la de Mr. Big, "Be with you"; Tobías giró su cuello hacia ella, como si la letra hablara por él. La tomó de una mano, se pusieron de pie y la hizo dar una vueltita. Luego, la desenrolló y la volvió a espiralar, hasta tenerla rodeada por sus brazos y contra la camiseta de Mickey. Disfrutaron de sus respiraciones cercanas y de las estrofas de "Trátame suavemente", que vino después, de Soda Stereo.

Tobías se la sabía de memoria y se la canturreó al oído. Ella se deleitó con su voz, pidiéndole mudamente que nunca más se fuera de su lado.

Sin intención, bostezó, contagiándolo, iniciando un juego de cosquillas y mordiscones graciosos que los tuvo nuevamente en la cama en menos tiempo de lo previsto. La humanidad de Tobías se sostuvo sobre sus antebrazos, aunque de la cintura para abajo, la apresaba.

Ya no había tiempo de escaparse, no había tiempo para explicaciones ni rodeos.

Ambos se deseaban, querían conocerse íntimamente y saborear las mieles de ese "no sé qué" que nacía entre los dos. Aldana tomó la iniciativa dueña de un coraje arrollador: le deslizó la remera por la cabeza, dejando al descubierto ese torso ancho, moreno y fibroso, de abdominales marcados.

Con las rodillas encajonando las piernas de Aldana él irguió su espalda para deshacerse de la prenda con su ayuda. Empatándose, Tobías le quitó la polera.

A puro labio y con la humedad de su lengua, Tobías le recorrió la línea media del torso, la que unía imaginariamente el ombligo con la base del corpiño. Tal como se imaginó, era delicado, de algodón con puntilla. Ella unió sus brazos con pudor, pero él comenzó a mordisquearle la curva de sus senos.

La joven no tuvo fuerzas para separarlo de su piel ni echarlo de allí. Anhelaba desatar esas cadenas que la unían a un pasado cargado de maltrato y sumisión.

Tobías le desabrochó el botón de los vaqueros y con dos jalones, lo arremolinó en el piso. Se encontró con un culote ancho y de encaje blanco, de sutil belleza tal como la dueña.

―Te recuerdo que no vamos a hacer nada que no quieras.

―Ajám...―Ella se mordió el labio, anhelándolo más que nunca.

―Quiero hacerte el amor, Aldana. Quiero adorarte, pasear mi boca por tu cuerpo con esmero. ―Buscó su lengua aterciopelada, afianzando el contacto.

Tobías escabulló sus dedos por la parte superior de la bombacha de su secretaria; ella arqueó la espalda, aceptando el contacto. Curiosas, sus yemas bajaron por el pubis femenino hasta sentir el calor de su entrepierna.

Los dientes de Tobías rechinaron de expectación; la tocó apenas, notó la humedad de los pliegues e introdujo la punta de un dedo, lo patinó hasta el nudillo. Luego hizo lo propio con un segundo. Al notar que se adaptó a la dulce intromisión y sus párpados se contrajeron a causa deseo, comenzó a masajearle el clítoris con la yema del dedo pulgar.

La boca de Tobías aprovechó a engullir los labios de Dana con fragor, con mimo. Él estaba muy duro, un simple roce le mancharía los pantalones, pero quería dejarla lista, preparada para que todo saliera perfecto.

James Blunt cantaba con su voz tan característica bordeando el desgarro, "You're are beautiful", y Tobías se la cantó al oído, afirmando lo que pensaba, lo que sentía.

"Pura Sangre"  (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora