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 La semana comenzó ajetreada.

El miércoles, todos hablaban del fin de semana largo y de lo lamentable y veloz que había sido la muerte de Jorge Fernández Salalles. Los rumores sobre su enfermedad corrieron como reguero de pólvora. Se barajaron toda clase de especulaciones, pero Aldana no era nadie para desmentirlas ni aseverarlas.

A las 8 en punto de la mañana Tobías llegó y quince minutos más tarde ella le llevó su café. Lucía cansado, mal dormido.

―Cerrá la puerta un momento, por favor. ―La secretaria obedeció y se apostó a un metro de distancia del escritorio.

―¿Cómo te sentís?

―Abatido. Pero es lógico. Para colmo este mediodía nos tenemos que juntar con el abogado de la familia. Lo que menos tengo ganas es de hablar de la herencia, guita y bienes personales.

―Tu papá era un tipo con dinero, es normal que sucedan esas cosas.

―Supongo que sí. ―Él se frotó los ojos, le ardían. Había dormido poco pensando en Mercedes y en sus acusaciones que nunca caducaban.

―¿Te traigo una aspirina?

―Alguien una vez me dijo que no son buenas con la cafeína.

―Seguramente fue una persona muy inteligente. ―Añadió con suspicacia.

―Y muy bella, que no te quepa duda. ― Dana se mantuvo de brazos cruzados, esperando por indicaciones que no llegaron en lo inmediato. Tobías se paró desplegando toda su altura y fue a su encuentro. Se fundieron un abrazo muy fuerte. Él le rodeó el cuello con sus manos, a la altura de sus orejas ―. Extrañé tu perfume sobre la almohada...mmm...qué linda que sos ―Le dio un beso en la boca, que ella correspondió ―...tu boca...no puedo vivir sin ella...

―Tobías...alguien puede entrar...

Y así fue que Giovanni apenas golpeó con los nudillos, entró sin avisar. Tobías le clavó los ojos, furibundo y Aldana salió corriendo como si la hubieran encontrado robando algo.

―P...perdón...no te vi afuera y pensé que no estabas...―le dijo a Aldana al pasar.

―Ya está, entrá. ―Ordenó el jefe.

―¿Interrumpo algo? Bah, sí...interrumpí. ―Cerró la puerta.

―Sí, interrumpiste ―Le confirmó con los brazos en jarra su amigo ―, pero te voy a disculpar porque pasé un fin de semana...especial.

―Supongo que nada tiene que ver con la muerte de tu papá.

―Sí y no. Como te dije estuve en la casa de Aldana, cenamos, hablamos...estuvimos...juntos...

Giovanni festejó agitando los brazos como si estuviera en la cancha de futbol.

―¡Dale campeón, dale campeón! ¡Te enamoraste, boludo!

―Bueno, bueno...no me gastes más, no sé si es taaan así... ―Se sonrojó ante la impertinencia de su amigo.

―El tipo más duro de Buenos Aires, el león parisino, fue cazado por un tierno bambi, ¿qué tul? ―Tobías no podía refutar banda, tenía una estúpida sonrisa en la cara que le era imposible borrar más allá de la pérdida de Jorge ―. No te voy a pedir detalles porque la conozco y porque sé que es distinta a todas.

―E igual a nadie.

―Ah, bueno, estás hasta las manos...

―Creo que si...pero me atormenta pensar en París.

―¿Y si te la llevás con vos? Hasta donde sé es huérfana. No tiene familia en Buenos Aires.

―Tiene a su abuela, a su tía y primas en Madryn. Y acá tiene a Analía. No sé cómo hacer con eso.

"Pura Sangre"  (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora