cuarta parte.

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Durante los siguientes días Dana había dejado apartado aquel regalo en un rincón visible de la habitación, lo suficiente alejado de su vista cuando se encontraba en la cama como para no sentirse culpable por ello y lo suficiente cerca como para recordar que aquello que había vivido esa noche había sido real. Tenía claro que no aceptaría así como así una guitarra, pues el precio de ella era mayor a lo que solía ganar cada mes en el pub y sus padres sospecharían de ello. Así que decidió dejarlo en esa zona hasta volver a ver a Alysson, teniendo en el fondo de su corazón la esperanza de que así fuera. Los niños no habían dejado de quejarse durante todo aquel día para que ella les dejara ver el interior de la caja, pero sin saber cómo logró persuadirlos de ello y finalmente se habían olvidado del tema.

Aquel martes recibió durante sus clases un mensaje de Jonan, quien le pedía quedar esa tarde para tomar algo en una cafetería del puerto y contarle su viaje por Alemania con su actual pareja. Jonan había sido amigo de Dana desde que tenía uso de razón y en el fondo no sabía cómo contarle la experiencia que había vivido durante su ausencia con Alyssa.

Llegó medianamente temprano a la cita con su amigo y como era costumbre, este volvía a tardar más de lo acordado de la hora. Caminó un par de minutos por el paseo marítimo y se entretuvo en los escaparates de las tiendas, concretamente en la de música donde logró ver una copia exacta a la guitarra que guardaba aún en la caja. Impulsada por la curiosidad se adentró en la tienda, donde fue atendida por un entrañable anciano que parecía amar tanto ese arte como ella, ya que le enseñó hasta la última guitarra que había en exposición y se detuvo, incluso, a explicarle cómo era la hermana de la regalada por Alyssa. Ante estas palabras Dana decidió que oficialmente devolvería aquel instrumento cuando tuviera prisa y tras despedirse educadamente del señor, salió de la tienda encontrándose con Jonan.

- Perdona, perdona, perdona. - Suplicó el muchacho mientras que se acercaba todo lo posible a su amiga y la enredaba entre sus brazos, ya que la había echado de menos. - Intenté venir todo lo antes posible, pero sabes cómo es abuela.

- No te preocupes, idiota. - Restó importancia Dana, quien había olvidado el pequeño mosqueo por su retraso ante como echaba de menos a su amigo.

- Y bien, ¿qué ha sido de tus días?

Esta sabía muy bien que era una breve pregunta para introducir el tema de las vacaciones que había compartido con su pareja por lo que se encogió de hombros y le dejó hablar desde el camino de vuelta hacia la cafetería, donde tomaron asiento y esperaron a que les sirvieran el té a ambos chicos hasta pasados unos minutos.

- Y me pidió matrimonio, ¿te lo puedes creer?

Aquello sacó de sus pensamientos a Dana, quien no esperó tal declaración. Pero, para Jonan significó todo lo contrario, pues lo había hecho a consciencia con el fin de pillar a su amiga quien sabía que hacía rato no le escuchaba. Este alzó su ceja derecha, de forma acusativa y tras beber de su té dramáticamente siguió hablando.

- Es mentira, idiota. Sabía que no me estabas escuchando desde hacía un rato y quería ponerte a prueba. ¿Se puede saber que ronda por esa cabeza?

Dana dudó por unos instantes si decirle la verdad o no, ya que creía estarse emparanoiando con el tema, pero finalmente lo hizo.

- Hace un par de semanas vino a verme al pub una chica y esas visitas cada viernes se volvieron más usuales, hasta que decidió hablar conmigo. Se llama Alyssa y vive en Londres.

- Y, ¿dónde está esa chica? - Preguntó divertido el muchacho, quien esperaba ahora ansioso ver a la joven de la que le hablaba su amiga.

- A eso iba. Se fue este viernes, al parecer. Tenía trabajo en la ciudad y el caso es que me dejó un regalo al marcharse que no puedo ni quiero aceptar. - Jonan volvió a arquear su ceja, esperando a que esta le confesara de qué se trataba dicho regalo. - Una guitarra.

- Dana, estas cosas sólo te pasan a ti... como con Ric... - La mirada acusativa de su amiga le hizo callar. - Bueno, ¿has hablado con ella después de ese día?

Ella negó y no mentía. Le había agradecido con un mensaje y varias notas de voz aquel detalle a Alyssa, pero ésta tan solo había respondido con un emoticono a ello y no le pareció que quisiera siguiendo hablar. Y eso fue lo mismo que le contó a Jonan, quien después de chasquear su lengua pensativo habló.

- ¿Tienes una foto de ella? Quiero ver a la chica que ronda por la cabeza de mi amiga.

- No seas tonto. Y no, no tengo foto de ella pero sé que es la muchacha que salía en los comerciales navideños este año junto a esa cantante tan famosa.

- ¿Mariah Carey? Me parece increíble lo mucho que sabes de música pero lo poco que conoces la industria. - Contestó divertido su amigo. - Te invitó a esta, escuchas lo que te contaba y vamos directos a tu casa a investigar sobre esa chica.

Y así fue, después de una media hora en la que si que estuvo atenta a su amigo ambos emprendieron el camino a la casa de Dana, la cual, por suerte, se encontraba vacía. La atravesaron y terminaron en la habitación de su amiga, frente al ordenador de mesa, buscando el comercial al que se refería la joven.

Finalmente dieron con él, provocando que Jonan se quedara de piedra, sin poder asimilar en el fondo el hecho de que su amiga le había vacilado.

- ¿Hablas de esta chica? Me vacilas, ¿no? - Pero Dana, confusa, negó.- He puesto un sin fin de sus canciones cuando estamos juntos, no puedes decirme que no la reconociste. De hecho, se había tomado un descanso de un par de semanas y resulta que estaba aquí y contigo, ¿sabes el dinero que podrías sacar con esa información?

Las palabras de sus amigos escandalizaron a la joven muchacha, sobre todo las intenciones que tenía con respecto a esa información. Por lo que le hizo jurar y perjurar que no haría ni diría nada a excepción de que ella lo quisiera y aunque le conocía bien, temía que eso no fuera del todo así.

- No me lo creo en el fondo, que sea lo que dices. Creo que la llamaré en cuanto pueda, quiero devolverle la guitarra para poder dormir tranquila de una maldita vez.

- Creo que lo estás llevando todo a un extremo, la chica se baña prácticamente en oro y esa guitarra es algo comparado para nosotros como ir a la tienda a por golosinas, acéptalo simplemente.

La conversación de aquel tema finalmente acabó derivando en otros y ambos terminaron olvidándose de ello por unas horas en las que hicieron simplemente el tonto. Así que los días siguieron pasando para Dana, quien no paraba de verse envuelta en una jocosa rutina de la solía escapar aquellos viernes por la noche. Y éste finalmente llegó, y Dana salió más temprano que de costumbre de su casa para ir hacia el pub y hablar con Meredith, pues lo necesitaba.

La anciana se encontraba sentada en la barra cuando Dana irrumpió en el local. Saludó en su paso por éste a una de sus compañeras de trabajo y ex compañera de instituto y acabó tomando asiento junto a Meredith, a quien había saludado con un sonoro beso en una de sus mejillas.

- ¿Cómo te encuentras? - Preguntó la anciana, quien al ver una respuesta que no esperaba por la cara que tenía la joven insistió con la mirada. - ¿Pasa algo?

- ¿Recuerdas a la chica que preguntó por mi? Se fue el viernes de vuelta y me ha regalado algo muy caro, quiero devolvérselo pero no sé cómo.

- Claro que la recuerdo, te refieres a Alyssa. Su abuelo es el dueño de la tienda de música del puerto, la instauró allí hace apenas unos años cuando la anterior que tenían cerca de su casa se quemó. Alyssa le preguntó a su abuelo por mi y él hablo conmigo para preguntarme por un regalo.

Las palabras de Meredith dejaron boquiabierta a Dana, sobre todo por la sinceridad con las que habían sido dichas, ya que ella solía irse mucho por las ramas habitualmente con el fin de no responder de forma directa a las preguntas, por lo que el plan que había meditado la joven en su cabeza se fue abajo.

- Entonces, ¿la conocías?

- No, querida. Conozco a su abuelo de la infancia, es un buen hombre pero no puedo decir lo mismo de uno de sus hijos, el padre de Alyssa. Ella, por suerte, parece ser igual que su abuelo.

- Meredith, no entiendo por qué no me habías contado esto antes. - Dijo la joven, quejándose por ello.

- No me habías preguntado por la chica y lo supe a pocos días de que se marchara a la ciudad. Perdona cariño.

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